Skip to main content

La Manzana Flechada
Rojo, al máximo

Martha Chapa

Vicente Rojo, no se ha ido ni dejará de notar su presencia, aunque físicamente no lo veamos, pues dejó un sello indeleble en la pintura y en los medios impresos.
Una personalidad que hubiera yo pensado que cumpliría los 100 años de edad, segura de que su talento y contribuciones invaluables a la cultura aspiraba a ser imperecedera.
Llega a México siendo un adolescente, tras de que su padre pisa tierras mexicanas debido al exilio español que se registró en 1939, generación que tanto brillo le daría a nuestro país en las ciencias y las humanidades. Aunque nace en Barcelona, Vicente se va forjando en México y por eso lo consideramos tan nuestro, y sobre todo, un gran mexicano.
Si bien forma parte de la generación de La Ruptura que provocó cambios importantes en las concepciones estéticas y plásticas, incursionó a la vez prodigiosamente en el diseño gráfico, donde incluso lo revolucionó y hasta fundar toda una escuela en el mundo editorial. Su obra, es vasta y ameritada, pues lo mismo diseñó las portadas de Grandes libros de la literatura latinoamericana que suplementos culturales, libros en arte-objeto y hasta ideó el logotipo de un periódico que nacía en el en el periodismo contemporáneo.
Su pintura, incursionó en el abstraccionismo donde no dejó de inventar o recreando formas, texturas y tonalidades, que constituyeron verdaderas colecciones y muestras plásticas con divisa internacional. En el diseño gráfico, bien podría decirse que estiró, aplanó, redondeó y embelleció las letras y los alfabetos junto a geometrías que quedaron impresas en portadas de libros, como en el caso de Cien años de soledad de García Márquez. Aún más, fue un notable impulsor de la cultura, un dinamo de creaciones, que transitaron por nuevas publicaciones, discos, poemarios, carteles… En fin, una obra magna y versátil, merecedora de múltiples reconocimientos y premios dentro y fuera de nuestras fronteras.
Lo recuerdo en Imprenta Madero, que fue donde lo conocí allá por los años 70´s, al frente de múltiples e importantes ediciones, siempre con una actitud de sencillez, sobriedad y profesionalismo, que inútilmente trataban de ocultar su genialidad. Justo ahí en el campo del diseño e impresos, generó también una escuela de diseñadores, quienes por su parte cuentan con aportaciones importantes, y que trabajaron directamente con él, como Rafael López Castro, Germán Montalvo y otros tantos que le han dado lustre al diseño gráfico en nuestro país.
Como no recordar igualmente a su esposa Bárbara Jacobs, una cuentista excepcional, a quien por cierto tuvimos el gusto y privilegio de entrevistar, Alejandro Ordorica, mi compañero y yo en nuestra serie de televisión El Sabor del Saber, donde mostró su talento, creatividad e imaginación.
Queda entonces para siempre entre nosotros, tanto de los que hoy estamos aquí y ahora, más los que vendrán en nuevas generaciones. Su vida y obra tienen tal brillo, que son imborrables.

Sala-Museo Martha Chapa:
http://www.dgb.uanl.mx/bibliotecas/burrf/salamuseomarthachapa/