Skip to main content

Ojo con la educación

DIVAGACIONES DE LA MANZANA
POR MARTHA CHAPA

La educación a distancia o lo que ahora muchos llaman en línea, es una práctica que viene desde hace más de dos décadas.
Muchas universidades norteamericanas y de Europa, que podemos considerar como pioneras, empezaron a ofrecer cursos, diplomados y hasta carreras de diversas disciplinas, bajo tal modalidad. Así, a base de determinadas etapas, programas de estudio exámenes y evaluaciones, que una vez cubiertas ameritar un diploma o título universitario, con la misma validez y formalidad que en el caso de quienes de manera presencial asistían durante años a una universidad.
En su momento, también varios centros de educación media y superior de México iniciaron esta experiencia de educación a distancia y que hoy forman parte ya de su oferta para cursar lo mismo una especialización, una carrera universitaria e incluso posgrados.
Viene a propósito el tema porque a partir de la llegada del coronavirus a nuestro país y sus consecuencias tan perniciosas, nos obligaron refugiarnos en casa e incluso en el caso de los niños y adolescentes fueron suspendidas las clases en todos los niveles, cerrándose sus escuelas y universidades o tecnológicos, sin excepción.
También, se empezaron a subsanar estos espacios con clases a través del internet y apenas hasta hace un par de semanas se dio a conocer un pacto importante con las televisoras privadas, que junto con las de carácter público, serían el medio para no interrumpir la formación educativa y académica de millones de estudiantes.
Y si bien la decisión fue procedente y acertada, ha contraído a la vez comentarios y críticas qué es preciso valorar y reencauzar para que se cumplan plenamente los propósitos que animan esta iniciativa de tal gran envergadura.
De entrada, se cuestiona o se ha cuestionado que es tardía porque debió haberse instrumentado desde hace por lo menos un trimestre, pues ya se sabía de los contagios y decesos que se incrementaban. Al igual, durante ese tiempo no se planeó y organizó adecuadamente todo un plan de contenidos educativos y la producción misma, tanto para radio como Televisión, además de que no se brindó una oportuna y eficaz capacitación a los maestros, como tampoco la realización de un estudio pormenorizado de aquellas regiones apartadas donde la señal no llega para ser captada fielmente, peor aún, en sectores donde hay elevados índices de pobreza y los padres de familia carecen de receptores u otros medios electrónicos para estos efectos.
En otro plano, se alude igualmente a la enorme carga que recae sobre todo en las madres de familia, en las mujeres que trabajan, que deben ahora atender y estar en tres frentes: la educación de sus hijos en forma directa, las labores del hogar y el cumplimiento de tareas laborales en sus centros de trabajo. Igual, ocurre con los maestros, que no en todos los casos tienen el instrumental adecuado ni los conocimientos para el manejo educativo con métodos adaptados a los medios electrónicos.
Otras críticas han surgido como el que el propio presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, haya afirmado que su proyecto educativo no tenía precedentes en México, cuando todos sabemos de la ameritada labor e historial que por décadas ha cumplido la Telesecundaria, y como decía antes, muchas escuelas de diversos niveles que vienen impartiendo enseñanza abierta o en línea desde hace por lo menos una década en forma generalizada

Pero más allá de estas objeciones, lo importante será solventar fallas y omisiones y dotar al sistema de los factores que se requieren para la buena educación de las nuevas generaciones, pues de lo contrario se cometerá una grave injusticia social con efectos desfavorables y perjuicios enormes para estas y la Nación misma.

Es urgente entonces que de aquí a diciembre se haga un esfuerzo mucho mayor que hasta ahora empieza a registrarse y que incluso cuando se haya superado esta crisis de salud por la que atraviesa el mundo y México mismo, se aprovechen estas experiencias nuevas e incorporen en la enseñanza presencial.
Una exigencia que nos compromete a la ciudadanía en su conjunto, a toda la sociedad como tal, pero en especial con mayores requerimientos para asegurar buenos resultados y una formación idónea para el alumnado, a los propios padres de familia cuyas opiniones, propuestas, quejas, denuncias y respaldos son indispensables en atención y acción.