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LA VULNERABILIDAD DEL SER HUMANO

V PARTE,  LA ECONOMIA MEXICANA ACTUAL
Dr. José de Jesús Reyes Ruiz

Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

Tal vez habíamos olvidado que somos un organismo frágil en extremo, que nuestra  existencia tiene múltiples flancos vulnerables que hacen que nuestra vida – ahora nos damos cuenta – sea tan lábil que un microrganismo de 200 nanómetros de peso, invisible y aparentemente inofensivo nos ha puesto,  - a la humanidad entera - en jaque y en estado de pánico, haciéndonos  pasar por momentos que difícilmente hubiéramos imaginado

 

No hay forma de que podamos escribir sobre el tema de la repercusión sobre la economía actual de nuestro país por la pandemia, sin ponernos a temblar – o a llorar en el mejor de los casos – no se me olvidan los tiempos en que tuve la oportunidad de hacer una rotación de un semestre en el Mount Sinaí Hospital de Nueva York donde a las 6 en punto de la mañana teníamos que estar en la puerta de la Unidad de Cuidados Intensivos – ahora ocupados por pacientes de covid-19 - de ese hermoso hospital localizado en la quinta avenida de la Isla de Manhattan,  a la mitad  de Central Park, cuando entraba quien era – desde mi particular punto de vista – el mejor neurocirujano del mundo, Leonard Malís quien además de ser neurocirujano era ingeniero en electrónica por lo que pudo desarrollar  equipos después utilizados por todos los neurocirujanos del mundo, el Bipolar (de Malís) sin el cual no hay forma de realizar la cirugía del cerebro. Pues bien, una de sus frases favoritas que yo no había escuchado hasta entonces – hoy en día es común –  nos decía una y otra vez “Better be lucky than be good” es decir en esta vida es mejor tener suerte que ser bueno.

 

Esta es una frase que le caería como anillo al dedo a López Obrador porque en estos los terrenos de la economía, es claro que su suerte es funesta por decir lo menos, la pandemia que ahora vivimos, la del coronavirus devastara la economía mundial, y la de nuestro país ya de por si afectada por múltiples circunstancias, será arrasada en algo que difícilmente podemos hoy en día predecir. Y  - claro - ya veremos como actúa quien tiene el timón, vilipendiado un día sí y otro también, por aquellos que siendo una minoría ostenta los micrófonos y se desgarran las vestiduras ante todo lo que hace – o deja de hacer – el actual ocupante de Palacio Nacional.

 

Pero si hemos de ser sinceros, la crisis ya había iniciado antes de la llegada del famoso virus de la doble corona, - desdenantes como diría el paisano - pero no necesariamente desde diciembre del 2018 cuando AMLO tomo posesión, sino de tiempo atrás, por que como lo mencionamos en mi previo escrito, después de lo que se conoció como “el milagro mexicano” es decir el liberalismo económico – que no político ni mucho menos democrático – donde nuestro país creció un 6% en promedio, se vinieron los 6 sexenios de gobiernos neoliberales que nos dejaron  un crecimiento no mayor del 2% que si contamos con el crecimiento democrático entonces nuestro crecimiento en 7 lustros fue cercano a 0 – nada de que presumir – más si le sumamos al incremento exponencial de la deuda que bajo Vicente Fox paso de uno a 2.5 billones, con Calderón se duplico a 5 y con Peña Nieto a 10, es decir cada uno de estos maravillosos expresidentes a los que muchos añoran, duplico la deuda externa y los dos primeros - panistas - lo hicieron con todo y los elevados precios del petróleo que les toco disfrutar y los enormes excedentes. ¿Y México? – bien gracias – creció lo que le permitió la inercia – que no los buenos manejos – y todo llego al extremo que vivimos con el incremento exponencial de la corrupción bajo el gobierno de Peña Nieto en donde ni de cerca, los críticos actuales de AMLO  cuestionaron – como ahora lo hacen – porque a ellos si les caían abundantes migajas de aquellos recursos – casi siempre - mal habidos.

 

No olvido – los mexicanos no deberíamos olvidarnos – del discurso de campaña del borrachín - al que el uniforme le quedo grande - en el sentido que si AMLO triunfaba en el 2006 nuestro país se endeudaría en extremo y que él se comprometía a no aumentar la deuda externa, estos decires, así como aquellos del “peligro para México” fueron el centro de su campaña perdedora- porque en realidad fue perdedora – pero no solo perdió López Obrador, perdió México, y perdimos todos, porque si no se hubiera dado el fraude monumental que orquestaron las elites políticas y empresariales de entonces – muy parecidas a las de hoy en día -  nuestro país hubiera sido gobernado y seguramente mantenido con un mayor progreso y una deuda de la mitad de la que tenemos hoy en día.

 

Para todos es claro – o tendría que serlo – que AMLO recibió un país destruido por la corrupción, por los abusos del poder, por la impunidad, por el tráfico de influencias y muchas cosas más, pero también tenemos que aceptar que él puso su granito de arena para que la economía se hundiera aún más al dar el famoso manotazo sobre la mesa y cancelar el Aeropuerto de Texcoco.

 

Para muchos – no para todos – esto fue un error pero para quienes creemos en la posibilidad de un cambio real, era claro que se le tenía que retirar el poder a las cúpulas empresariales que durante los tiempos del neoliberalismo habían compartido con las cúpulas del poder político. No  olvidemos que la esencia del neoliberalismo era la reducción al máximo del Estado y su sustitución por las fuerzas del mercado y del dinero en la idea de que el mercado se autorregularía a sí mismo – ¡si cómo no! – y fue así como los empresarios subieron al poder y decidieron muchas de las cosas que se hicieron esos 35 años – claro siempre a favor de sus bolsillos – por lo que había que dar el manotazo para terminar con la obra cumbre de la corrupción transexenal, esta tuvo que ser frenada si es que realmente se  proponía un cambio para nuestro país.

 

Las elites empresariales y sus voceros de los medios de comunicación y los pseudointelectuales a su servicio se han cansado de insistir, y en probar que este fue un craso error, pero comienzan a salir las verdades de Texcoco sobre todo ahora que el ex subsecretario de Gobernación y ex Secretario de Sedesol el Sr. Miranda gran amigo y compañero de golf de Peña Nieto está en la mira – y con él seguramente caerá el señor del copete,  así lo esperamos – y las cifras de que ellos y su grupo Atlacomulco adquirió a precios de bagatela más de 43 mil hectáreas que rodeaban al fastuoso proyecto y donde pensaban construir un complejo inmobiliario estilo Santa Fe con Centros Comerciales, Hoteles, etc. Con un costo estimado  superior en un 300% al costo del aeropuerto y claro las ganancias serian exclusivamente para estos maravillosos priistas aún bajo los gobiernos de la oposición, es decir los de la 4T y esto es claramente algo que López Obrador no se podía permitir, por ello la “terquedad” de Santa Lucia.

 

Y en este punto el error de AMLO fue creer – porque sinceramente pienso que se la creyó – que los empresarios no le iban a cobrar la factura,  pensó que reuniéndolos una y otra vez en Palacio Nacional y recibiendo por parte ellos compromisos – verbales y nada más -  las cosas regresarían a su idea inicial, porque él seguramente sabe – no puede ser de otra forma – que entonces – sin la crisis actual de la pandemia – México solo podía volver a crecer si ambos - el Sector Público y Sector Empresarial - ponían de su parte para que nuestro país volviera a crecer, pero no solo eso el Estado en las condiciones actuales solo podría aportar un 3% del PIB al dichoso crecimiento es decir con infraestructura e inversión, pero la realidad es que para crecer por arriba del  2% - de los tiempos neoliberales – se requería de una inversión no de un 3 sino de un 30% del PIB y el 27% tendría que ser aportado por empresarios si es que el proyecto nación que tenía en mente el presidente  intentaba volverse una realidad.

 

Los empresarios le dijeron que sí, que contara con ellos, lo que no le dijeron fue cuando, ellos podrían sobrevivir su sexenio en espera de tiempos mejores, en espera de volver a ser rescatados como antes, en espera de poder de nueva cuenta cohabitar con el gobierno y con ello hacerse de nueva cuenta del Estado.

 

Como podemos ver; el reducir el costo del Gobierno, el impulsar políticas anticorrupción, el encabezar un gobierno honesto no fue ni con mucho suficiente y la consecuencia es que la economía se hundió aún más llegando a prácticamente la recesión con un crecimiento cercano al 0 en el 2019.

 

Y si a esto le agregamos la idea López obradorista de por el bien de todos primero los pobres, y la implementación de programas sociales – que  nunca antes había visto nuestro país – en beneficio de las clases más marginadas, de los adultos mayores de la tercera edad, de los discapacitados, de los jóvenes con deseos de estudiar, de los “ninis”, y con unas arcas prácticamente varias por la corrupción de los gobiernos anteriores, entonces las cosas se pusieron color de hormiga, no podían estar más mal, y así con la frase que iniciamos de que más vale la pena tener suerte que ser bueno, se le apareció a nuestro país el virus de la doble corona y… colorín colorado, esta triste historia, historia de terror continuara en mi próxima colaboración, ahí nos vemos si es que sobrevivimos una semana más en estos los tiempos de la pandemia.