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José de Jesús Reyes Ruiz

ES LA ECONOMÍA ¡ESTUPIDOS!
II PARTE
Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

PRIVILEGIAR LA ECONOMIA POR ENCIMA DE LA SALUD ES LA CAUSA DEL DESASTRE QUE VIVE OCCIDENTE.
Hace una semana iniciamos estas reflexiones principalmente encaminadas a demostrar LO MEZQUINO de los ataques que intelectuales – de los llamados orgánicos - editorialistas, oposición y algunas de las cúpulas empresariales han desatado en diferentes plataformas para; no solo cuestionar sino criticar y atacar frontalmente la estrategia implementada por el gobierno federal en el manejo de la crisis.
Pusimos como ejemplo la reunión donde tres supuestos expertos en un foro organizado por BBVA determinaron que: “LA ESTRATEGIA DEBE CAMBIAR” y se refieren a la estrategia con la que el gobierno de AMLO ha enfrentado la crisis de salud, claro.
En algunas conclusiones no podemos menos que estar de acuerdo, pues es del más elemental sentido común saber que 1) la pandemia no está controlada, ni aquí ni en ningún lugar del mundo así sean naciones aisladas como Nueva Zelandia, o Corea del Norte por razones diferentes; 2) Lo que vivimos en nuestro país tiene que ser considerado como un nuevo brote porque: no pueden aceptar que la curva de contagios se estabilizó y pudo comprobarse una tendencia a la reducción al menos durante los meses de septiembre y octubre, porque eso de pensar que no se ha registrado en ningún momento la estabilización es una mentira.
En lo que también tendríamos que estar de acuerdo es que la mortalidad en nuestro país es alta pero que no es del 10% porque esto es lo que nos dicen los números sin que exista – yo así lo pienso – un sub registro en cuanto al número de fallecidos, que puede ser mayor pero no por mucho. En donde si hay un sub registro es en el número de contagios y que, si las cifras nos señalan estar cerca del millón, seguramente los contagios superan el doble de estas cifras que podríamos verlo si el número de pruebas se incrementara, lo que si consideramos una necesidad.
Estar más cercanos al número de contagios real nos permitirá entender que la mortalidad se encuentra en alrededor de un 5% de las personas contagiadas, lo que sigue siendo alto si lo comparamos con el resto del mundo que maneja mortalidades de entre un 2 y un 3%, y ello no es, no puede ser por la culpa de un gobierno que heredó un sistema de salud destrozado y que hizo mucho con tener el número de camas y el equipamiento necesario para que todo el que lo requiera cuente con un espacio donde pueda ser hospitalizado y atendido.
Lo que no pueden hacer – insisto – es tener el personal humano que atienda en forma eficaz a estos pacientes porque para ello se requiere tiempo, y aunque están tomando los pasos para un futuro, esto no puede darse en el corto plazo. Ya se abrió una escuela de medicina para formar más personal, y se expandió el número de residentes para la educación de post grado, pero ello cambiará el panorama no antes de un lustro por razones que todos tendrían que comprender.
Y mientras esto sucede el mundo se encuentra agobiado por la pandemia con medio millón de nuevos pacientes diarios, con un camino que nos acerca a los 50 millones de contagiados, con una mortalidad que ya superó el millón de seres humanos, con más de 100 mil nuevos casos diarios en la Unión Americana, cerca de 10 millones de contagios y 225 fallecimientos, 50 mil solo en Francia y alrededor de 20 nuevos casos en España, Italia, Alemania y el Reino unido.
En Latinoamérica tenemos el 25% de casos a nivel mundial (11 millones) y 400 mil fallecimientos (la tercera parte de los acaecidos en el mundo entero) Brasil solo con casi 6 millones y 160 mil fallecimientos, México con un millón y casi 100 bajas.
Todo esto no tiene que ver con la forma de enfrentar al problema - sea esta buena o mala - los números se incrementan todos los días y no se ve la forma en que paren antes de que inicie la aplicación de una vacuna lo cual es poco probable al menos este año.
En lo que todos tendríamos que estar mínimamente de acuerdo es en la respuesta sobre la pregunta del por qué el rebrote en Europa, porque no es que se trate de una nueva cepa o mutación del virus como algunos quieren hacernos creer pero que no está demostrado.
La respuesta es muy simple y todos lo sabemos
“ES LA ECONOMIA ESTUIPIDOS”, es decir privilegiar la economía con el retorno de actividades que no son necesariamente esenciales es lo que ha provocado que el desastre vuelva a presentarse en las dimensiones en las que actualmente se vive el problema, sobre todo en el mundo occidental, entendido este como la Europa Occidental y América.
Con todo y que se decidió por abrir la economía privilegiándola por encima de la salud, el mundo occidental sufrirá una caída sin precedentes de alrededor del 10% del Producto Interno Bruto, es decir, lo doble de lo que se dio en la gran depresión o en las dos guerras durante el siglo XX, y aquellos que encabezan los gobiernos sean de derecha, de centro o de izquierda lo saben y han decidido en consecuencia, no hay más que hacer, pero aquellos países donde como el nuestro más de la mitad de la población se encuentra sumido en la pobreza la alternativa es o morir de hambre o morir en las fauces del virus.
Tendríamos que entender el hecho de que no hay mucho que hacer frente a la contingencia sanitaria fuera de lo que se está haciendo. Cuestionar visceral y agresivamente las políticas que el gobierno está implementando no deja de ser - lo repito – una actitud mezquina en extremo que, en el intento de demeritar la imagen del presidente ante sus simpatizantes, no sirve para maldita la cosa.
Llama la atención que editorialistas que siempre simpatizaron con AMLO ahora le den la espalda. Me refiero a periodistas como Ricardo Rocha o Salvador García Soto del Universal (Serpientes y escaleras) quien en su columna de hoy habla de “la desorganización y el caos” e insiste “la ausencia de políticas públicas que nos hacen ser el cuarto país del mundo en cuanto a mortalidad”.
Y habla de un “cantinflesco, politizado y mareado de la fama” -refiriéndose a López Gatell- Advierte que su estrategia es “mortal y fallida” es decir quienes cuestionan una y otra vez la estrategia del actual gobierno quieren decirnos que, con los gobiernos panistas y gente como José Córdova Montoya, o bien con Chertorivski o Narro bajo Peña Nieto hubiera habido menos muertes ¿Están seguros? Yo no me la creo, siento que la mortalidad sería similar, de lo que estoy seguro es que estos gobiernos de corte neoliberal se hubieran ya endeudado hasta más no poder y esos dineros difícilmente habrían llegado a los pacientes que requieren del servicio, sino que en su mayoría habrían quedado en paraísos fiscales a donde los políticos de esos gobiernos los habrían enviado para su seguridad futura,
Su artículo cierra con este comentario: “donde un solo “científico con su pequeño grupo de colaboradores, decide con criterios particulares, personales y totalmente ideologizados, qué se hace o no se hace, más pensando en complacer y en no molestar a su jefe el presidente, que en salvar a más mexicanos”
Yo me pregunto quién polariza con sus comentarios el editorialista o López Gatell, o si sirve de algo expresarse así de quien dirige las acciones en contra de la pandemia y del que no puede dudarse en cuanto a su preparación. Porque todos sabemos que tiene estudios de Post Grado en John Hopkins de Baltimore uno de los lugares más prestigiados, estudios con los que no contó ni Julio Frenk con todo y que ahora dirige una Universidad de segunda en los Estados Unidos ni mucho menos José Ángel Córdova. Y termino preguntando si realmente creen los editorialistas como él, o bien otros más agresivos, si realmente creen que este tipo de comentarios tengan alguna utilidad en los tiempos como los que actualmente vivimos.
En lo que estaríamos completamente de acuerdo es, primero que nada, forzar al presidente a utilizar el cubrebocas. Alguien tendría que preguntarle si tiene alguna idea de cuantos han fallecido en nuestro país por seguir su ejemplo, ¡Si ni lo utiliza el presidente porque lo voy a usar yo!, y enfrentar esta etapa que se nos viene con más energía y ¡Sí! Limitando la actividad económica, con la limitación de las actividades no esenciales sin cerrar totalmente la economía, y aunque no sean tiempos de limitar las libertades si se pueden bloquear sin preocuparse por parecer autoritarios. Es por el bien de todos.