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Las mujeres en la política y musas en el arte…
Dra. Verónica Arredondo*

Carmen Mondragón, poeta y pintora mexicana que vivió en el siglo XX, es más reconocida como musa del Dr. Atl, que por su obra. Pero la labor de Carmen, mejor conocida como Nahui Ollin, no se reduce al ámbito artístico, su quehacer político la llevó a fundar una liga feminista que luchó para buscar el voto de las mujeres y la igualdad de derechos ante los hombres. Elena Garro, escritora mexicana, hace pocos años fue presentada como “Mujer de…”, “Amante de…”, “Inspiradora de”, “Admirada por…”, a los puntos suspensivos siguen nombres masculinos, dice La Voz de Asturias, y agrega: ni una referencia a su destreza narrativa, su obra literaria. Y más o menos así se nos presenta dentro del discurso cotidiano a las mujeres, pareciera que no somos nosotras mismas por sí mismas, sino que existimos y tomamos relevancia por medio de alguien más, somos una parte de alguien más, nuestra referencia debe de ser un hombre.
No pretendo presentar este texto desde el reclamo, quiero darle una perspectiva social, cultural y económica. Históricamente las mujeres hemos sido invisibilizadas; no figuramos como artistas, políticas, descubridoras, inventoras, salvo excepciones, sino, recularmente como figuras decorativas, musas, objetos de contemplación. Es decir que en lo general, no producimos, somos meras consumidoras. Pero no es así. Demográficamente hablando somos más de la mitad de la población. Si nos atenemos a la literatura, a lo que se publica en los medios, pareciera que esa mitad de la población es inútil y prescindible. Yo me pregunto, ¿Cómo es que millones de seres humanos no hacen nada más que gastar los recursos que la otra mitad produce? Resulta inverosímil la respuesta y el enunciado es falso. Las mujeres en realidad hemos trabajado a codo a codo con los hombres para alcanzar el desarrollo del que gozamos. Y si no me creen, pregúntenle a Marie Curie.
Alguna vez me pregunté quién era Eulalia Guzmán, y por qué una primaria llevaba ese nombre. Nunca me había dado cuenta que la primaria por donde a veces pasaba tenía el nombre de una mujer. Me pregunté por qué no reparé antes en ello. Me gustó lo que descubrí, que Eulalia Guzmán, además de zacatecana, fue profesora y arqueóloga. Me cuestioné también cuántas personas como yo ignoraban la trascendencia de las mujeres en la historia, en el arte, en el deporte, en la economía, en el mundo. Nuestro pensamiento gira en torno a los hombres, hemos sido educadas de esta forma, ni siquiera nos damos cuenta de ello, no sabemos que tenemos de deseducarnos y reeducarnos. Somos los avestruces que ocultan la cabeza en un agujero. Eppur si muove, como dijera Galileo.
Estamos a punto de cumplir 100 años de que Elvia Carrillo Puerto fuera elegida diputada en el Congreso de Yucatán, en una época en que las mujeres no tenían derecho al voto. La Monja Roja del Mayab, fue una de las 3 mujeres diputadas elegidas por primera vez en la historia de México. Y aunque ha habido mujeres gobernadoras en el país, no hemos tenido una presidenta. 100 años son 4 generaciones, las mujeres somos más de la mitad de la población en la República Mexicana. ¿Por qué no hemos sido representadas por nuestras pares?
No sé si hay una explicación del porqué no tenemos lugar en la administración pública, en los puestos políticos. Tengo una situación clara, estamos dejando de lado a la mitad de la población y eso tiene forzosamente que repercutir en todos los ámbitos de una sociedad. A quienes gobiernan les falta mucho en cuestión de planeación y visión respecto a la equidad de género. Los cuadros de los diferentes gobiernos de los estados y el ejecutivo federal se componen casi exclusivamente de hombres. Y si tuviéramos que ser realistas, que no lo somos, los hombres, la educación heteropatriarcal, el pensamiento antropocéntrico con una fuerte tendencia machista, ha fallado, quizá tengamos la oportunidad de probar otras opciones, como que las mujeres en igualdad de condiciones y derechos no solo formen parte de la dirección de una nación sino que su papel dentro de las artes, deportes, cuestiones sociales, sea realmente reconocido.
No escribo este texto desde el hartazgo, lo he pensado con paciencia y he intelectualizado cada palabra que vierto. No creo que las mujeres seamos princesas, somos luchadoras, valientes, líderes, creativas, fuertes, inteligentes. Culturalmente hablando sí somos diferentes de los hombres, pero compartimos el mismo contexto, podemos responder ante cualquier tipo de situación. No me queda entonces claro por qué debemos de ser muchas veces relegadas y apartadas.
Me gusta cuando veo el nombre de una mujer figurar en la dirección de un proyecto. Un día apareció en la red que habían nombrado a Mónica Vergara directora técnica de la selección de futbol femenil de México. Otro día Olga Sánchez Cordero se hacía cargo del país. Eran noticias emocionantes y que me motivaban. Siempre he pensado que podemos solucionar los problemas y llevar a buen puerto cualquier tipo de empresa.
No quiero ser una musa, tengo mi propio proyecto de cómo desarrollarme y dirigirme en el mundo. Alguna vez he visto la obra de Susana Salinas, pintora que reside en Zacatecas; Susana es una creadora, construye mundos sorprendentes. Mujeres como ella activan el entorno, fomentan la cultura, inventan la realidad. He seguido recurrentemente el desenvolvimiento de Sarahí Cuevas, nutricionista y directora técnica de futbol zacatecana que se ha desarrollado en varios equipos de balompié, y asesorado a deportistas de alto rendimiento. Tengo mucho interés en las candidaturas de mujeres zacatecanas que nos representarán en los puestos de mandato del estado. Yo sé que hay muchas hermanas que nombrar, que destacan en sus profesiones y me gustaría presentarme y nombrar a todas, eso lo puedo hacer después, en otro texto, en otro lugar.
Me acuerdo mucho de una frase de Simone de Beauvoir, el enunciado dice: “Me gustaría que cada vida humana fuese libertad pura y transparente”. La libertad implica derechos, obligaciones y oportunidades, además de equidad y justicia, y eso es precisamente lo que requerimos como sociedad. Necesitamos que las mujeres tengamos la misma plataforma que los hombres, eso haría que como sociedad nos desarrolláramos integralmente.

*La autora es profesora-investigadora de la UAZ y directora de Sin Sesgo Consulting S.C., especialista en el área de preferencias, elección social y sistemas electorales.