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Sandy Camarena
EL PESO DE MI CORAZÓN
La soledad se regala desde el primer llanto que produce el paso por el canal de la vida reducido a una dilatación femenina.
Los espectadores aprecian la llegada, nadie realmente te acompaña al nacer; jugamos a encontrar corazones para toda la vida, sin recapacitar que la vida no es todo y que aunque suerte tengas al encontrarlo, la soledad es certera compañía en la partida al supra o infra mundo.
Vaya el creador a saber si en la espalda cargo pecados o venias, Osiris pesara mis pasos y tal vez rogaré a la pluma de Matt o me arrepentiré en pretérito imperfecto del verbo “haber” por no rezar el rosario que me heredó la abuela.
Es una posibilidad que Alighieri tenga el gusto de acompañarme en los círculos del paraíso o tal vez, sea un personaje más en la comedia del vivir, que por indagar en los 7 capitales, cruce los 5 ríos del Hades o escale cual Everest el purgatorio expiador.
No me abruman los dioses ni demonios, que el peso de mi corazón siga las inexorables leyes del karma.