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A DOS AÑOS DEL TSUNAMI
Por: Arturo Nahle G.
Hoy se cumplen dos años del Tsunami electoral, dos años de aquella noche febril en que López Obrador dijo que respetaba a quienes no votaron por él. Dos años de que nos llamó a la reconciliación y se comprometió a establecer una auténtica democracia, a no construir una dictadura abierta ni encubierta. Pues reconciliación no ha habido, pero tampoco dictadura.
Aquella noche dijo que los cambios serían profundos, pero con apego a la ley. Que habría libertad empresarial, de expresión, de asociación y de creencias. Que respetaría la autonomía del Banco de México, mantendría disciplina financiera y fiscal y se reconocerían los compromisos contraídos con empresas y bancos.
Advirtió que los contratos del sector energético suscritos con particulares serían revisados y si se encontraban anomalías que afectaran el interés nacional, se acudiría al Congreso y a Tribunales. Agregó que no habría confiscaciones o expropiación de bienes.
Creo que sí ha habido libertades, disciplina financiera y cumplimiento de compromisos económicos. Los contratos energéticos se han revisado, se encontraron anomalías y el tema está en la Corte. Contra muchos pronósticos, no ha habido confiscaciones ni expropiaciones.
Dijo que la Cuarta Transformación consistiría, básicamente, en desterrar la corrupción, resultado de un régimen político en decadencia. Dijo que este mal es la causa principal de la desigualdad social y económica y de la violencia que padecemos. Sigo totalmente de acuerdo.
Dijo que no aumentaría impuestos en términos reales ni endeudaría al país, tampoco habría gasolinazos. Se obligó a bajar el gasto corriente y aumentar la inversión pública para impulsar actividades productivas y crear empleos, también a fortalecer el mercado interno y tratar de producir en el país lo que consumimos.
Pues no se han aumentado los impuestos, no se ha disparado la deuda, no ha habido gasolinazos y vaya que se ha reducido el gasto corriente; pero imposible aumentar la inversión y crear empleos en medio de la peor recesión generada por una pandemia mundial.
Dijo que representaría a todos: a ricos y pobres, a pobladores del campo y de la ciudad, a migrantes, a creyentes y no creyentes, a seres humanos de todas las corrientes de pensamiento y de todas las preferencias sexuales. Se comprometió a escuchar, atender y respetar a todos, preferentemente a los más humildes y olvidados como los pueblos indígenas.
Pues sin duda que le ha dado preferencia a los pobres y sobre todo a los indígenas, pero epítetos como fifís, neoliberales y conservadores distan mucho del compromiso de representar y respetar a todos.
Dijo que cambiaría la estrategia fallida de combate a la inseguridad y la violencia. Más que el uso de la fuerza, atendería las causas, o sea la desigualdad y la pobreza. Dijo que convocaría a representantes, líderes y organismos nacionales e internacionales, para elaborar el plan de reconciliación y paz. Que se reuniría todos los días con el gabinete de seguridad, que habría mando único, coordinación, perseverancia y profesionalismo.
Pues la nueva estrategia, si es que la hay, sigue fallando, aunque se reúna diario a las 6 de la mañana con su gabinete de seguridad.
Con Estados Unidos dijo que buscaría una relación de amistad y cooperación, fincada en el respeto mutuo y en la defensa de nuestros paisanos que viven y trabajan honradamente en ese país. Pues el TEMEC salió, no hay muro y el DACA que protege a 700 mil dreamers sigue vigente.
Finalmente reconoció la pluralidad y profesionalismo de los medios y las benditas redes sociales. Pues dos años después algunos de estos medios ya los considera sicarios y las redes sociales de benditas pasaron a malditas.
Como se observa, hasta hoy éste ha sido un gobierno diferente, polémico, con claroscuros, pero sobre todo con muchísimas adversidades, la mayoría de ellas ajenas a la 4T.