Skip to main content

LOS FIDEICOMISOS PUBLICOS
Por: Arturo Nahle García

La semana pasada los Diputados Federales aprobaron la desaparición de 109 Fideicomisos Públicos. La mayoría conformada por los legisladores de Morena, Partido del Trabajo y Encuentro Social votaron a favor, mientras que los del PRI, PAN, PRD, Movimiento Ciudadano y Verde votaron en contra.
19 horas duró el debate, se dijeron de todo, pero me dio la impresión que muchos de nuestros representantes populares ni siquiera saben con exactitud lo que es un fideicomiso.
Un fideicomiso es una operación consistente en que una persona física o moral llamada fideicomitente, transmite sus bienes o derechos (por lo regular dinero) a una institución fiduciaria (generalmente un banco), para que ésta los destine a un fin determinado. Las personas que reciben el provecho del fideicomiso se denominan fideicomisarios y obviamente la institución fiduciaria cobra honorarios o una comisión por la administración de los recursos fideicomitidos.
¿Por qué hay 109 fideicomisos con más de 68 mil millones de pesos? ¿Qué hace ese dinero depositado en los bancos en lugar de haberse gastado en investigación científica y tecnológica, energía, seguridad pública, estímulos al cine, deportistas de alto rendimiento, exbraceros, defensores de derechos humanos y periodistas?
¿Por qué demonios más de 12 mil millones de pesos para financiar al campo y a micro empresas, casi 7,500 millones del Fondo Minero, más de 6,800 millones del Fondo de Desastres Naturales y casi 4 mil millones del Fondo Metropolitano están depositados en diversos fideicomisos?
La razón es vergonzosa y hasta perversa, cuando se aprueba el presupuesto las dependencias y organismos deben ejercer en ese año los recursos autorizados por los Diputados, lo que no ejerzan en ese año lo pierden, la Tesorería canaliza entonces esos recursos a otras dependencias o a otros programas y para el año siguiente se le baja el presupuesto a quien ya demostró que no tienen capacidad para ejercerlo.
Cuando llegaron al gobierno los “Chicago Boys” encontraron una forma de engañar a la Tesorería, a la Auditoría Superior y a los Diputados que revisan y aprueban la Cuenta Pública, depositaban en fideicomisos el presupuesto no ejercido y lo reportaban como ejercido, de esa forma no perdían el recurso y además quedaba asegurado o etiquetado en un banco para los fines autorizados por los legisladores.
Como se observa la figura del fideicomiso es entonces una forma de ocultar la ineficiencia de las dependencias y organismos del gobierno federal, de los gobiernos estatales y municipales.
Hay un caso que es emblemático, cuando llegó López Obrador a la Presidencia encontró un fideicomiso que tiene 1,200 millones de pesos sin mover desde el 2013, los únicos movimientos registrados son los altos honorarios o comisiones que mes con mes cobra la fiduciaria, o sea el banco.
Todavía el año pasado el 0.5% del presupuesto federal se transfirió a fideicomisos.
Los Diputados que votaron en contra deberían entender que el horno no está para bollos, la pandemia nos ha sumido en una recesión económica terrible, urge reactivar la economía y eso requiere recursos para obras y apoyos a los millones de personas y negocios que de verdad la están pasando muy mal.
Es un pecado tener todo ese dinero sudando en los bancos y todo para esconder la ineptitud de funcionarios que a los subejercicios cínicamente les llaman ahorros.
El presupuesto es para ejercerse de manera legal, oportuna, directa y transparente, no para esconderse en los bancos al amparo de esta figura denominada fideicomisos que puede ser muy noble pero que lamentablemente a lo largo de los años la clase política la pervirtió.