La Manzana Flechada
Los cuarenta días de cada año
Martha Chapa
Empezó ya la Cuaresma y ese tiempo, en la religión católica, se dedica al arrepentimiento de las faltas y pecados cometidos así como a la renovación de la voluntad e intenciones en el camino del bien.
Se trata de que cada creyente haga esa introspección y revise sus actos, además de formular compromisos de rectitud, bondad y solidaridad en lo sucesivo con sus semejantes, su comunidad y Dios.
Un espacio que es también preparación, según lo dicta la doctrina, para rememorar los cuarenta días que ayunó Jesús en el desierto, subrayar el mensaje bíblico de la Semana Santa y el sacrificio mismo de Cristo y su resurrección.
Pero más allá de quienes profesen o no el catolicismo, me parece que debiera ser también una pausa para que nuestros gobernantes reflexionen de paso sus decisiones y acciones, en el ámbito laico, en especial el propio Presidente del país.
Así, tendrían más conciencia sobre sus errores, malas decisiones, arrebatos y caprichos que lejos de convocarnos a la unidad y unir esfuerzos para beneficio de México, nos dividen y enconan.
Vemos hoy en repetidas ocasiones como desde Palacio Nacional lo mismo se emiten anuncios importantes y positivos que improperios y descalificaciones, que no solamente nos parecen preocupantes por la polarización que generan entre la población misma, sino que constituyen una rémora cada vez más pesada y grave para el desarrollo y la prosperidad común de la Nación.
Un llamado, como vemos, que por igual pueden atender quienes creen en esa religión, o con toda libertad aquellos que profesen otra o ninguna, y aún más para quienes dirigen los destinos ya sea de un municipio, un estado o el país; o bien los que actúan en el campo legislativo y judicial, para ser mejores servidores públicos y sembrar más y mejor para el presente y el futuro colectivo.
Pero la verdad, es que no se ve ese ánimo, al menos en el ámbito gubernamental pues siguen los discursos airados y la retórica del divisionismo.
Y así también, intuyo qué a diferencia de décadas anteriores, cuando se sentía una gran movilización a inicios de la Cuaresma, empezando por el llamado miércoles de ceniza, hoy parece pasar un tanto desapercibido y hasta menguada su convocatoria, aun cuando pase por un par de iglesias ese día y estaban repletas de feligreses y las filas eran enormes para recibir el trazo de la cruz en la frente.
En todo caso, a lo largo del año tanto los días como las semanas debieran ser propicios para la unidad nacional, la paz y la armonía social. Y por igual, cada fecha sea del orden civil, cultural o de nuestro calendario tradicional con sus usos y costumbres, es un buen pretexto o razón para comprometernos y actuar más y mejor contra la violencia, la inequidad o el mal gobierno, cada vez que aparezcan sus perniciosas huellas en la vida cotidiana.
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