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FRENA Y ¡ES LA BOA!
Con música tropical…

“Que mis enemigos sean fuertes y bravos para que así yo no siente remordimiento al derrotarlos”

Proverbio Sioux
Dr. José de Jesús Reyes Ruiz

Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

Una de las frases o si se quiere de los mensajes que más me ha impactado en mi caminar por la vida es sin lugar a dudas el de Voltaire “podre no estar de acuerdo con tu decir – o sentir – pero estoy obligado a defender tu libertad de decirlo” palabras más palabras menos, y que implica, sin lugar a dudas, la bandera de la tolerancia que tiene que existir entre los seres humanos.

Con todo y ello, me cuesta una enorme dificultad aceptar que una persona llame “pendejo” al Presidente de la Republica electo por la mayoría de los mexicanos. Entiendo y respeto su posición, pero ello no le permite insultar a quien llegó al lugar que ocupa en un evento democrático independientemente si está en desacuerdo con su actuar.

El escritor – intelectual orgánico – es, y debo reconocerlo, un buen escritor, quien me pareció grande con su libro “Aromas de Madera”, y del que recientemente leí, entre otros, “La Guerra de Galio” donde, por cierto, exalta la posición de un miembro de la Liga 23 de Septiembre tan vilipendiada recientemente. Y ahora resulta que es de los personajes centrales y que claramente lidera el proyecto que actualmente se conoce como FRENA, y que es un Frente Amplio anti López Obrador donde la propuesta central es la de quitarle la mayoría que actualmente ostenta en la Legislatura federal en el 2021 y lograr que no sea ratificado y se vaya a “La Chingada” -su rancho- en el 2022.

Dentro de este contexto, no podemos olvidar el liderazgo de uno de los dueños de las tienda “Soriana” con el mismo llamado pero – según recuerdo – menos congruencia al pedirle que se largara a su país, como si La Chingada no fuera un lugar localizado en Tabasco su tierra natal (y parte de nuestro país), y que dejara de estar desgobernando México.

Este empresario, como muchos otros, ha pedido que renuncie, y entre más pronto mejor; que deje de dañar a nuestro país. El problema es la forma de lograrlo. AMLO les ha llamado golpistas, y muchos se han alterado por este término, pero me pregunto cómo llamarle a alguien que pide que deje el puesto un Presidente electo democráticamente cuando no tiene ni dos años en el ejercicio de un poder que se dictaminó para seis.

Y aunque esta movilización llame a risa y a vergüenza ajena, no deja de polarizar una sociedad que de por si siempre ha estado polarizada desde que en 1823 nace como una República libre y soberana.

Créanme que me preocupe sobremanera (es sarcasmo) ver manifestarse a 24 vehículos en nuestra ciudad capital con consignas anti AMLO, pero eso fue en Zacatecas y en varios lugares, sobre todo en la ciudad de México; cientos de automóviles protestaron en el centro de la ciudad dando una y otra vez la vuelta para que fueran contabilizados como muchos más de los que realmente se manifestaron, y lo preocupante fueron las consignas insultantes –insisto– a la investidura del presidente donde lo menos fue el llamarle viejito – tiene 65 años y no entiendo que esta edad permita que le llamen viejo- y muchos términos insultándole y solicitándole la renuncia.

Me recuerda cuando Adolf Hitler buscaba el poder y organizo un desfile donde sus huestes – las camisas pardas - dieron la vuelta una y otra vez a un par de cuadras para que quienes le veían desde un edificio donde estaban los altos mandos de la política de su país, los percibieran como muchos más de los que realmente se estaban manifestando.

Ahora bien, nos dicen que salen en sus automóviles por el problema de la pandemia. Yo más bien creo que es por comodidad, porque en su condición de pirruris o de fifies marchar a pata como se diría vulgarmente, es de pobres y de chairos, y por qué exponerse a las inclemencias del sol o del temporal, por qué gastar energía, mejor gastar gasolina y seguir contaminando con cuenta al erario.

Pero siendo serios, la circunstancia por alguna razón me recuerda el triunfo y la caída de Salvador Allende en Chile ya hace muchos años – toda proporción guardada – porque no nos olvidemos que por aquellas latitudes la derecha había ganado siempre, y en un descuido la izquierda socialista - que no comunista – les rebasó sin que se dieran cuenta y triunfó en las elecciones en 1970 para sorpresa de propios –los chilenos– y extraños – los norteamericanos–.

Cuando las élites de los tiempos anteriores – políticas y económicas – despertaron a la realidad y reaccionaron – siempre con la ayuda “desinteresada” de los norteamericanos, plantearon un boicot empresarial y paralizaron toda actividad económica sacando sus capitales (un poco o un mucho lo que hicieron aquí los grandes empresarios) por lo que -como aquí- la economía se vino abajo, NO POR LA INCAPACIDAD DEL PRESIDENTE – ALLENDE o AMLO – Allende hizo lo que pudo en contraste al manotazo sobre la mesa dado por López Obrador con la suspensión del monumento a la corrupción que era el aeropuerto de Texcoco - y que quiso corregir invitando a las cúpulas empresariales a cooperar con su proyecto, a lo que le dijeron que si, pero no le dijeron cuándo.

En Chile como en México se decidió que por el bien de todos primero había que atender a los pobres y así se hizo, sólo que eran otros tiempos y los Estados Unidos se encontraban ahí recomendando y respaldando a las élites que habían perdido el poder, se instaló entonces un bloqueo como el que vivía Cuba y como el que actualmente se implementó en Venezuela – “países asquerosamente comunistas” - y las tiendas comenzaron a parecerse a las de Rusia – y otros países comunistas – donde no había nada y todo escaseaba – un poco como se ve en la Venezuela de estos tiempos - pero se fue más lejos – porque, claro, se tenía el apoyo de Kisinger, Secretario norteamericano de estado, - habría que recomendarle a Aguilar Camín y compañía que busquen su asesoría porque aún vive aunque tenga más de 90 años – y se paralizaron otros sectores como por ejemplo el de los conductores del trasporte público y de carga a los que se les pagaba para permanecer en huelga – quédate en casa aunque aún no eran los tiempos de la pandemia - y el país Chile 70-73 como actualmente México – aunque no tanto – entró en la peor crisis que hubieran imaginado con una parálisis económica que poco o nada tenía que ver con el gobierno de Allende y sus políticas en favor de los más necesitados, sino que en mucho eran provocadas por la parálisis económica de quienes tenían y siguen teniendo los hilos de la económica. Cualquier parecido con nuestra realidad es mera coincidencia.

Aun bajo tal desastre Allende no perdió el apoyo de los de abajo – como tampoco lo ha perdido AMLO – pero no costó trabajo en aquellas latitudes, convencer a los militares que era tiempo de actuar y así lo hicieron con un fatídico golpe de Estado y la toma armada y aérea del Palacio de la Moneda donde Allende fue asesinado – no se suicidó como quiso contar una historia manipulada por los militares - y después de 1973 la democracia fue substituida por una dictadura militar de muy larga duración ¡Qué maravilla! ¿Eso es lo que quieren los golpistas conservadores y fifís que se manifestaron en sus vehículos este fin de semana?

La cantidad de Chilenos que murieron torturados en los primeros años de la dictadura fue un genocidio de proporciones mayores, pero las élites recuperaron sus tierras, sus minas, sus empresas que les habían sido expropiadas – y claro sus prebendas y privilegios - los supermercados volvieron a llenarse de artículos que la mayoría de los chilenos no podían comprar por no tener los recursos para hacerlo, y Chile se convirtió en dos polos, el de los de arriba que podían viajar que podía comprar, que tenían de todo, y el de los de abajo la gran mayoría que vieron empobrecer su condición económica con el desmantelamiento neoliberal de sectores tan importantes como la educación y la salud pública que fueron privatizados paulatinamente.

LAS CIFRAS MACROECONOMICAS mostraban el éxito de la dictadura.

El milagro chileno – neoliberal – de un Pinochet demasiado cercano a Margaret Teatcher, la mancuerna de Ronald Reagan en esto de las políticas económicas, fue visto con envidia por nuestros gobiernos neoliberales de Salinas a Peña Nieto, pero no solo de ellos hay que leer en sus editoriales de entonces a los intelectuales orgánicos como el propio Aguilar Camín, Silva Herzog Márquez, Leo Zuckerman y anexas alabar la magia chilena y convencer a nuestros ex presidentes de seguir lo absurdo como el caso de las Afores que creían un éxito de las nuevas políticas del país sudamericano y que acabarían con el sueño de una pensión justa y digna de las clases trabajadoras.

Pero como era el modelo a seguir, ahí había que ir, al despeñadero junto con ellos sin entender que se trataba de dos países: el Chile de los de arriba que todo tenían y el Chile de los de abajo que de todo carecían en una inequidad que se intensificó exponencialmente.

Cualquier parecido con nuestra realidad es mera coincidencia

Esta historia continuará….