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No!, la pandemia no está controlada: las pruebas no curan y no hay medicamente que salve vidas

Por Jose Luis Pinedo Vega

El confinamiento –lo demostraron 45 países- es la forma más eficaz de contención de la pandemia. El problema es que entre más grande es una sociedad más difícil es organizarla; máxime si un gran sector de la población no tiene posibilidades económicas para sobrevivir durante el confinamiento y, peor aún, si hay incredulidad, indiferencia, resistencia u oposición. Tal ha sido el caso México y de la mayoría de los países del continente.
En el caso de México, el gobierno, estando claro que no era posible imponer el confinamiento se contentó con recomendar, en la medida de lo posible el “quédate en casa”. Podría decirse, benévolamente, que asumió que la sociedad es madura y dejó a la conciencia de la gente la forma de actuar. Desgraciadamente en una sociedad tan grande se tienen actitudes de todo tipo: los disciplinados, los indiferentes, los escépticos, y los revanchistas, cuyo interés era aprovechar la pandemia, para desestabilizar el gobierno. Las redes sociales sirvieron de foros para todo tipo de expresiones y conductas. Se esperaba que la pandemia fuera controlada en 3 meses; cuando se cumplieron, una gran parte de la población comenzó a regresar a la normalidad (sobre todo la clase media). Como consecuencia el máximo de la curva se alcanzó hasta principios de agosto. Pero el descenso es más prolongado que al ascenso, así que seguramente recibiremos el año nuevo aun sin control de la pandemia.
Esto mismo ocurrió en el caso de la India y Brasil, Rusia, Irán, Nigeria, Bangladesh, Colombia, Irak, filipinas, Argentina, Panamá, República Dominicana, Bolivia, Guatemala, el Salvador, Costa Rica, Venezuela, Ucrania, Indonesia, Uzbekistán, Azerbaiyán, Moldavia, Marruecos (Se puede verificar las curvas en: http//endcoronavirus.org). Muy probablemente, y lo deseable es que las dos olas de contagio se hayan fundido en una sola.
El 27 de agosto 2020, a nivel mundial, el total de gente que se había contagiado por COVID eran 24.4 millones, de los cuales las muertes ascendían a 831 mil personas, es decir el 3.4%. En porcentaje parece poco, pero significa que 1 de cada 29 enfermos se ha muerto. En cada país, esa proporción puede considerarse característica. En el caso de México 1 de cada 9.2 infectados ha muerto. Cierto es mejor que la de Italia, donde se murió 1 de cada 7.3 infectados, Reino Unido 1 de cada 7.9, Francia 1 de cada 8. De cualquier manera, esa proporción debería ser aterradora.
Si uno de cada nueve infectados se muere, obvio no se puede desear estar entre esos nueve y mucho menos ser el 1 que se muere. Por tanto, eso es lo que debería de ponerse en el centro de nuestras preocupaciones y que debería normar el comportamiento social. Y más que eso, civilizadamente, la primera preocupación debería ser no infectar a los demás; “si yo cuido a los demás y todos hacemos lo mismo, los demás cuidan de nosotros”. Habría que reconocer es más probable ser portador asintomático que enfermo, o sea, que potencialmente todos somos peligrosos. Pero no estamos acostumbrados a pensar en nuestro papel y responsabilidad social. El sistema asistencialista, que se nos ha incrustado hasta la médula, nos ha inculcado el pedir, el recibir y en su defecto exigir, y no el aportar, sino solo en forma condicional. Y eso, más el socorrido comportamiento por intuición, son las cosas que explican la relajación social. En una gran fracción de la población, diríase la mayoría, lo que aflora es el individualismo, no el comportamiento civilizado, no el comportamiento de una sociedad como el de los países Nórdicos, o Japón o Nueva Zelanda: respetuoso de los demás.
Dado que el número de infectados es solo una fracción de la población, la gente antes de pensar en que puede ser uno de esos 9 infectados, asume que pertenece a la fracción de la población que no se va a contagiar. Por tanto, “intuitivamente”, asume que es más probable estar exento. Esto refleja que, a nivel social, en los hechos, se está perdiendo el miedo al coronavirus o ya nos acostumbramos a vivir al borde del riesgo; como es el caso ante la criminalidad. Inconscientemente se adopta la posición, de que “se muera el que se tenga que morir”, y eso es incivilizado e inhumano. Esa forma de actuar se tiene que tipificar como una degradación social.
Afortunadamente el gobierno a través de la Secretaría de Salud ha asumido la conducción, y aunque esa conducción no se acate por toda la sociedad, quienes si lo hacen son el pilar del movimiento social que está conteniendo la pandemia. Si bien las consignas “quédate en casa” y “ponte el cubreboca” “sana distancia” …no son seguidas al pie de la letra, aún siguen las escuelas cerradas, y eventos masivos suspendidos y esto, más la acción social de la gente más civilizada y respetuosa de la sociedad, es lo que está conteniendo la pandemia y evitado que sea más críticas.
¿Por qué es tan grande la proporción de muertes en el caso de México? En el caso de Estados Unidos es 1 por cada 32 y en el de Brasil 1 por cada 31.
Se ha responsabilizado a la comorbilidad de los mexicanos. El 73% de las muertes por COVID en México tenía alguna enfermedad relacionada con la obesidad; y la responsabilidad se adjudica a la comida chatarra y al record Guinness (163 litros de refresco por año por habitante). En esas circunstancias, el sistema de salud se puede asumir exonerado, porque es difícil salvar a una población enferma. Pero ni los hábitos alimenticios, ni la comorbilidad, ni la obesidad, pueden ser muy diferentes a la de Estados Unidos. Cierto, puede ser que el número de infectados no está bien contado. Pero sigue persistiendo la duda sobre la vulnerabilidad de nuestra población y sobre la eficacia de nuestro sistema de salud.
Y no, el número de pruebas efectuadas no salva enfermos, solo los cuenta o recuenta.
De acuerdo a realclearpolitics.com, el 25 de agosto los países que más pruebas habían realizado en el mundo eran: (1) China con 90.4 millones (2) Estados unidos con 76.9 millones, (3) La India con 36.8 millones, (4) Rusia con 34.8 millones (5) Reino Unido con 15.17 millones, (6) Brasil con 14.14 millones, (7) Alemania con 10.2 millones, (8) España con 8.5 millones (9) Italia 8.42 millones, (10) Emiratos Árabes 6.6 millones, (11) Turquía 6.4 millones, (12) Francia 6 millones, (13) Australia 5.8 millones…, México 563 mil.
China se debe considerar aparte, por lo dudoso de sus cifras. Pero, Estados Unidos con sus 76.9 millones de pruebas, era el país que más muertes tenía 181 muertes. En el orden de numero muertes le sigue Brasil, que con 14.1 millones de pruebas alcanzó 114 mil muertes; luego México con un puñado de pruebas (563 mil) tenía más de 60 mil muertes; luego Reino Unido con 15.2 millones de pruebas tenía 41.4 mil muertes; luego Italia con 8.1 millones de pruebas y 35.4 mil muertes; luego Francia con 6 millones de pruebas y sus 30.5 mil muertes.
No, ningún índice muestra que más pruebas salva más gente. Países que habían hecho muchas pruebas tenían muchas muertes como: Estados Unidos, la India, Reino Unido, Brasil, España e Italia. Cierto hay países con muchas pruebas y pocas muertes como Rusia, Alemania y Australia.
Evidentemente las pruebas no curan. Por tanto, el caso de México parece incluso muy racional, hacer pruebas solo a los casos sospechosos; entre otras cosas porque las pruebas no son nada baratas. Gastar en cosas de dudosa utilidad o inútiles no es más que despilfarrar. Y no, nunca hay que despilfarrar, menos en tiempos de crisis.
Pero surgieron muchas presiones mercantiles para que los países se endeudaron y compraran cosas inútiles; entre otras, las famosas pruebas rápidas y una diversidad de medicamentos y remedios milagro. Y México fue señalado por no haber hecho los millones de pruebas que otros hicieron. Pero su actuación es correcta; es propia de un país que nunca debió darse el lujo de despilfarrar.
¡Y no hay medicamento contra el coronavirus!, lo que se les da a los enfermos solo sirve para ayudarles a resistir, en espera de que su sistema inmunológico reaccione.
No, no se ha demostrado que hay medicamento infalible que prevenga los contagios por COVID, ni reduzca ni el ritmo de contagios, ni el número de muertes. Los mejores resultados por el momento parecen observarse en Rusia donde se ha utilizado Avifavir, un medicamente usado en Japón contra enfermedades respiratoria y gripes severas. Rusia es el 3er país en número de contagios, el 27 de agosto, tenía 975.6 mil contagiados y tan solo 16.8 mil muertes, lo que implica una muerte por cada 58 infectados. Es el mejor registro de un país con grande población (145.9 millones de habitantes).
La revista Nature, en un artículo publicado el 22 de junio [Nature, 582, 469 (2020)] destaca que en Reino Unido se encontró que el Dexamethasone, un medicamento accesible y muy barato, es el primero que ha mostrado salvar vidas, dando como resultado una reducción de la tercera parte del número de muerte de pacientes ya en estado crítico, o que requieren ventilador o terapia con oxígeno. Pero, el medicamento es menos eficiente en enfermos en estado no-crítico y curiosamente e inútil en el caso de enfermos con síntomas leves. Sin embargo, Reino Unido al 27 de agosto tenía 328 mil infectados y 41.4 mil muertes, es decir una muerte por cada 8 infectados; una cifra más mala que la de México (1 de cada 9). No se ve clara la efectividad del Dexamethasone.
En Europa, y Estados Unidos se ha utilizado Remdesivir, un antiviral que se ha aplicado a enfermos graves. Los resultados de su uso muestran que el Remdesivir acorta el tiempo de recuperación de los enfermos, por consecuencia el tiempo en que se les da de alta, pero no se reduce significativamente el número de muertes.
No, no hay solución definitiva a la vista; tendremos que adaptarnos a una nueva forma de vivir, porque esta historia está muy lejos de concluir.