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MÉXICO Y JOE BIDEN
Por: Arturo Nahle García
La relación de México con nuestros vecinos del norte ha sido de claroscuros, con más oscuros que claros: en 1845 nos quitaron primero Texas, luego California, Arizona, Nuevo México, Nevada y Utah, incluso porciones de Colorado, Oklahoma, Kansas y Wyoming, más de la mitad de nuestro territorio; y en 1846 nos invadieron; y en 1913 apoyaron al usurpador Huerta para asesinar a Madero; y en abril de 1914 -en plena Revolución- nos invadieron por Veracruz; y en marzo de 1916 se nos volvieron a meter en la llamada Expedición Punitiva para atrapar a Pancho Villa.
Pero tener una frontera de más de 3 mil kilómetros con la primera potencia mundial también tiene sus ventajas, tenemos al lado un mercado de más de 300 millones de personas con gran poder adquisitivo a los que les vendemos buena parte de nuestra producción, de hecho el 80% de nuestras exportaciones son precisamente a Estados Unidos (por ejemplo automóviles, pantallas planas y aguacates); y también a ellos les compramos el 50% de lo que necesitamos importar (gas, turbosina y hasta maíz).
El año pasado casi el 37% de la inversión extranjera directa fue norteamericana; y también el año pasado recibimos cerca de 48 millones de turistas que aquí gastaron casi 25 mil millones de dólares, la mayoría norteamericanos.
Nuestros vecinos le dan trabajo a más de 35 millones de mexicanos que solo el año pasado enviaron a sus familias más de 36 mil millones de dólares.
Somos su principal socio comercial, por encima de China y Canadá, por eso Trump firmó un nuevo Tratado con nosotros, por eso 16 Presidentes mexicanos han ido a la Casa Blanca y 8 Presidentes de EEUU han visitado México, porque nos necesitamos y estamos destinados a ser vecinos por los siglos de los siglos, con Trump, con Biden y los que vengan, demócratas o republicanos.
Yo espero que con Biden inicie una nueva y mejor etapa para México y para los norteamericanos, una etapa sin odio, sin polarización, sin racismo ni clasismo, sin aislacionismo, sin degradar el lenguaje político, sin repudiar leyes ni destruir instituciones, sin avasallar a los otros poderes, sin minar la democracia y las libertades, sin insultar a la prensa y difamar a los críticos, sin mentiras ni manipulación, sin cultos a la personalidad, sin nepotismo ni corrupción, sin menospreciar la ciencia y el cambio climático, sin minimizar la pandemia.
Yo espero, mejor dicho todos esperamos, una nueva y mejor etapa sin amenazas arancelarias, con puentes en lugar de muros, con respeto y cooperación, como buenos e inevitables vecinos; una etapa en la que se imponga la política, la política de altura, no la mercadotecnia electorera, en síntesis una etapa sin Trump y todo lo que Trump le ha representado a México, al propio Estados Unidos y al mundo.