Skip to main content

Dr. José de Jesús Reyes Ruiz
MUJER, CENTRO DEL UNIVERSO
Intento de ELEGIA

“Si Eva hubiera escrito el Génesis ¿Cómo sería la primera noche de amor del género humano? Eva hubiera comenzado por aclarar que ella no nació de ninguna costilla, ni conoció ninguna serpiente, ni ofreció manzanas a nadie, y que Dios nunca le dijo; parirás con dolor y tu marido te dominara. Todas esas historias son puras mentiras que Adán conto a la prensa.”

Eduardo Galeano

Para documentar mi pesimismo… y el de los demas

Quisiera comenzar por comentarte, a ti Mujer Universal, que he intentado escribir una elegía – que según el diccionario de la Lengua Española - significa un lamento (“poesía lírica que designa un poema de lamentación donde se describe la perdida de la ilusión, de la vida, del tiempo, del ser querido del sentimiento etc.”) Porque, que mejor forma de expresar el cómo has sido tratada a través de los tiempos, a través de la existencia misma de la humanidad toda, como se te ha maltratado, se te ha acosado, se te ha violentado, como alguien – Adán – tu pareja se ha dado el permiso de aniquilarte, de dañarte, hasta de quitarte la vida pensando – un poco – que él fue quien te la dio, de su propia costilla como dice la Biblia que al final de cuentas fue el intento de escribir por parte del hombre, el pensamiento de Dios, pero como las cosas que hace el hombre, manipuladas, distorsionadas - quiero pensar que no siempre, o casi nunca - no expresan realmente lo que Dios - si es que existe - quiso decirle a la humanidad.

Inicio si me lo permites con estas palabras del gran Eduardo Galeano que hace algunos años escribió con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, y permíteme decirte que en algunas cosas estoy de acuerdo y en otras no.

Es claro que no naciste de ninguna costilla de ningún hombre, mucho menos de Adán, ahí creo que se equivocó quien estas patrañas escribió, porque no me queda duda de que siempre fuiste más grande, sobre todo en tus orígenes, que tu contraparte masculina. ¿Cómo se dieron las cosas en aquel paraíso? – realmente yo no creo que fuera un paraíso – donde convivías con Adán, y donde vivian – valga la redundancia – una vida vegetativa si es que a eso podemos llamarle vida, lejos del poder de discernimiento, lejos del erotismo, lejos de todo lo que realmente le da sentido a la vida tal y como la conocemos.

Tu fuiste quien dio el primer paso, quien se decidió a SER y considero bueno invitar a su pareja porque solo los dos como complemento el uno del otro podría la existencia “ser” en todo el sentido que tiene la palabra, ser de verdad y no solo estar en una existencia carente de la voluntad de poder, tu decidiste dar el primer paso.

Que poco lo entendemos aun hoy en día, cientos de miles de años después, y que poco entendemos a la supuesta serpiente que te invito a hacerlo, aun la consideramos como un ser maligno cuando fue ella la que te invito a participar de la verdadera existencia.

Que tendrías que trabajar ¡bien! si ese trabajo te permitía existir, que si tendrías que parir a tus hijos con dolor, ¡bien! así podrías entender el milagro de dar la vida a un ser totalmente ajeno a ti misma. Pero aquel que escribió que serias dominada por tu pareja, por tu marido, por tu esposo, escribió palabras que le salieron desde lo más obscuro de su alma, palabras que Dios no pudo haber dicho, falacias inventadas por alguien que desde ese momento pensó en sus posibilidades de dominio ante aquella, la mujer universal, ¡Eva! que le ofrecía la vida, la verdadera vida, la verdadera existencia.

No me queda ninguna duda de lo maravilloso que fue morder la manzana ante la tentación del poder “SER” y el acto de benevolencia que implico ofrecer ese maravilloso DON a tu compañero de viaje. Tú fuiste quien decidió dar el primer paso, me lleno de coraje cuando no encuentro las palabras para expresar este que entiendo fue el momento más importante de la existencia del ser humano, el momento en que deja el paraíso, en el que deja la existencia vegetativa para ser alguien que puede discernir entre el bien y el mal a diferencia del resto de los animales, un ser que se da cuenta de su propia mortalidad, lo que le permite – no ha todos desafortunadamente – entender el verdadero sentido de la vida.

Desde ese momento y después de estas acciones te convertiste en el centro del universo, lo fuiste durante la historia, lo eres ahora y lo serás siempre, y que les quede claro a todos, pero también que te quede claro a ti misma, lo fuiste en el pasado aunque muchas veces no te dieras cuenta de ello, aunque vivieras encerrada entre las cuatro paredes de una vida privada de muchas cosas pero nunca de sentido.

Los hombres que siempre se han sentido superiores aunque claramente no lo sean y no lo hayan sido nunca, pensaron que esclavizándote te restaban poder, pobres ignorantes, el poder siempre lo tuviste porque tu desidias lo que era importante, eras, y siempre has sido el núcleo alrededor del cual giramos todos los demás, tu TRASMITIAS LA CULTURA de generación a generación, y con ella los usos y costumbres, lo que se podía y lo que no se podía hacer, lo que se debía y lo que no se debía hacer, TU ERAS QUIEN VALIA POR SU SER EN SI mientras que tu compañero el hombre solo valía por su HACER, y quien entendía la diferencia entre un valor y el otro entendía tu fuerza que algunas veces conocías y otras veces no tanto.

Y claro, al paso del tiempo tu misma comenzaste a olvidar tu verdadera naturaleza, y comenzaste a envidiar el poder del hombre que salía a la POLIS al espacio público y ahí desidia lo que no era verdaderamente importante.

Fue entonces – pero no siempre – que comenzaste a envidiar lo que ellos hacían y tú no, fue entonces que comenzaste a perder lo más por lo menos, y aunque tenías todo el derecho quisiste influir en lo menos importante a través de tus hijos, y con este error intentaste manipular de lo que no era trascendente, te quisiste reflejar en el que te parresia más fuerte y a ese hijo tuyo, hombre con todos los defectos de origen, intentaste sembrar lo que tu considerabas que eran las formas de proceder en ese mundo que te estaba hasta entonces vedado.

Así fue que descuidaste lo que era verdaderamente importante, la formación de tus hijas que eran – que son – al final de cuentas quien transmitirían la sabiduría de generación en generación, solo por influir en las formas como se hacían las cosas en esa esfera que hasta entonces te había sido ajena.

Empoderaste no a la mujer – a tus hijas - como correspondía sino al hombre grotesco que ya de por si se sentía el amo del universo – sin serlo - le delegaste aún más poder de él que sentía tener y se volteo contra ti y contra tu genero por que llego el momento en que se sintió Dios con el poder de hacer y deshacer sobre todo sobre aquello que comenzó a sentir como propiedad privada, su propiedad privada.

Ahí fue cuando se inició la historia de la violencia de genero del hombre sobre la mujer en la que – tengo que decirlo – muchas veces tu tuviste una gran culpa al hacer distinciones y privilegiar a tus hijos hombres, sobre todo a aquellos que tu sentías fuertes y dominadores.

Esta es desde mi humilde y particular punto de vista la historia del machismo que nace desde los espacios de la privacidad y se ejerce en contra de ellos – de regreso – pero también hacia afuera.

Estas actitudes finalmente fueron reforzadas por instituciones como La Iglesia, donde nunca se pudo entender bien a bien la historia de la humanidad, y los deseos de Dios quien no tiene género y por lo tanto no pudo tener preferencia alguna como quisieron interpretar aquellos que escribieron su palabra.

Y así llegaron los tiempos en que tú, Mujer Universal, tu Eva maravillosa decidiste recordarle al mundo que tu había sido la responsable – bendita seas – de salir del “Paraíso Terrenal” y que no lo hiciste para terminar arrumbada dentro de las cuatro paredes de una vida privada, privada prácticamente de todo – valga la redundancia – y decidiste salir a dominar al mundo porque tenías, porque tienes el derecho, por que como dice el refrán quien es primero en tiempo es primer en derecho y tú fuiste siempre primera en todo, seguirías y seguirás por los tiempos por venir, siendo el núcleo alrededor del cual giramos todos, tus hijos – sean hombres y mujeres – tu pareja – quiéralo o no - y el mundo entero, porque alrededor tuyo ha girado siempre la existencia de la especie humana. Tu eterna transmisora de la cultura, de los usos y costumbres, de la sabiduría, de los valores, de una generación a otra aunque muchas veces sean tus hijos quienes se hayan colgado las medallas que no les pertenecen, quisieran sentirse creadores cuando la creación es y ha sido y será eternamente tuya, por los siglos de los siglos…

Este intento de elegía continuara la próxima semana