Skip to main content

Libertad de elección…
Dra. Verónica Arredondo*

Somos personas autónomas, libres, que pensamos y podemos tomar las elecciones que mejor convengan a nuestros intereses. El libre albedrío no es otra cosa que la capacidad con la que contamos para poder discernir qué es lo que queremos hacer respecto a una situación concreta. Todos los días estamos expuestos a diversos fenómenos ante los cuales debemos tomar una elección.

Una idea filosófica respecto a la libertad de elección indica que las personas serán libres mientras rechacen los lazos tradicionales y los reconstruyan partiendo de sus instintos individuales. Un individuo ejerce sus libertades a través de la práctica de los derechos y obligaciones que implica su desarrollo dentro de la sociedad, ya que para abordar el concepto de libertad de elección, es necesario que se comprenda qué es una libertad y para qué funciona la misma. Y esto tiene que ocurrir dentro de una sociedad.

Para mencionar algunos ejemplos de la libertad de elección podemos recurrir a hechos cotidianos y básicos.

Vivir en un país garantiza que los ciudadanos puedan ejercer algunas libertades. En México, el Estado garantiza el acceso a la educación básica y gratuita para todos los ciudadanos. Esta comprende los niveles preescolar, primaria, secundaria y media superior. A partir de ello el individuo puede elegir el camino a seguir en su formación académica dentro de la amplia gama de opciones que se ofrece. El individuo no se encuentra obligado de ninguna forma a atentar contra sus intereses, puede ejercer sus derechos y escoger hasta dónde quiere estudiar, qué es lo que quiere aprender, cómo se ha de desarrollar.

En la teoría se supone que podemos elegir tener un nombre, aunque sabemos que en la práctica es nuestra familia quien elige cómo vamos a ser nombrados. Aun así existen las herramientas legales para poder modificarlo; y eso es una garantía del Estado.

Nuestro derecho de libre tránsito implica que podemos elegir dónde queremos vivir, es decir, no estamos obligados a permanecer en un lugar, por ejemplo, en la colonia, demarcación, estado, donde hemos nacido, ni siquiera el país del que formamos parte. Podemos tomar esa elección a partir de nuestras necesidades concretas, nuestros anhelos, sueños, objetivos.

Asimismo, podemos elegir cómo nos desarrollaremos alrededor del concepto de la familia. Actualmente existen muchos tipos de familia, hemos dejado atrás la figura tradicional que indicaba que una familia se conformaba por un hombre, una mujer, y los hijos e hijas de esta pareja. En este tiempo hay familias sin hijos, con hijos, monoparentales, biparentales, de acogida, adoptiva, extensa, compuesta, reconstituida, homoparental, etcétera. Nosotros tenemos entonces la oportunidad de elegir qué tipo de familia queremos conformar.

Otra forma en la que podemos ejercer nuestra libertad de elección se encuentra en nuestros gustos personales, lo que nos distingue como individuos. Podemos elegir lo que queremos comer, o con quien compartir o no. La libertad de elección implica asimismo factores de los que no somos conscientes. Para poder elegir libremente se hace necesario que contemos con cierta experiencia y mucha información. Podemos elegir qué género musical queremos programar para escucharlo y quizá nos atrevamos a aseverar que es la mejor música del mundo, pero si no contamos con la experiencia previa de haber escuchado otros géneros musicales, la certeza que tenemos queda coja, hueca, un tanto vacía. La libertad de elección va acompañada por la información que tenemos del evento. Lo que estoy diciendo lo explico de la siguiente manera. Puedo decir que mi color favorito es el negro, yo lo elegí. En este ejercicio debemos de tener presente que no conozco otro color. Entonces mi libertad de elección simplemente se torna falsa, porque no tuve al alcance otras opciones. Para poder elegir, debo necesariamente que tener opciones reales. Si tengo frente a mí una gama de colores extensa y pruebo esos colores, es decir los observo, podría elegir uno de ellos como mi favorito; pero si no tengo opciones, no me quedará de otra que quedarme con el único que me ha sido mostrado.

Elegir entonces requiere de información. La información que nos otorga el mundo. Nosotros tenemos la obligación de comprender esa información para tomar la mejor elección. O quizá no sea obligatorio, pero es necesario. Entre más conozcamos el mundo, tendremos más libertad para escoger un camino.

La libertad de elección aplica en casi todos los contextos que conocemos. En este periodo electoral, podemos hacer uso de esta herramienta. Y si hacemos uso de ella, me parece que podríamos acercarnos de una manera más efectiva a la realidad.

La realidad es lo que vemos, sentimos, experimentamos. Sabemos que la realidad no es infalible, de hecho queremos día con día mejorarla. Por eso nos levantamos todas las mañanas y salimos de casa, porque tenemos la intención de que nuestro futuro sea un lugar más apacible y mejor. Para ocurrir en la realidad, es decir para trascender a través de ella, es necesario que tomemos elecciones.

Gracias a que tenemos diversas opciones, y que ya hemos vivido bajo las políticas gubernamentales de diferentes facciones partidistas, podemos tomar una elección. Pero tenemos que hacerlo, tenemos que salir a elegir, a votar, a sufragar. Votar, elegir, libremente, sin que se nos coaccione ni obligue. Nuestra libertad de elección es nuestro derecho no solo constitucional sino moral, social, humano. Queremos preparar un mundo mejor para las generaciones venideras y podemos hacerlo. Podemos participar de este ejercicio de una manera eficaz y verdadera. No vivimos en medio de una dictadura, ni estamos a las órdenes de un solo partido. De hecho, hasta podemos considerar que es una idea feliz. Feliz respecto a que no estamos obligados por nadie a elegir un color, un nombre, una idea. Tenemos esta oportunidad ante nosotros, nosotras, la de elegir cómo se va a regir nuestro municipio, estado, los próximos años. Vamos a participar y lo vamos a hacer de una manera formidable, de eso no me cabe ninguna duda.

Elegir implica también responsabilidad, nos vamos a hacer responsables de nuestra elección, y eso nos convierte en ciudadanos, ciudadanas. Y nos acerca un poco más hacia los procesos sociales de bienestar que esperamos. Elige libremente, tú sabes lo que quieres, y es probable que juntos y juntas podamos transformar la realidad, hacia un mundo más justo y ecuánime.

*La autora es profesora-investigadora de la UAZ y directora de Sin Sesgo Consulting S.C., especialista en el área de preferencias, elección social y sistemas electorales.