LA RIFA DEL AVIÓN
Por: Arturo Nahle G.
Siempre se ha dicho que los viajes de los Presidentes de México al extranjero nos generan enormes beneficios porque sirven para promover al país, para atraer inversiones y para fortalecer nuestras relaciones diplomáticas con otras naciones.
Eso puede ser cierto en algunos viajes pero no en todos, muchos han sido evidentemente frívolos, de vil turismo político que le ha costado una millonada al erario público, máxime cuando el Presidente viajaba con su familia, con medio gabinete, con invitados especiales, legisladores, gobernadores, periodistas, guaruras y hasta maquillistas.
Como olvidar que al Presidente López Mateos lo apodaron López “paseos” por sus injustificados y costosos viajes a Indonesia, Filipinas, India y muchísimos países más.
Y que decir de Luis Echeverría cuando con el pretexto de promover su “Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados” recorrió Europa, Asia, Oceanía, África y América Latina. Todos sabíamos que atrás de estas costosísimas giras estaba su loca obsesión por convertirse en Secretario General de las Naciones Unidas.
A López Portillo le decían “El Churumbel” y es que se inventó un viaje a España solo para visitar Caparroso, pequeña población de Navarra de donde eran originarios sus antepasados.
¿Y que tal cuando Fox llevó a Martita a tomarse fotos con la reina en Buckingham y después al Vaticano para que el Papa bendijera su pecaminoso matrimonio?
Cuando fui Subsecretario de Estado me tocó viajar con el Presidente Peña Nieto a París, la comitiva mexicana ocupó un hotel completito muy cerca del Palacio del Eliseo.
De ese tamaño han sido los excesos de nuestros Presidentes con el argumento de que viajan al extranjero para promover al país, para atraer inversiones y para fortalecer nuestras relaciones diplomáticas.
Pero en esta materia el mayor de los excesos lo tuvo Felipe Calderón, el panista hizo 76 viajes al extranjero hasta que de plano el avión presidencial le quedó chiquito y con un crédito de Banobras compró un Boeing 737 en más de 130 millones de dólares. Hasta el año pasado el Gobierno había pagado de capital e intereses 1,833 millones de pesos (más lo que se acumule hasta el 2027).
Pues López Obrador desde su campaña dijo que no debe haber gobierno rico con pueblo pobre, que la austeridad no debe predicarse sino practicarse, que él no abusaría de las giras internacionales y no usaría un avión tan ostentoso, es más, que lo iba a vender.
Así como muchos no creían que iba a hacerle un segundo piso al periférico, así como no creían que iba a cancelar la construcción del aeropuerto, así como no creían que iba a cerrar los Pinos para hacerlo un espacio cultural y viviría en Palacio Nacional, así como no creían que iba a desaparecer el Estado Mayor Presidencial, pues de la misma forma ahora muchos no creen y hasta se mofan de que va a rifar el lujoso avión.
Pues yo si le creo porque no ha hecho viajes al extranjero y aquí viaja en vuelos comerciales, porque hizo el segundo piso del periférico, porque canceló la construcción del aeropuerto, porque cerró los Pinos y vive en Palacio, porque desapareció el Estado Mayor, entre otras cosas; nadie debe sorprenderse, es una de las tantas promesas de campaña que le dieron 30 millones de votos.
Ahora bien, no conozco el contrato y por lo mismo ignoro si la famosa aeronave puede enajenarse, pero si se puede hacer quiero un boleto, el premio vale 2,500 millones de pesos.
Concluyo: algunos dicen que la rifa del avión es un distractor para que se diluya el tema de la inseguridad, del nulo crecimiento, del INSABI y de la defectuosa iniciativa de reforma penal, tal vez lo sea, pero de que la rifa del avión es en serio, es totalmente en serio.