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Doc. José de Jesús Reyes Ruiz
LA NUEVA NORMALIDAD

CUANDO EL FUTURO NOS ALCANCE
II PARTE
¡Ya nos alcanzó!
Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

En nuestras reflexiones previas intentamos escribir nuestras predicciones – equivocadas o acertadas – sobre lo que consideramos vendrá en el 2021

Iniciamos por mencionar que la primera mitad del año seguirá cabalgando el primero de los jinetes del apocalipsis que San Juan el evangelista predijo hace ya más de 20 siglos: la pandemia azotara con más fuerza aun al de por si maltratado occidente, dejando libres algunas zonas del oriente que como China han sabido realmente manejar las cosas – aunque tenemos que decir que con una buena cuota de autoritarismo – o en otros sitios donde la pandemia ha prácticamente respetado como son dos países totalmente disímbolos entre si y me refiero a Nueva Zelanda con un estupendo manejo de la crisis sanitaria pero aislándose del resto del mundo, o Corea del Norte que está aislada desde la guerra de mediados del siglo XX pero por otras razones que no viene al caso discutir en este momento.

Comentamos que la Organización Mundial de la Salud desde que este problema inició hace ya un año no ha dejado de decirnos que ¡LO PEOR ESTA POR VENIR! Como si no tuviéramos ya de por si demasiado miedo dentro de nuestras mentes como para que nos lo refrieguen un día sí y otro también. Porque la verdad es que aquellos que “les vale” y salen sin cubrebocas, no leen ni escuchan las noticias y se sienten una especie de supermán que no puede ser afectado por esta posible enfermedad inventada, hasta que les da y van a parar al sector salud aumentando el porcentaje de camas ocupadas, o bien andan en las calles sin cubrebocas, sin preocuparse por la sana distancia y repartiendo el virus a diestra y a siniestra sin que nadie haga algo. Al menos tendrían que ser sancionados o mínimo retirados de las calles, pero las autoridades sienten que es suficiente con lanzar una ley y poner anuncios en los medios para decir que el uso de cubrebocas es obligatorio y hasta ahí llega su actuar porque, que flojera salir a las calles a exigir que la gente cumpla con lo que tendría que estar obligados a cumplir.

Ya comentamos que las nuevas cepas de virus son con mucho mas contagiosas que la inicial, y ello significa – como lo anotamos en nuestras reflexiones previas pero no está por demás insistir en ello – que si la primera cepa contagiaba a razón de uno a tres, es decir por un infectado tendríamos que esperar un mínimo de 3 contagios más, las mutantes actuales lo hacen a razón de uno a cinco o de uno a 10 lo que significa que por cada ser humano infectado se podrán contagiar de cinco a diez personas con todo lo que ello implica ¡hagan los cálculos!

Y así en el plano local desearíamos ver lo que presenciamos - no sin horror - hace algunos meses cuando teníamos 50 contagios por día, y un promedio de 5 a 10 fallecimientos, y actualmente tenemos 200 contagios al día y alrededor de 20 decesos, y cuando la nueva cepa llegue – que llegará podemos estar seguros porque nadie está haciendo nada para contener sus caminos – podremos esperar en la primera mitad del año hasta mil contagios diarios y un mínimo de 50 fallecimientos si bien nos va y claro no habrá posibilidad de tener capacidad hospitalaria que contenga esta oleada que se ve venir en el horizonte y es posible que vivamos lo que en otras latitudes, es decir personas muriendo en sus domicilios o hasta en las calles en búsqueda de atención médica.

En el plano nacional cuando ya habíamos visto las cifras reducirse a menos de 5 mil casos diarios, actualmente se ha incrementado hasta los 20 mil, y nos preocupa que algún día podamos ver lo que sucede al norte de la frontera, con hasta cien mil nuevos casos diarios con una mortalidad que si bien actualmente es de 200 a 300 fallecimientos diarios fácilmente llegará a los mil fallecidos por día con el escenario dantesco descrito en el párrafo previo.

Y la pregunta sería, ¿Hemos realmente visto implementar nuevas medidas un poco más enérgicas? Como en los países europeos gravemente afectados por la pandemia, es decir una mínima restricción de las vías aéreas de comunicación de vuelos procedentes de distintos países sobre todo Europa y los Estados Unidos, claro que no hemos escuchado que como en otros países se exija una prueba negativa de sars-cov-2 de no más de 72 horas de ser practicada para poder volar a nuestro país, o la obligatoriedad de otras naciones que al ingresar cualquier persona se comprometa a mantener una cuarentena mínima de dos semanas.

Entonces ¿Cómo podemos esperar que el problema no siga creciendo y lo haga en forma exponencial en el corto plazo si no hacemos nada, absolutamente nada para detenerlo?

A lo que le están apostando nuestras autoridades es que si sumamos el que pudieran vacunar en la primera mitad del año mínimamente a las personas vulnerables es decir a aquellos que se encuentran en el frente de batalla – el personal de salud – además de las personas de la tercera edad y aquellas que tengan alguna condición de salud que aunque de menor edad les haga vulnerables a la infección, es decir si lograran al menos para mediados de año vacunar al 20% de la población que anotamos en este párrafo, sumado a la esperada inmunidad de rebaño, es decir aquellos que ya se han infectado previamente con una sintomatología menor o bien asintomáticos que en el “mejor” de los casos correspondiera a otro 20% de la población, esto significaría que casi la mitad de la población tendría una protección en anticuerpos que al menos les haría menos susceptibles a contraer la enfermedad o en el peor de los casos a infectarse pero con una mortalidad, es decir, con una severidad de la afección mucho menor a la que actualmente estamos presenciando.

Si este es el caso – cosa que no se puede asegurar – entonces podríamos tener una esperanza de un cambio real para la segunda mitad del año, los hospitales iniciarían una curva de infección descendente, de aquellos contagiados que requirieran atención medica hospitalaria o en todo caso que requirieran ser intubados y recibir ventilación asistida, de ser así, la mortalidad necesariamente tendería a disminuir en la segunda mitad del año.

Pero no nos olvidemos que a inicios del año que recién terminó nos informaron los expertos que el mes de abril, específicamente la última semana seria la más terrible y de ahí las cosas comenzarían a mejorar, y ya vimos que no fue así, por lo que no podemos confiar en que las cosas con las perspectivas señaladas en el párrafo previo, puedan realmente mejorar.

Mientras no veamos – como SANTO TOMAS – con nuestros propios ojos, mientras no toquemos con nuestras propias manos una verdadera inflexión en el número de contagios por día y en la mortalidad así como en la ocupación hospitalaria, COSA QUE TENDREMOS QUE ESTAR SEGUROS NO VERAN NUESTROS OJOS EN LA PRIMERA MITAD DEL AÑO pero eso no nos quita la esperanza que con la vacunación podamos ver el cambio en la segunda mitad, cambio que renueve nuestra esperanza de que las cosas puedan realmente cambiar y podamos ver entonces la luz al final del túnel.

Pero no quisiera ser yo pesimista, aunque el nombre de la columna que escribo tenga algo que ver con esta condición del pensamiento, pero me pregunto si no podría haber un escenario peor que el ya mencionado de por si terriblemente malo, y no quisiéramos pensar que el virus mutara nuevamente – aunque no tendría por qué no hacerlo – y en vez de incrementar solo la morbilidad, es decir la capacidad de contagio mayor – se incrementara también la malignidad de la afección que produce sobre el cuerpo humano y con ello la mortalidad- entonces si tendríamos que ponernos a rezar, o en el escenario que mutara evitando que las vacunas que hasta el momento contamos (más de 200 proyectos en todo el mundo) dejaran de ser útiles y a comenzar de cero con nuevas vacunas específicas para las nuevas variedades en un cuento de nunca acabar, y que en el intermedio seguirá destruyendo la civilización tal y como la conocemos y si esto no es una visión apocalíptica de las cosas entonces la realidad es que no entiendo, o más bien no entendemos, los tiempos críticos que estamos viviendo.

Cómo es – me pregunto – que la ciencia tan avanzada, la tecnología moderna, la nueva era que decretó la muerte de Dios hace ya más de dos siglos, no puede encontrar un medicamento realmente efectivo para destruir a un microorganismo que sólo podemos ver con un microscopio electrónico, esto tiene que hacernos pensar un poco más las limitaciones enormes del ser humano, y los misterios que guarda una naturaleza que nos hemos encargado de destruir solo para obtener ganancias y con ellos un poco de poder que acaban en la NADA total después de la muerte.

Pensemos un poco y, si no nos da la mente para pensar, entonces recemos, y si tenemos la fortuna de tener FE apéguense a ella y pidamos por el que no la tiene por que quien no tiene FE si está totalmente desprotegido ante circunstancias como las que hoy vivimos.

Esta historia continuará…