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Dr. José de Jesús Reyes Ruiz
EL SER HUMANO FRENTE A LA INSEGURIDAD Y LA PANDEMIA
MIEDO, ANSIEDAD, INCERTIDUMBRE, TERROR Y DEPRESION
I PARTE
Para documentar mi pesimismo… y el de los demás
Si de entrada analizamos EL MIEDO, tendremos que entenderlo como una EMOCION, tal vez como un sentimiento, un ente subjetivo que tiene el poder de paralizarnos, de provocarnos ansiedad, y claro incertidumbre, o cuando es de un grado extremo, provocarnos temor primero y después terror, y poner nuestra existencia en jaque, lo que hace nuestro accionar más lento, más pesado más difícil más complejo y por ende complicando aún más nuestra de por si nada sencilla vida cotidiana.
El miedo en realidad es un mecanismo de defensa, y si lo intentamos comprender en su dimensión biológica tendremos que aceptar que dista de ser solo una emoción o un sentimiento, es mucho más que eso, y está determinado físicamente, es decir los seres humanos como muchas otras especies animales estamos equipados con un mecanismo biológico que nos permite, primero, enterarnos de que existe un potencial peligro en nuestro entorno, y luego, actuar en consecuencia.
Sin embargo a diferencia de otras especies animales, el hombre moderno difícilmente tiene en su entorno depredadores dispuestos a acabar con su vida – en condiciones normales – y el miedo se nos presenta más como un mecanismo carente de sentido que lejos de facilitarnos las cosas nos hace nuestra existencia mucho más compleja.
Pondré tan solo un par de ejemplos: cuando manejamos en circunstancias delicadas o peligrosas - imaginemos un poco - está lloviendo, el camino tiene curvas pronunciadas y vehículos circulan en sentido contrario, de repente derrapamos en una curva y perdemos el control de nuestro vehículo. Si nuestra reacción es de miedo difícilmente haremos lo correcto sino que reaccionaremos inadecuadamente haciendo más factible que se presente un accidente, y si el miedo no se presenta actuaremos con calma no recurriremos al freno que complicaría las cosas sino quitando nuestro pie del acelerador o más bien acelerando ligeramente podremos mantener el control y salir sin complicaciones del evento que nos pone en peligro.
Creo que esto es algo que todos hemos sentido pero pondré un ejemplo más que vivimos los que nos dedicamos a realizar intervenciones quirúrgicas en órganos como el cerebro donde cualquier elemento que tenga que ver con el miedo nos hará las complicaciones y los problemas más fáciles, por ejemplo estamos trabajando bajo el microscopio, disecando un aneurisma y este se rompe y el sangrado inunda nuestro campo quirúrgico. Si nuestra reacción es de miedo o terror el resultado será desastroso, mientras que si reaccionamos con calma y desterramos cualquier respuesta que involucre esta emoción – el miedo – solo así podremos eventualmente mantener el control sobre el problema y salir adelante.
Estos son tan solo dos ejemplos pero puede haber muchos más donde un mecanismo diseñado por la naturaleza para defendernos de peligros extremos, se vuelca en contra de nuestro actuar y lo vuelve mucho más complicado. Esto no es algo que nos tenga que extrañar si pensamos que muchos de los mecanismos que la naturaleza diseñó en nuestra biología para proteger a nuestro organismo con mucha frecuencia pierden la ruta y se vuelven contra nosotros mismos como lo vemos en las enfermedades llamadas AUTOINMUNES donde el sistema inmunológico que en teoría es para defendernos de agentes patógenos externos, de repente desconocen alguno de los elementos normales del organismo y lo atacan como lo vemos en las enfermedades desmielinizantes – esclerosis múltiple, neuritis óptica y muchas más – donde el organismo comienza a destruir la mielina (elemento indispensable para el aislamiento de las fibras nerviosas) con la enorme disfunción que ello implica pudiendo incluso acabar con la vida de la persona.
Bien vale la pena insistir al respecto, por que en teoría el miedo nos ayuda a protegernos de los depredadores que asechan nuestro entorno, pero el ser humano en condiciones normales y dentro de una vida moderna no tendría que tener predadores en su alrededor, no es como si al voltear una esquina nos encontráramos con un león hambriento, o al levantar del piso una piedra se apareciera en automático una serpiente. En condiciones normales no estamos expuestos a este tipo de escenarios pero si lo estuviéramos estaríamos en una situación donde nuestro organismo estaría constantemente descargando en nuestro torrente sanguíneo, sustancias como la adrenalina y otras catecolaminas que nos provocarían un estado de alerta máxima haciéndonos cien o mil veces más sensibles, intensificando nuestros reflejos para saltar y alejarnos del peligro.
Pero esta circunstancia en si es peligrosa para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo, un par de ejemplos: el corazón trabaja más rápido y la presión sube hasta niveles que pudieran ser peligrosas, los otolitos del aparato del equilibrio al estar más sensibles nos producen mareos e incluso vértigo, los del aparato del oído nos produce acufenos – zumbido de oídos – y muchas cosas más que nos vuelven la vida insoportable, en una situación difícilmente vivible mucho menos disfrutable.
Permítanme ponerles un ejemplo más que puede darnos a entender mejor de lo que estamos hablando: todos conocen, al menos por la película Rey León de Disney, a los Suricatos (Timón) estos pequeños mamíferos habitan en grupos donde unos cuantos tienen la tarea de estar en alerta y avisar a los demás cuando un depredador aparece en su entorno; el problema es que quienes tienen esa función están siempre en un estado de máxima tensión, y está demostrado que viven solamente la mitad del tiempo de sus congéneres por este estado de tensión máxima al que están sometidos.
Otra cosa que tenemos que entender, es que con el tiempo y si se mantiene el MIEDO es inevitable que la persone desarrolle un TRASTORNO DE ANSIEDAD – con todo lo que ello significa – (angustia, desesperación ideas obsesivas que se pueden volver delirantes etc.) y de la ansiedad viene una sensación de INCERTIDUMBRE que también no es solo una sensación o sentimiento sino todo un proceso biológico donde el ser humano no tiene la seguridad de si podrá sobrevivir a un entorno de peligro - con todo el TEMOR e incluso el TERROR que esto necesariamente desencadena - y finalmente el desgaste que nos produce todo lo anterior en poco tiempo nos llevara a un ESTADO DEPRESIVO, con tristeza, agotamiento, cansancio, falta de ánimo y ganas de hacer las cosas, así como TRASTORNOS DEL SUEÑO con insomnio inicial, intermedio o tardío o sensación de que aun y cuando podamos conciliar el sueño sentimos a la mañana siguiente que realmente no descansamos.
Ahora vale la pena meternos si no a fondo, si en la idea de entender un poco lo que sucede en nuestro cerebro cuando estamos expuestos – como lo estamos todos en los tiempos actuales donde dos depredadores amenazan nuestra existencia, la inseguridad por un lado y claro el coronavirus por el otro –
Lo primero que vale la pena traer a cuenta es que existe un centro en la punta del lóbulo temporal en su porción medial conocida como núcleo amigdalino o amígdala temporal la cual recibe la información mayoritariamente del Tálamo que es el centro concentrador de las experiencias – todas – que provienen del exterior, donde el estímulo puede ser visual – un depredador – olfativo – el olor al gas – táctil – una mano estrangulando nuestro cuello, auditivo – un grito cercano – etcétera.
La amígdala tiene en forma muy simplista dos posibilidades de respuesta: una es enviar la información sin más preámbulo al tallo cerebral – substancia gris periacueductal – lugar donde se encuentra el sistema on off que nos despierta por las mañanas, y actuar congelando a la persona que experimenta un miedo extremo, el ejemplo es cuando nos paralizamos frente a algo que no entendemos – algunos lo expresan como si se les hubiera subido el muerto por la noche - La otra posibilidad es que la amígdala envíe la información a la corteza pre frontal donde será analizada actuando en consecuencia de acuerdo a las experiencias previas.
Para ello la corteza pre frontal donde tenemos nuestras actitudes e inhibiciones también se contacta con algo que conocemos como el HIPOCAMPO que se encuentra también en el lóbulo temporal por detrás de la amígdala donde tenemos la memoria, y la corteza pre frontal investiga con el apoyo del hipocampo, es decir de la memoria, la seriedad de la agresión que el individuo experimenta en un momento determinado, y de acuerdo a experiencias previas se define si la situación es de gran peligro o no tanto.
Con respecto a la inseguridad seguramente siempre hemos entendido que nuestro entorno en particular no deja de ser peligroso por la presencia de la delincuencia organizada o no, pero a partir de la llegada de Felipe Calderón y la declaración de la guerra en contra del narcotráfico el problema aumentó en forma exponencial y la sensación de inseguridad del incremento de defunciones como consecuencia ha ido hacia arriba a niveles donde -como es el caso de Fresnillo- 95 de cada cien habitantes se sienten inseguros y piensen o sientan que algo malo relacionado al tema les puede ocurrir en cualquier momento, sea robo, extorsión, secuestro etcétera y el problema lejos de mejorar se intensifica día a día, mes con mes, año con año, sexenio tras sexenio.
Es decir, nadie en sus cinco sentidos se le ocurriría salir a caminar por las calles obscuras y peligrosas de nuestras ciudades a altas horas de la noche o no sin tener una situación de miedo extremo.
En cuanto a la Pandemia las cosas no pueden ser peores.
Esta Historia de Terror Continuará…