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un “Viva a las Mujeres”
Martha Chapa
Cada vez o cada año que celebramos nuestra Independencia Nacional, se tienen más presentes a los hombres que a las mujeres, cuya participación en esos años cruciales para nuestra tierra misma, fueron igualmente meritorias.

Así, se centran las menciones en Miguel Hidalgo y en José María Morelos, que si bien muy merecidamente, hay otros héroes y heroínas que también lo merecen, pues fueron artífices del movimiento desde sus inicios y participantes esenciales en la lucha misma que se desató a partir de 1810.

En el llamado Grito de Independencia, que sexenio tras sexenio se efectúa tanto en el Zócalo de la Ciudad de México como en las diversas plazas principales de las capitales de las entidades federativas, sin excluir municipios y hasta embajadas en el extranjero, la tendencia es mencionar más nuestros héroes, en cantidad y calidad, comparativamente con nuestras heroínas.

A los nombres de otros próceres como Guerrero, Abasolo, Allende o Aldama, que a veces llegan a incluirse, si acaso se considera a Josefa Ortiz de Domínguez y a Leona Vicario.

Queda claro que otras grandes mujeres de la etapa independentista, como Gertrudis Bocanegra o Ignacia, La Güera, Rodríguez, aparecen en ese repertorio estelar, con todo y sus importantes contribuciones. Menos aún, los nombres y apellidos de una cincuenta de mujeres que prácticamente permanecen entre la ignorancia y el anonimato, injusta e indebidamente. Baste mencionar a Rafaela López Aguado de López Ryan, María Josefa Marmolejo de Aldama, Mariana Rodríguez del Toro, Altagracia Mercado, Antonia Nava “La Generala”, Brígida del Monte, Francisca Marquina de Ocampo, Isabel Moreno “La Pimpinela” o Gabriela Carrasco, entre otras muchas más, ya que por igual debieran incorporarse a las madres, hermanas y esposas de los hombres con méritos similares.

Personalidades de las cuales poco o nada saben los y las mexicanas de nuestros días, lo cual revela deficiencias en la enseñanza de la historia en las escuelas, sobre todo en el nivel de educación básica y media, pero también de nosotras las mujeres y de las agrupaciones feministas que debiéramos hablar más y mejor de ellas. Y en todo caso de la sociedad en su conjunto, pues cada vida, cada esfuerzo, cada voluntad de todas estas mujeres hicieron posible que nuestro país se independizara y aspirara a ser libre y soberano.

Asimismo, al conocer en mayor medida a tan ameritado grupo femenino, sentamos en bases más firmes su ejemplo a seguir y a generar claros e ineludibles compromisos frente a las grandes necesidades, problemas y retos de nuestro tiempo.

Tengámoslas entonces presentes e identifiquémoslas con toda precisión, sin caer en lugares comunes o en una subordinación jerárquica inequitativa entre heroínas de primer grado y de segunda división, o peor aún en un listado secundario después del gran espacio concedido a los varones.

Desde luego, que sean los libros de texto gratuito las que abran un capítulo especial a las mujeres de nuestra historia, desde los orígenes prehispánicos hasta la época contemporánea.

Por lo pronto, exclamemos en septiembre un intenso y perdurable “Viva a México” unido a un “Viva a las Mujeres”.