El gobierno que queremos y no llega
Martha Chapa
Siempre he creído que entre el gobierno y la ciudadanía debe mediar una comunicación permanente, clara precisa y veraz
Sin embargo, a través de los sexenios y sin exceptuar el que corre en nuestros días, suele haber sesgos y truculencias informativas.
En el caso actual, tan sólo escojo un par de ejemplos: las estadísticas sobre los daños registrados a partir de la aparición del Coronavirus, así como la referencia que hiciera sobre los médicos.
Del primer punto habría que decir que no sabemos con precisión el número de personas que han sido contagiadas, e igual del número de quiénes lamentablemente han fallecido por esta enfermedad, a falta de la aplicación de pruebas generalizadas, conteos indebidamente clasificados y contradicciones entre varias de las entidades federativas y el gobierno federal, desde los inicios de la pandemia.
Por otro lado, han sido indignantes e injustas las opiniones vertidas por López Obrador respecto a que los médicos en tiempos del neoliberalismo, según lo dijo, han estado marcadas por el lucro y el negocio, lo cual es absolutamente una gran mentira y hasta una grave calumnia.
Y me pregunto: cómo es posible que puedan darse estos comunicados tan burdos, equivocados y sin sustento, pues por una parte hubiera sido muy reconocible e incluso plausible que el titular del Ejecutivo Federal advirtiera que las cifras que se dan respecto a la pandemia son aproximativas y todavía mejor si hubiera reconocido que no se aplicaron desde el principio las acciones o métodos más aconsejables. Igual, en el segundo caso, el de los médicos que a la vista de todas y todos arriesgan la vida día a día en estos tiempos difíciles y que en general no dejan de ser una figura respetable y benéfica, pues todos hemos tenido problemas de salud en mayor o menor grado a lo largo de las décadas recientes y hemos salido con bien y en su gran mayoría recuperado la salud.
No es, desgraciadamente, la primera vez que en lo que va del presente sexenio se expresen comentarios tan grotescos y falsos, de tal manera que la credibilidad y la aceptación hacia el presidente han sido ya severamente mermados y van a la baja.
Que diferente hubiera sido y todavía puede serlo, si López Obrador asumiera el nivel de un estadista que hablara con la verdad y en un tono de unidad, tolerancia visión y solidaridad entre todos y todas nosotras. Es lo que siempre ha necesitado y necesita México y que hasta ahora nuestros dirigentes le han negado, en razón a la ineptitud e insensibilidad para gobernar y hoy dejar si de ser un vocero partidista, belicoso y de plazoleta.
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