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Dr. José de Jesús Reyes Ruiz
EL FEMINISMO “LA CUARTA OLA”
II PARTE
Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

Cuando estas líneas y reflexiones salgan a la luz, estaremos en la víspera de lo que muchos pensamos será la más grande manifestación que se haya visto en nuestro país, suponemos y esperamos que rompa todos los records con la presencia de millones de mujeres – pero también hombres empáticos con la causa – muy por encima de los 3 millones que se reunieron – yo incluido- a inicios de siglo como protesta al desafuero.

Sabemos que habrá violencia, porque claro, en la manifestación - con la que todos tendríamos que ser empáticos - sin duda, por un lado se expresara el enojo contenido de un género, el femenino que ha sido violentado durante toda la historia de la humanidad, pero con una fuerza mayor lo ha sido en los tiempos que vivimos a partir – creo yo – del momento en que decidido – por fortuna – dejar atrás los espacios del mundo privado y salir a la polis, participar en ella, tomar decisiones sobre el futuro que a todos nos debe interesar y a tomar el papel protagónico que le corresponde ahora más que nunca.

En la primera parte de estas reflexiones comentamos que el movimiento feminista tendría que entenderse como una CUARTA OLA por su magnitud y sus consecuencias que esperamos sean favorables para ellas pero también para todos, pero que también pueden ir acompañadas de elementos que den por terminado muchos de nuestros usos y costumbres para abrir las puertas a unos nuevos que esperamos traigan armonía entre los seres humanos sean del sexo que sean o tengan las preferencias que tengan, en la idea de que ello sea respetado por los demás.

Con la intención de meter algo de controversia sin la cual no tendría el condimento necesario ninguna discusión por importante que fuera, considero que las palabras como las de una de las personas que más admiro, Elena Poniatowska de que algunos vidrios rotos, monumentos destruidos, pintas aquí y allá, puertas incendiadas y cosas por el estilo no implican lo que una mujer violentada, una mujer violada.

Claro que no, estoy de acuerdo, pero no podemos comparar peras con manzanas, desde mi perspectiva no tiene por qué haber violencia – que la habrá con seguridad – por las razones antes descritas – por el enojo contenido durante todos los tiempos – Pero veamos, aquellos que seguimos el movimiento López Obradorista que teníamos tantos motivos como los tiene ahora la mujer por sentir violentados nuestros derechos ciudadanos ante la falta total de un sistema democrático en donde se luchara frontalmente contra la corrupción etc. Fue un movimiento multitudinario procedente de todos los rincones del país donde no se rompió ni un solo vidrio ni se realizó una sola pinta.

No debiéramos comparar porque toda comparación es odiosa, pero insistimos; la violencia no se justifica – aunque se entiende – por muy importante que sea la causa, vamos me viene a la memoria la violencia extrema de la revolución francesa, un movimiento que seguía causas justas pero que termino con la vida de cientos de miles de seres humanos – muchos de ellos inocentes de pecado alguno – bajo la guillotina y ante la mirada complaciente de una sociedad que solo pedía sangre sin entender de la causa mayor, la de la libertad.

Pero tratemos de no seguir con las comparaciones que no llevan a nada, aunque desde mi particular punto de vista – que tendría que ser respetado al final de cuentas – las formas violentas de protestar no vienen al caso porque habemos muchos que entendemos que estos son los tiempos de la mujer, que el siglo XXI será el siglo de la mujer o no será.

Todos los seres humanos, hombres y mujeres, tenemos que entender el contexto histórico en el que vivimos, el de la cuarta ola donde todos, hombres y mujeres, de nueva cuenta tenemos que replantearnos – todos – el papel de la mujer, donde ellas decidirán no solo el futuro que buscan para ellas mismas, sino también el futuro que nos espera a todos los seres humanos, así tenemos que entenderlo.

Sería deseable que de vez en vez abrieran sus sentidos a quienes dentro del sexo masculino, y empáticos con el movimiento feminista opinemos al respecto porque también los hombres de buena fe tenemos algo que decir y por qué podemos contribuir con ideas que al final de cuentas aporten algo a ese nuevo mundo de integración entre ambos sexos que todos buscamos.

Si quisiéramos por un momento poner en orden nuestras ideas al respecto tendríamos que analizar en el contexto de nuestro pasado ¿que es lo que provoco el desastre que ahora vivimos? Con estos niveles de violencia extrema en contra de la mujer, porque solo así podremos entender lo que se requiere para cambiar para bien la historia y saber qué podemos esperar del futuro.

Porque si no lo hacemos caeremos una y otra vez en exigir – lo que me parece un sinsentido – NI UNA MAS, ALTO A LA VIOLENCIA EN CONTRA DE LA MUJER, EXIGUIMOS QUE SE ACABEN LOS FEMINICIDIOS DE UNA VEZ POR TODAS.

Estoy de acuerdo que en la mente quisiéramos esperar un mundo donde la justicia estuviera en el centro, donde no hubiera pobreza, donde no hubiera violencia, donde no hubiera hambre, donde no hubiera enfermedad etc. Pero esto implica una utopía irrealizable, porque la pobreza, la inequidad, la violencia, el hambre y la enfermedad son cosas que seguirán ahí aun y cuando la Presidencia de la Republica fuera ocupada por el mismo Jesucristo.

No amigos míos, el mundo utópico es irreal aunque por otro lado es una meta que al menos nos tiene que indicar el camino que tenemos que seguir para acercarnos a ella sin que la podamos tocar algún día.

Me permito recordarles que el título de esta humilde columna – homenaje al gran Monsiváis – inscribe: El “para documentar mi pesimismo… y el de los demás” por lo que el que estas líneas escribe se declara un pesimista flagrante, pero entiende bien que ser pesimista no es más que ser realista al final de cuentas, por que otro mundo, uno de abrazos – y no balazos – un mundo feliz donde impere la moral y los valores, es algo que difícilmente podremos ver, no al menos en el corto plazo.

Por lo que me es triste asegurar que ¡sí! Los feminicidios continuaran sin que AMLO pueda hacer algo al respecto, y continuara la violencia en contra de la mujer, al menos en el corto plazo, y este corto plazo será tan largo – valga la contradicción – mientras no entendamos que es lo que lo está originando.

Tenemos que entender que para cambiar el mundo tal y como lo conocemos hoy en día, tenemos que intentar comprender las causas culturales – es decir los usos y costumbres – que nos llevaron a nuestra actual circunstancia.

Decíamos en nuestras anteriores reflexiones que la violencia en contra de la mujer se incrementa en países como el nuestro en donde el machismo es más intenso que el que se observa en otras partes del mundo, y – momento – no nos olvidemos que el machismo no es solo un problema del sexo masculino, por que como hemos comentado una y otra vez, una sociedad machista no habría sido sin las formas de educar de quien desde todos los tiempos – sobre todo en nuestro entorno – ha sido el centro de la familia que es al final de cuentas el núcleo de la sociedad, y claro que nos estamos refiriendo a la mujer.

No puedo menos que reconocer como mi propia madre nos formó dentro de una educación 100 por ciento machista y así lo hicieron muchas madres mexicanas, como olvidar las familias que dejaban todo el patrimonio en los descendientes hombres y no mujeres, como olvidar que el primogénito era quien las más de las veces se quedaba con todo y los demás a rascarse con sus propias uñas sobre todo si se nace mujer, como olvidar los tiempos en que la mujer solo podía estudiar – si es que se les permitía – carreras cortas del orden magisterial o contable.

Son mil y un ejemplos que podríamos traer a colación, usos y costumbres que poco a poco han ido cambiando o es que ya nos hemos olvidado de que la mujer solo pudo votar en la segunda mitad del siglo XX en nuestro país.

No existe desde mi punto de vista frases mas demostrativas de lo que ha sido la violencia en contra de la mujer que el famoso refrán que reza: “La mujer como la escopeta, cargada y detrás de la puerta” solo escribirla me causa una profunda nausea y una profunda vergüenza, pero es el pasado que compartimos los mexicanos. A la mujer se le entendía como alguien que ocupara - y fuera la líder - los espacios privados o particulares de nuestras retrogradas sociedades, los espacios públicos estaban mayoritariamente restringidos para el sexo masculino, la POLIS hasta hace poco tiempo, seguía siendo como en los tiempos de la Atenas – de donde procede nuestra civilización – un lugar donde actuaban solamente los hombres, y no todos, solo los que tenían un status especial podían opinar sobre los intereses que finalmente venían afectando – ahí si - a todos, hombres y mujeres, esclavos y magnates, intelectuales y analfabetas.

Pero así es como fueron durante muchos siglos las cosas, algunas sociedades lograron avanzar al respecto un poco más rápidamente que otras – no olvidemos que en países como Arabia Saudita solo hace algunos meses se le permitió a la mujer manejar, acudir a los estadios de futbol o fumar en público - pero nuestros tiempos nos han permitido ver salir a la mujer de los espacios privados a los públicos y competir con el hombre al tú por tú, muchas veces con una capacidad mayor pero sin lugar a dudas con unos valores más fundamentados y nobles lo que les da una honestidad y una honorabilidad muy por encima de la que tienen sus contrapartes del sexo masculino.

Esta historia continuara…