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LOS GRINGOS, UNOS GENIOS EN EL ARTE DE LA MANIPULACION

Para documentar mi pesimismo, y el de los demás
Dr. José de Jesús Reyes Ruiz

Mientras los detractores del gobierno de López Obrador, se congratulaban presagiando un enorme desastre de la gira a los Estados Unidos y se desgarraban las vestiduras porque el presidente había aceptado la invitación de Trump a visitar la Casa Blanca, la visita no solo no salió del todo mal sino que le hizo ganar algunos puntos a quien habita Palacio Nacional, que regresó sin raspones de su viaje y muchos de sus detractores tuvieron que aceptar que su visita al país del norte no solo sucedió sin percances, sino que le permitió en un discurso – que fue lo único que hizo realmente y que se extendió más del tiempo permitido- defender a los migrantes, exhibir asuntos de la doctrina Monro (que fue bueno traer a colación) pero también alabar - siento ya en demasía - al ocupante actual de la Casa Blanca.

Los medios norteamericanos no hablaron mucho de la visita y por su parte mexicanos, tuvieron que aceptar que había sido en gran medida un éxito, vamos hasta detractores viscerales como Sylva Herzog Márquez en su editorial del Periódico Reforma tuvo que aceptar que dentro de la incertidumbre en la que nos encontramos por la pandemia y la crisis económica, al menos era bueno saber que los presidentes de ambos países se llevaban bien porque un rompimiento en ésta, que es una relación esencial para nuestro país, sería doblemente devastadora.

Bueno ese es el punto de vista nuestro (de los mexicanos) pero yo quisiera recomendarle a AMLO que no se emocione mucho, que Trump de alguna forma utilizará esta reunión para manipular la mentalidad de los norteamericanos principalmente de los latinos que ya conforman la primera minoría por arriba de los afro americanos y representan 30 millones de votos para la próxima contienda de noviembre.

Creer o sentir otra cosa es sin lugar a dudas un despropósito y para entender mejor de lo que estamos hablando bien vale traer a colación – como lo hemos hecho antes – alguna historia real de terror, sucedida en el pasado para que escuchen quienes tengan oídos y salud estomacal, y entiendan como se la manejan los norteamericanos cuando de sus intereses se trata.

Corría la mitad del siglo XX y en Guatemala ya se vivían tiempos de democracia que nuestro país estaba muy lejos de soñar siquiera. Después de la instalación de gobiernos emanados del partido liberal – que de liberal no tenía nada – principalmente de Jorge Ubico Castañeda que se eternizó anticonstitucionalmente por casi tres lustros (15 años) en el poder, y que dejo para disimular a un amigo, el General Juan Federico Ponce Valides para que le cuidara el negocio unos meses en 1944, cosa que el pueblo guatemalteco no pudo tolerar más, logrando – con la ayuda de los siempre acomedidos militares – su renuncia con la instalación temporal de una Junta Revolucionaria de gobierno para dar lugar a elecciones libres y democráticas – por mucho que para esos tiempos era como un sueño – y que, claro, fueron mal vistas por los dictadores que dominaban la zona Batista en Cuba, Trujillo en tierras Dominicanas y Somoza en Nicaragua.

De estas elecciones libres y democráticas, - de las primeras en la historia de Latinoamérica – resultó vencedor un personaje -él si liberal-, culto, con ideas democráticas y renovadoras quien sabía que un país donde el 90 por ciento de sus habitantes eran indígenas - hasta ese momento reprimidos y esclavizados - tendría que cambiar. Este personaje no sabía de socialismos ni mucho menos de sistemas comunistas, no era simpatizante de la Unión Soviética sino admirador del sistema democrático norteamericano. Se trataba de Juan José Arévalo, quien llega de la mano del nuevo Partido de Acción Revolucionaria.

Entre sus primeras acciones tenía en mente pedir -casi suplicar, que no exigir- algunas condiciones a la United Fruit, que había extraído enorme riqueza la primera mitad del siglo gracias a la exportación de Plátano de Centroamérica a los Estados Unidos primero y después a Europa, utilizando y prácticamente esclavizando a los habitantes de esta zona en su mayoría indígenas a quien pagaba sueldos de miseria, y claro SIN PAGAR IMPUESTOS sino dando “moches” - como corresponde - a una cúpula política que se dejaba querer – cualquier parecido con las compañías mineras que asolan México es solo una coincidencia –

Los dos puntos que el nuevo gobierno de Juan José Arévalo pretendía eran primero que pagaran impuestos como lo hacían todas las compañías en los Estados Unidos y segundo, que permitieran la formación de sindicatos como también sucedía en los Estados Unidos.

El dueño y presidente de la United Fruit, Sam Zemurray un emigrante judío que de Rusia llego a los Estados Unidos a inicios del siglo, de origen humilde y que construyó un imperio gracias a la exportación de plátano de Centroamérica utilizando enormes concesiones y pagando prebendas bajo la mesa a la clase política, puso el grito en el cielo cuando llego alguien que le solicitaba de la mejor manera que pagara impuestos y permitiera la formación de sindicatos. Esto no era posible que se le pidiera a un magnate de su categoría, por lo que visualizo contratar a otro judío, también migrante pero de nivel socioeconómico alto para que se hiciera cargo, a Edward L Barnay quien se sentía el padre de las relaciones publicas, quien creó un plan para contrarrestar la “injusticia” que el nuevo gobierno de Guatemala les solicitaba.

Su plan fue muy simple: tratándose de los tiempos de la Guerra Fría, habría que convencer al gobierno norteamericano pero también a su sociedad - tremendamente manipulable con estas cosas -, que el nuevo gobierno de Guatemala era simple y sencillamente comunista – de esos que comen niños recién nacidos crudos para el desayuno como AMLO pero sin tamales de chipilín – y que Guatemala – nadie sospechaba de Cuba bien resguardada por Batista – sería el enclave Soviético en tierras americanas casi, casi en el traspatio de los EU. Se Vivian tiempos del Macartismo por lo que este tipo de cosas eran muy sencillas de inocular aunque distaran mucho de ser ciertas, y a pesar que se llevó su tiempo y el sexenio de Arévalo pudo transcurrir no sin problemas que pudieron ser solventados.

Ascendió al poder alguien de la misma ideología, el militar Jacobo Arvenz Guzmán quien dio continuidad a las políticas de Arévalo de frente a la United Fruit pero la llevó más lejos INICIANDO UNA REFORMA AGRARIA al estilo de Lázaro Cárdenas con el único y principal objetivo de dar tierras en concesión a los indígenas. La reforma que no afectaría las tierras productivas de las cúpulas económicas ni mucho menos las que trabajaba en condiciones extraordinariamente ventajosas la United Fruit.

Esto ya no era tolerable, la campaña que había organizado bajo el agua esta compañía había dado resultados, y con la ayuda principalmente de Somoza que permitió que milicianos de Guatemala pero también de otros países se unieran a solo unos cuantos centenares de soldados que se llamaron así mismos EJERCITO LIBERACIONISTA entrenado en Nicaragua pero que invadiría desde Honduras a Guatemala, el presidente de El Salvador no se prestó a este juego pero el de Honduras fue presionado por los Estados Unidos y permitió la invasión.

Fue una guerra de pena ajena, los cientos de soldados invasores hubieran sido repelidos sin problema por los ejércitos guatemaltecos a no ser porque los Estados Unidos compraron tres aviones viejos pero útiles para el combate, Guatemala tenía una fuerza aérea de cinco aeronaves sin piloto, (uno de los pocos pilotos que los sabían manejar se cambió de bando) y así no con los tres aviones del ejército liberacionista – uno no servía - sino dos solamente, pudieron bombardear a sus anchas y lograr avances significativos.

Pero no fueron ellos los que ganaron la guerra. La amenaza que seguían difundiendo los de la United Fruit de que Guatemala seria invadida por los marines norteamericanos directamente metieron miedo a las cúpulas militares guatemaltecas quienes fieles al gobierno de Arvenz pero temerosas de la invasión de los marines, convencieron a éste de que renunciara.

Como suele suceder ocupó el poder una marioneta de los Estados Unidos, un militar mediocre Carlos Castillo Armas – después de dos interinatos por parte de la cúpula militar –este personaje de caricatura, viajó a los Estados Unidos donde fue recibido como héroe bajo el gobierno de Eisenhower quien entonces no pudo personalmente darle la bienvenida por estar hospitalizado pero fue recibido con toda la pompa posible por el vicepresidente Richard Nixon y desfiló en un vehículo descubierto por las calles de Nueva York como un héroe – como si hubiera puesto un pie en la luna o hubiera ganado el superbowl o la serie mundial – y porque había librado al continente de una invasión soviética, cuando Guatemala anterior a él no tenía relaciones diplomáticas ni mucho menos comerciales con el país soviético y donde fuera del dueño de la United Fruit – ese si judío de origen ruso – no había una sola persona de origen soviética en tierras guatemaltecas.

Así es como se las gastan las compañías trasnacionales y así es como se la creen no solo la sociedad norteamericana sino sus gobernantes.

ASI ES QUE ¡CUIDADO!