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Doc. José de Jesús Reyes Ruiz
CUANDO UN AMIGO SE VA

DR. MARIO DEL VALLE GONZALEZ ¡In memoriam!
Dedicado con todo el amor del mundo a Rocio, Brenda y Diego
Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

Las letras de la canción de Alberto Cortez, cuentan solo una parte muy pequeña de la historia, pero algo dicen, aunque quiero recordar que mi mejor amigo era más cercando al gran Facundo Cabral de quien se retiró un poco cuando me comento que ¡Se había vuelto demasiado místico!

Tenía varios meses – casi tres según recuerdo – luchando por su vida, esta espantosa pandemia le había destrozado los pulmones y sin pulmones ¿Cómo vivir? De por si el oxígeno es cada día menos en este mundo que nos hemos acabado y que ahora se cobra las afrentas. Yo había platicado con su hija - mi ahijada mi sobrina esa tan importante parte de mi familia personal - que por el bien de todos ya Dios se definiera sobre su futuro, hacia solo una semana que había entrado a quirófano por un problema de bulas pulmonares rotas y neumotórax, pero salió y aunque el pulmón volvió a fallar él tenía – siempre tuvo – las ganas de luchar.

¡Quería vivir! Y un Dios impredecible no le concedió el deseo, tenía otros planes para él y ahora lo tiene en algún lugar ciertamente mejor que el que compartimos todos aquellos que vivimos y sufrimos este mundo en las condiciones actuales.

Cuando recibí la llamada esperada -pero tan inesperada a un tiempo-, estaba en consulta, un sábado por la tarde, tuve que contener mis emociones – que eran muchas – di por terminada la consulta en forma anticipada, pedí perdón y conteniendo las lágrimas me retiré, qué puedo decir, o más bien contar, llegue a casa con todos mis sentimientos encontrados, no pude bajarme del auto en prácticamente una hora, los recuerdos – tantos – se agolpaban uno tras otro en mi memoria y no me permitían contener el llanto; como lo hago en estas circunstancias lo hice entonces, prefiero encerrarme, retirarme a sufrir mi pérdida en forma aislada, desconecto mis teléfonos, no quiero no puedo ni recibir llamadas ni llamar a nadie. Fueron muchas horas, toda esa noche de estar pensando en aquel que se fue y los bonitos tiempos que compartimos en los últimos casi 50 años de nuestras vidas, prácticamente medio siglo.

De alguna forma me llegó el mensaje que un tercer amigo, neurocirujano también desde Venezuela, quien había compartido con MARIO en London Ontario Canada su preparación en Neurocirugía Vascular, DAVID y que en los congresos se unía a nosotros formando un trio que gozaba de estar juntos, quería hablar conmigo.

Me sobrepuse al sufrimiento y me comuniqué con él, ¿Para qué? Para muy poco porque lejos de platicar solamente lloramos juntos, un par de viejos llorando por el amigo que se fue, no pudimos prácticamente decirnos nada pero si compartir el dolor que ambos sentíamos y sentiremos por mucho tiempo, pero alcanzó a decirme algo que no se borrará de mi mente, me dijo MARIO y tú no eran solo amigos, no eran solo hermanos eran algo más, eran una sola persona partida en dos entes que si bien diferentes no sobrevivirían nunca sin el otro cerca, tan diferentes pero al mismo tiempo tan complementarios.

Colgamos. Era una llamada sin sentido – o con el sentido de llorar juntos que también hace bien a la salud emocional de quien comparte con otros sentimientos afines –.

Esa noche no dormí ¿Cómo hacerlo? Quería recordar tantos y tan agradables momentos que pasamos juntos, una o dos veces al año nos reuníamos para compartir un congreso de neurocirugía en diferentes partes de los Estados Unidos, San Diego, Los Ángeles, San Francisco, Seattle, Nueva Orleans, Washington, Nueva York, Miami y tantos lugares más donde no solo compartíamos los conocimientos sino más que otra cosa nuestra mutua compañía nuestra gran amistad.

Viajamos tanto en compañía el uno del otro siempre con una botella de Vodka a un lado en la que el MARIO, de copiloto preparaba con Coca-Cola para refrescar nuestro entendimiento, botella que con su respectiva botana de cacahuates no podía faltar en el buró del hotel determinado en el congreso a que en su momento acudíamos, pero jamás vi que su entendimiento se nublara mínimamente por el alcohol y siempre era el primero en levantarse a las 6 de la mañana – aunque fueran en alguna forma vacaciones – para estar listos en los inicios de las actividades a las 7 y media.

Existen muchas anécdotas que contar, vivimos los tiempos felices, pero también los difíciles juntos, en alguna ocasión recuerdo que me llamó desde donde trabajaba en Torreón para decirme que su padre se había puesto delicado de salud y que estaba en Terapia Intensiva en el Centro Médico Nacional, lugar que fue nuestro hogar durante casi una década, en aquellos tiempos supongo no había vuelos que conectaran Torreón a México. Le pedí que tomara el primer camión a Zacatecas y fui por el a la Central Camionera y en mi vehículo nos fuimos a la Ciudad de México. No olvido que llegamos alrededor de las 8 de la noche, entramos a la Terapia y su padre estaba perfectamente consciente y divertido con un humor especial que era parte importante de su personalidad platicó con nosotros especialmente con él durante media hora y después nos despachó a cenar cosa que obedecimos, y estuvimos una hora. Cuando regresamos su padre había muerto.

En otra ocasión en que asistíamos a un Congreso en San Diego California, por la tarde nos retiramos a una casa en DEL MAR que nos había prestado un buen amigo, y ahí nos sentamos en un patio que daba al Green de un campo de Golf a tomar una copa de tequila que nos encontramos en el lugar; había un aparato de música que tenía el dueño de la casa con los cantos de CHAVELA VARGAS y ahí con una música con la que no se puede hacer otra cosa que llorar compartimos uno de los mejores momentos de nuestras vidas, prometimos volver a hacerlo y nunca lo hicimos aunque yo le suplicaba en el curso de su dura enfermedad que la superara para volver a escuchar a CHAVELA con una copa de un buen MEZCAL ZACATECANO, no lo logró.

¿Cómo pudimos ser los mejores amigos si siempre fuimos tan diferentes? No lo sé, pero lo fuimos. Yo tuve el privilegio de llevar a su hija BRENDA a bautizar en FRESNILLO y su esposa ROCIO acompañó a mi hija ALEJANDRA a la realización de su primera comunión; yo encabecé las lecturas en la boda de su hija en Torreón y tantas cosas más que nos acercaron como familia.

Fuimos disidentes desde siempre siendo ya Jefes de Residentes y cursando el quinto año de la residencia de Neurocirugía encabezamos – no quedaba de otra – una revuelta por la carga tan severa que se nos ponía sobre nuestros hombros, nuestro jefe el DR. HUMBERTO MATEOS entonces subdirector del HOSPITAL GENERAL del CENTRO MEDICO NACIONAL en junta directiva nos llamó – prácticamente al cadalso – y nos advirtió que si no nos retirábamos seriamos suspendidos. No lo hicimos y no nos despidieron.

La disidencia la compartimos también con las organizaciones de neurocirugía en el entorno nacional a las que nunca quisimos pertenecer porque sabíamos de sus enormes debilidades, y debo interrumpir mi relato para afirmar lo que todo el mundo sabía, DURANTE MUCHO TIEMPO MARIO FUE SIN LUGAR A DUDAS EL MEJOR NEUROCIRUJANO DE MEXICO, pero convencidos por nuestro mentor el DR. MATEOS aceptamos presentar el examen del consejo y formar parte de la organización mexicana desde la provincia donde siempre fuimos un poco subestimados.

Pero esa es al final de cuentas otra historia que algún día contare. Ahora se trata de recordar a MARIO y como al regreso de ambos del CANADA donde realizamos fellows ambos decidimos venirnos a Zacatecas a iniciar nuestros nuevos tiempos, y como cualquier inicio fue difícil, él estaba ya casado y tenía una hija, a los pocos meses y viendo una situación económica difícil decidido regresar al DF solo para después aceptar una posición en Torreón donde vivió el resto de su vida.

Seguimos viajando juntos, operando juntos, disfrutando de la vida juntos. Hace apenas un año estuvimos en el CONGRESO MUNDIAL DE COLUMNA en la ciudad de TORONTO donde llegamos con mi hija ALEJANDRA quien hacía su año de post doctorado en la Universidad de Toronto donde yo hice un fellow hace tantos años que ya no puedo, que ya no quiero recordar.

En solo un mes el MADITO VIRUS se ha llevado a dos personas muy importantes en mi vida, hace un mes a mi hermano con el que compartí los primeros 30 años de mi vida, ahora a mi mejor amigo con quien compartí los últimos 40. Yo quería ver a mi amigo que aún estaba consciente, programé viajar a Torreón a verlo, pero mi viaje quedo en intento porque se vino el triste desenlace. Los tiempos son duros en extremo, no hay forma de velarlo y de abrazar a su esposa e hijos parte de mi familia como en tiempos normales, los protocolos y la sana distancia nos alejan, solo a media semana pude armar una misa para mi hermano donde estuvo presente su esposa y una de sus hijas, éramos solo cinco y fue en el patio de mi casa, esperare la oportunidad para hacer lo propio con mi mejor amigo y su familia que es la mía.

QUE en paz descanses MARIO