Skip to main content

Por José de Jesús Reyes Ruiz

Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

Me permito hacer un impasse en mis escritos sobre La vulnerabilidad del ser humano, que se ocupaban en las últimas semanas sobre el deterioro de la economía de nuestro país, para hablar de un tema que no es menos importante, el de la polarización de la sociedad en la que muchos consideran al Presidente de la Republica como el provocador, por sus constantes acusaciones y reclamos con aquellos a quienes él considera como conservadores, fifís o neoliberales, pero que en  gran medida -y no solo desde mi perspectiva de las cosas sino desde la de muchos-, pensamos que el frente conformado por los medios impresos y electrónicos de comunicación, por opinadores, articulistas, editorialistas etcétera, que se han conjuntado en un movimiento sin precedentes para atacar con todo a un personaje que desde el punto de vista de muchos otros – millones tal vez – con todo y sus equivocaciones y traspiés, hace lo que puede para conducir a un país en crisis como el nuestro a puerto seguro aunque se poco probable que lo logre.

No se nos debe olvidar que hace algunas semanas prácticamente llamó a todos esos comentaristas que lo atacan y lo cuestionan a una tregua por el bien de la nación, sobre todo en los tiempos difíciles por las que México atraviesa dentro del panorama de la pandemia por el Coronavirus y lo que se espera del inevitable desastre económico que se vendrá como consecuencia de la misma; pero tambien de muchas otras causas que en parte pueden adjudicársele a acciones como la suspensión del Aeropuerto de Texcoco, pero que también tienen mucho que ver con la ausencia total de inversiones por parte de las élites económicas molestas claramente por el impacto en los “usos y costumbres” que van quedando atrás en el país. No se ajustan a los cambios a instaurar con la 4T y pretenden seguir teniendo las prebendas y privilegios que ostentaron sobre todo en los últimos cinco sexenios de gobiernos neoliberales.

Creo que es momento de que todos los que pensamos  (que somos muchos ) que los cuestionamientos rayan en lo injusto ya no se diga en lo MEZQUINO, tomemos partido no por AMLO sino por MEXICO y conformemos un frente que les haga saber a quienes tienen el control de los micrófonos, que el presidente no está solo y que aun y cuando muchas veces le cuestionemos, eso no significa que no reconozcamos las cosas buenas que hace o intenta hacer aun cuando los resultados de su actuar no sean los que muchas veces esperamos.

Soy, al final de cuentas, un simple profesionista – medico neurocirujano - actualmente casi en el retiro, y por mi edad sin mucha posibilidad de unirme al ejercito de trabajadores de la salud para enfrentar la nueva guerra contra un virus invisible, el de la doble corona que tan seriamente nos está dañando, por lo que no me queda nada más que utilizar estas colaboraciones para intentar -en la medida de lo humanamente posible-  contagiar a quien piensa similar que es momento en dar la batalla en contra de aquellos que, intentando acabar con la imagen del presidente, solamente deterioran más a un país que de por si vive etapas difíciles en extremo.

Y para demostrar mi punto he elegido el editorial de un colaborador del Universal al que he seguido atentamente ya por más de un cuarto de siglo, me refiero al autor de Serpientes y Escaleras, columna ampliamente leída – si no es la que la más leída – dentro de ese medio impreso que desafortunadamente – ni ellos pueden negarlo – está dirigido por un obscuro personaje Elay Ortiz, de tristes recuerdos y portador de una enorme cola de corruptelas realizadas a la sombra de los antiguos gobiernos.

Es decir, dejaré de lado para no verme demasiado radical, a aquellos – muchos – que tienen un odio visceral en contra de AMLO y que han sabido sembrarlo en las mentes de las clases altas  que no hay un día que no manifiesten una animadversión cada vez mayor hacia el Presidente de la República. Ni que comentar de personajes como Carlos Alasraqui y su tocayo Loret de Mola, o de Leo Zuckerman, o Jesús Silva Herzog Márquez, o Juan Ruiz Healy o, escritores del nivel de Krause o de Aguilar Camin, o de historiadores como Martin Moreno, o líneas editoriales como Templo Mayor del periódico Reforma, o caricaturistas como Calderón en este mismo periódico y de Reforma en su plana de los domingos, o personas respetables como Denisse Dresser, o comunicadores como  Ciro Gómez Leyva o Denise Merker quienes intentan ser imparciales y mantenerse en una sana medianía, y que decir de los amigos de Televisión Azteca. Con esos amigos para que quiere Lopez Obrador enemigos.

Es decir, todo un ejército de opinadores y comunicadores al servicio de la destrucción de la imagen presidencial, de quien – aunque digan misa – no había habido precedentes en los gobiernos anteriores, que si lo aceptamos ejercían una crítica a los actos del poder pero nunca tan bien orquestada como lo hacen actualmente en contra de López Obrador.

Sin lugar a dudas el hecho requiere de una acción coordinada de quienes pensamos diferente, porque si es – que lo es - una declaración de guerra, habrá que tomar partido y alistarse en las filas de quienes no ven con buenos ojos lo que intentan hacer, porque ya no solo se trata de demeritar la imagen presidencial, aquí se trata de algo más que es a donde no llega mi entendimiento, porque tendrían que estar seguros que esto no bastará para debilitar al presidente al punto de buscar su destitución. Es decir, no puede tratarse de un golpe de Estado porque serian demasiado inocentes – por utilizar términos decentes – para pensar que podrían lograrlo, sin entender que la mayoría de los mexicanos pensamos diferente y la gran mayoría – quiero pensar – tenemos otros datos – como dirían por ahí – y no fácilmente nos vamos a convencer con esta andanada de insultos hacia la imagen presidencial, y aunque somos críticos y cuestionadores por naturaleza, sabemos cuándo los movimientos se extralimitan. Este ejército de personas intentan – según mi forma de pensar –  que nuestro país regrese a sus anteriores “usos y costumbres” donde ellos resultaban sin lugar a dudas privilegiados con prebendas que a finales del 2018 fueron canceladas optando por apoyar a los que nunca se ayudó, a los más marginados, es decir los más pobres.

Pero regreso a la idea inicial, dejando de lado los más radicales a quienes he nombrado en párrafos anteriores y de los que seguramente se me olvidan muchos que merecerían estar en primera fila, he elegido a un editorialista al que durante mucho tiempo consideré un pensador de izquierda – no necesariamente López Obradorista – y que en algún tiempo fue encargado de la línea editorial del Universal -  para bien - siempre crítico  de los desplantes del poder económico y político, quien representó – para mí al menos – un periodismo de investigación lejano de actitudes viscerales en contra de nadie. Sin embargo, de un tiempo a la fecha, su pensamiento claramente se ha transformado y solamente lo puedo pensar en razón de la influencia de un director, Ealy Ortiz, que como mencionamos deja mucho que desear, es claro que de leer estas líneas – muy poco probable – lo negaría rotundamente, pero pretendo resaltar algunas de sus frases que dio como respuesta en su artículo – “Esta columna tampoco le va a gustar al Presidente” y subrayo también las frases de la mañanera de AMLO que provocaron esta respuesta.

“No hay en México un periodismo profesional, independiente, no digo objetivo porque eso es muy difícil, pero ético”: AMLO

A esto tendríamos que contradecirle al señor Presidente asegurando que claro que lo hay aunque es cada vez más difícil encontrarlo, sobre todo en los medios masivos de comunicación, que desde todos los puntos de vista critican más al actual presidente de lo que lo hicieron con los anteriores, y esto es algo que puede ser probado.

El buen periodismo es el que defiende al pueblo y que está distante del poder”,  a lo que agregó “Lo que tenemos ahora es un periodismo muy cercano al poder, sobre todo al poder económico y muy distante del pueblo. Es un periodismo de la élite”.

Cuestionó por sus nombres, líneas editoriales y editorialistas de El Reforma, El Universal y El Excélsior, y a comunicadores como Ciro Gómez Leyva a quien mencionó como nacido de un periodismo profesional nuevo e independiente pero que fue volviéndose “conservador” con el paso del tiempo “Siempre hay tentaciones” agregó.

Y mencionó el periodismo del Uno más Uno y Proceso – “de otros tiempos” y la Jornada así como algunos escritores que elogian – demasiado diría yo – su actuar, pero eso fue todo, y pueden revisar la transcripción de esa conferencia mañanera que tanto escozor provocó en las élites de la comunicación y que a más de diez les hizo rasgarse las vestiduras comprobando que no hay nada más que lo arriba anotado.

Ahora veamos la respuesta de Salvador García Soto en la columna Serpientes y Escaleras del Universal, para que vean la desproporción entre la causa y el efecto:

El que se jura transformador de México y se equipara con Hidalgo Madero y Juárez, pero está demostrado ser mucho más pequeño” ¿De verdad? “su juicio sobre el periodismo es falaz, subjetivo e irracional es visceral e injusto”

“Otra cosa es que él y sus seguidores más fieles le vean como representante legítimo del pueblo” que –pregunto– ¿no es el representante legítimo del pueblo? Y agrega, “otra cosa es otros mercenarios y acomodaticios así lo vean” y ahí termina endilgándonos a muchos la frase de mercenarios y acomodaticios, y sigue “nunca vi a un Presidente llorar – ¿quién lo vio llorar? -  y agrega que él – Salvador García – jamás había visto en los últimos cinco presidentes alguien chillar – ¡esto si es un insulto! – como López Obrador quien un día y otro también” y sigue “ningún presidente vociferó y perdió tanto tiempo cuestionando a los medios” cualquiera que analice el discurso de las mañaneras – yo lo hice – se dará cuenta que después de haber pedido una tregua hace más de un mes, no volvió a ocuparse del tema hasta esta última.

“El nivel de intolerancia a la crítica solo muestra su enorme ego” ¿de verdad? Y agrega “su perfil autoritario y dictatorial” ¡ah caray! Para agregar: “sus berrinches y ataques a la prensa critica” “su total ignorancia sobre el periodismo” y agrega “que deje de quejarse y  lloriquear todos los días” ¿de veras lloriquea todos los días? “mientras ataca y demoniza desde su púlpito” y más adelante agrega “debería utilizar mejor su tiempo a estar descalificando todos los días atacando y azuzando a la polarización la descalificación a los profesionales del periodismo”.

No mi estimado García Soto, quienes se dedican -eso si todos los días- a descalificar al presidente y a polarizar a la sociedad son ustedes no el Presidente cuyos comentarios son esporádicos si los comparamos con los de los medios y cuando habla del chayote,  los comunicadores no nos hacen pensar – a la sociedad – en otra cosa como el motivo de sus constantes descalificaciones, a LA AUSENCIA DEL CHAYOTE.

Cuando García Soto llama al presidente a serenarse, la sociedad pide lo propio a los comunicadores como el Presidente se los pidió hace no más de un mes, un llamado a serenarse y a unirse por un bien común que es México, porque la “libertad” que les da la constitución – palabras con las que termina su texto – para terminar con el mensaje de “responsabilidad, rigor y ética” de los comunicadores la verdad es que desde la perspectiva de quien recibe la comunicación, deja mucho, pero mucho que desear de lo que entendemos como una clara campaña orquestada – no sabemos desde dónde – para desprestigiar TODO lo que se hace desde el ejecutivo federal.

Que no podemos ser -pregunto- Como otros lugares – por ejemplo Portugal – donde derechas e izquierdas se unen para apoyar las acciones de quien ostenta el poder para salir lo mejor librados de la crisis o debemos dejar pasar a quienes cuestionan con perversos Y MEZQUINOS objetivos - ¿golpistas? Que claro no sucederán y que solo logran armar un ejército – donde me incluyo – de aquellos que no permitiremos más la desunión que aunque lo nieguen provocan desde las élites del tercer poder que es el poder de los medios de comunicación.