Skip to main content

La Manzana Flechada
Festejemos hoy con emoción y gratitud
a nuestros heroicos hombres y mujeres del ámbito médico

Martha Chapa

La vida es corta y el arte requiere de mucho
trabajo para ser realidad
Aforismo hipocrático
Hoy que celebramos el Día del Médico, les envió una emocionada felicitación a mi hermana y hermano, a mis amigos médicos, y decirles cuanto admiro su tarea y misión en bien de México y de la humanidad que heroicamente desempeñan. Gracias a ustedes los seres humanos de finales del siglo pasado y el presente se agranda el horizonte de la salud en forma sorprendente logrando vencer las apocalípticas enfermedades que lo diezmaron y afectan ahora con la pandemia del coronavirus.
En nuestra memoria colectiva se registran las dantescas escenas de la peste recorriendo el mapa de Europa; de la fiebre amarilla convulsionando a un continente, o de la viruela negra escarneciendo tierras americanas.
Hoy, lamentablemente estamos viviendo de nueva cuenta una de las pandemias más cruentas, es del COVID 19, de las que han existido Pero el hombre, a través de la medicina y de la investigación científica —su hermana gemela—, ha logrado que para el año 2020 la promesa de vida a nivel mundial rebase los setenta y dos años; es decir, un 40% más que en el siglo anterior, y la vacuna misma contra este mal viral.
Aún así, estaremos muy lejos de alcanzar los anhelos largamente acariciados mientras la medicina no cumpla su cometido social y se desplace de las élites —cuyos recursos pueden comprarlo todo— hacia las grandes masas empobrecidas, especialmente del tercer mundo, donde enemigos tan antiguos como el cólera o el ébola, surgidos de la insalubridad y la pobreza, siguen cobrando vidas.
La medicina, debe tener un propósito de justicia y dedicarse con especial acento a la niñez y la esperanza de un mundo mejor, así como a quienes más lo requieren: los pobres, los extremadamente pobres, a los que las estructuras tecnocraticas del neoliberalismo social dan pocas expectativas para permanecer en un universo nuevo y diferente, como el que soñaron los padres más entrañables de la ciencia médica.
En esta oportunidad, me permito expresarles el pensamiento de una mujer consciente de lo que representa vivir en el siglo XXI, y que no siendo ajena a esta señorial profesión, la lleva en las venas y en la esperanza, pues mi padre fue médico. Además, de que el arte y la medicina se hermanan desde la noche de los tiempos, pues el conocimiento de la anatomía, la sensibilidad a flor de piel, la pericia de los dedos, tiene mucho que ver con las capacidades artísticas de médicos pintores de la talla de Andrés Vesalio, quien llegó a ser reputado como el fundador de la anatomía moderna. Proveniente de una familia consagrada en sus generaciones postreras al servicio médico de los últimos emperadores de Alemania, estudió en Lovaina, y con Miguel Servet intervino en la practica de algunas disecciones y aprendió la osteología, conocimiento que adquirió en el Cementerio de los Inocentes. Para 1542 escribió su Gran tratado de morfología del cuerpo humano, obra que apareció al mismo tiempo que Copérnico creaba una nueva noción del cosmos. Como todos los grandes de su tiempo, fue polémico y discutido, pero al final ingresó en el mágico terreno de la historia, no como el más grande anatomista del Renacimiento sino como uno de los más importantes de todos los tiempos.
Otro singular artista en el que contemplamos el extraordinario binomio de medicina y arte es el genial Leonardo da Vinci, quien no sólo estudió el cuerpo humano y analizó su estructura, sino también trazó e investigó la relación de las vísceras torácicas y abdominales, efectuando un sinnúmero de observaciones de interés científico. Leonardo conocía el funcionamiento del corazón, al que definió como un "vaso formado de paredes por denso músculo", señalando también que es “un músculo de fuerza principal y de potencia superior a los otros músculos”. Sus anotaciones sirvieron para desentrañar el misterio de la circulación de la sangre y la anatomía cardiovascular.
Quizás en esta época, la del Renacimiento, es cuando mejor observamos este tema, tan profundamente ligado, de la pintura y la medicina. Razones que explican mi intervención de hoy, que reiteradamente admito no como un logro personal, sino como el reconocimiento a la participación de la mujer y de los artistas plásticos.
El pintor y el escultor poseen la misma innata inspiración y habilidad que el cirujano, y ambos se identifican en la edificación de la añoranza por la salud y del destino de nuestro género que aspira a existir con mayor plenitud. Por ello. pienso que existe un paralelismo en el trabajo del artista y del médico, al que habría que agregar la magia del hechicero, el primer médico-sacerdote, curador de almas, en los principios mismos de la cultura y de la civilización, que lo mismo en Egipto que en la gran Tenochtitlan o en Monte Albán, han dejado grabadas, para toda la eternidad, las técnicas de la curación, de la salvación, de la creación.
Hoy que celebramos su día, médicos y médicas les expresamos nuestra gratitud por tanto que han aportado a la humanidad, inclusive en muchos caos hasta entregar sus propias vidas.

Gracias, siempre gracias.