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TRUMP – AMLO

REUNION BINACIONAL
Dr. José de Jesús Reyes Ruiz
Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

No puedo pensar que dos personas - como los que se encontraran esta semana - sean más diferentes y sin embargo tengan claras similitudes-. Para cuando estas líneas salgan a la luz, ya se habrán reunido, habrán platicado, habrán utilizado – más el güero que el mexicano - a su contraparte para obtener beneficios personales y regresará López Obrador en un vuelo comercial con parada en Dallas, Texas, donde por primera vez un jefe de estado utiliza un vuelo de línea para llegar a su destino que es el de entrevistarse con su contraparte, el Presidente de los Estados Unidos.

Ante la resistencia de utilizar el majestuoso avión con costos elevadísimos y que ni Obama tenía, transporte que llevó por dar un solo ejemplo a Peña Nieto, su esposa La Gaviota, y claro toda la parentela incluida maquillistas y cortadores de pelo etc. A Inglaterra con gastos que difícilmente podemos calcular, cientos de menús para elegir, los mejores vinos y miles de cosas más, y claro todos volaban en el equivalente a primera clase a cuenta de nuestros impuestos.

AMLO – claro - no podía ya utilizar este medio de transporte, pero hubiera podido usar una de las muchas aeronaves que aún tienen las secretarías y que pudieran haber trasportado a él y al gabinete que le acompaña sin ningún problema, pero tampoco quiso, ya ni se diga que algún magnate empresario – de los que son sus amigos y no sus adversarios – gustosamente le hubieran prestado sus jets privados - pero no, es un asunto que va más allá del principio de austeridad. Andrés Manuel quiere demostrarle a los mexicanos y al mundo entero que las cosas pueden hacerse diferente aun como Presidente de la República y una de las diez primeras economías del mundo hasta hace apenas unos años.

Cosas raras veréis diría el clásico. Hace apenas unos días vi una imagen de dos personajes de la izquierda del siglo XX; Mujica ex presidente del Uruguay, y Noam Chomski catedrático del MIT - Massachusetts Institute of Technology - el centro educativo más importante del mundo junto a Stanford - en el área de la Bahía de San Francisco, y claro Harvard – filmando un documentar producido por mexicanos, y a bordo del ya clásico Volks Wagen azul gris de Mujica que seguramente tendrá ya más de medio siglo de existencia y todavía sigue siendo útil para el transporte esencial de estos dos grandes.

Pero tal vez tengamos que darle gracias a la santísima misericordia que no le haya dado a López Obrador por irse en vehículo y por carretera, lo cual hubiera sido un poco más complejo y claro más tardado. En fin, en este su primer viaje como presidente al exterior, no se dignó ni si quiera invitar a su esposa por lo que no podrá conocer a Melany ni mucho menos a Ivanna; muchos hubiéramos dado cualquier cosa para estrechar sus manos – cosa prohibida en estos días de cualquier forma por la pandemia –.

¡Al cabo que ni quería!

Pero seamos serios. Iniciamos estas reflexiones tratando de entender las cosas que hacen a estos dos presidentes tan diferentes y qué tienen en común, en principio y en teoría: Trump es un personaje conservador de extrema derecha y además multimillonario, un empresario – algo venido a menos – que logró colarse a la máxima magistratura de una nación que ya ha cometido estupideces similares en el pasado (no olvidemos que eligió a un pésimo actor -alguien como Ronald Reagan-) mientras que AMLO, en teoría también, es un personaje de izquierda – tal vez no tanto – y progresista – tampoco mucho que digamos – pero si es una persona consiente de la inequidad de su país y del mundo entero y de haber realizado como meta en su vida el compromiso con la más elemental justicia social.

Que sea terco, que cometa pifias un día sí y otro también, que sea cristiano – no católico – aunque no practicante, pero si convencido de los valores que trata de regresar al terreno de la política a toda costa, que aun con el hablar pausado muchas veces no piense lo que quiere decir es otro asunto; el punto es que son dos personajes disímbolos pero, sin embargo, los dos han sido calificados en el mundo como POPULISTAS, es decir tienen su base en simpatizantes marginados – en los Estados Unidos aquellos que son desempleados pero parte del movimiento WASP (white anglo saxon persons) (personas blancas anglosajonas) poco ilustradas, resentidas con los quehaceres de la política tradicional que sienten que les han ido marginando, pero eso si son parte de una población que podríamos calificar como ARROGANTE E IGNORANTE –. Se sienten superiores a los demás, y claro, son racistas a más no poder - que conforma tal vez un 30 por ciento de la población americana.

AMLO, por el contrario, es un populista de izquierda – yo no estaría totalmente seguro – pero su lema de siempre ha sido que “por el bien de todos primero los pobres”, y los pobres representan un gran número; son – o fueron – su base electoral, y a ellos ha dedicado sus programas de asistencia social – para el bienestar – olvidándose prácticamente de todo lo demás porque, claro, no hay dinero que alcance.

Sus necedades – como la cancelación del Aeropuerto de Texcoco – lo confrontaron con las cúpulas empresariales que se han ido distanciando paulatinamente haciendo que la economía comenzara a resentirlo tiempo antes de la llegada de la pandemia y las clases medias y altas que se consideran a sí mismas como pirruris – aunque no lo sean – adoradores de Loret de Mola, y antes de Ferriz de Con, viven alimentando su animadversión visceral en contra del Peje y hoy por hoy están seguros de que este señor se desayuna niños recién nacidos – vivos y obviamente crudos – por las mañanas en Palacio Nacional junto con tamales de chipilín.

Porque eso es lo que desayunan los comunistas ¿O no?

Las ideas que los comunicadores y seudointelectuales orgánicos le meten a esta población de clase media y media alta es increíble. Yo recuerdo pasear por la plaza central de Brujas en Bélgica en los tiempos del campeonato mundial de Alemania, que como otros lugares de Europa estaba lleno de mexicanos de “buena cuna” (eran los tiempos del 2006 donde se elegiría entre Calderón y AMLO), y platicando con jóvenes, todos ellos profesionistas o en vía de serlo, nos comentaban el peligro que implicaba la llegada de López Obrador porque alguien les había convencido de que a todos aquellos que tuvieran más de una propiedad o una casa, se les dejaría el lugar donde habitaran pero se les quitaría todo lo demás.

¡Cristianismo sí. Comunismo no!

Pero regresando al tema, uno entiende perfectamente las similitudes TRUMP BOLSONARO pero ¿TRUMP-AMLO? ¿De dónde? Y sin embargo era claro que TRUMP odiaba a Peña Nieto que se le parecía en muchas cosas sobre todo en la ignorancia sobre cualquier tipo de tema, pero también es claro que TRUMP ha mostrado -¡de verdad!- una empatía por López Obrador.

Ahora bien, los comentaristas de radio y televisión y los editorialistas de los medios impresos – y muchos más – se han desgarrado las vestiduras por este viaje que en su opinión no debía haberse realizado, pero estoy totalmente seguro que se las hubieran rasgado igual – o peor – si AMLO se hubiera negado a ir.

Seamos honestos, TRUMP lo invita no porque le caiga muy bien, sino porque CLARO quiere sacar raja política de esta visita, piensa que como en la entrevista en los Pinos a donde fue invitado - no fue él quien invitó - por Peña Nieto y su escudero Videgaray, logro un repunte y ahora utiliza esta reunión para ganar votos en una elección que ve en peligro, fue por eso que invito al tabasqueño.

La pregunta es si López Obrador se hubiera podido negar, ¡CLARO QUE NO! Como puede negarse a la invitación del presidente de la aun nación más poderosa del mundo.

Habrá quien diga ¡ah! pero el líder palestino si se negó a la invitación de Trump, y quien tome esta negativa demostrará que está totalmente fuera de lugar – como lo hizo un editorialista de Reforma – son cosas totalmente diferentes. La Ley de Anexión que Trump apoya para que Israel tome el 30 por ciento de la de por si pequeña franja de Gaza es a todas luces inaceptable, por lo que estamos comparando peras con canicas, ya no se diga con manzanas.

México recientemente solicitó dos favores al gobierno de los Estados Unidos específicamente a Trump. El primero fue el apoyo para que nuestro país no se viera castigado con una reducción mayor a cien mil barriles diarios de petróleo, EU acepto la cuota extraordinaria que le tocaba a México de más del doble de la reducción mencionada y después nuestro país solicitó ayuda en la adquisición de ventiladores para el manejo del COVID-19 a lo que el país vecino aceptó (de otra forma no hubiéramos logrado los mil ventiladores que mínimamente requeríamos para enfrentar la pandemia).

La invitación fue realizada – sin lugar a dudas – con toda premeditación, alevosía y ventaja - y a AMLO no le quedaba alternativa en las presentes circunstancias que aceptar. Lo hizo sabedor de que sería duramente criticado como lo hubiera sido si rechazaba la invitación, por lo que no le queda más que justificarse y tratar de pasar – al mal paso darle prisa – el trago amargo y aguantar la crítica y salir lo mejor librado posible porque es claro que no es para romper el listón del nuevo tratado de comercio, es si para agradecer – y eso es justo – las actitudes recientes del gobierno de los EU para con nuestro país, y que el encuentro será utilizado electoreramente

¡POS YA NI MODOS!