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Reprochables regalos
por Marisol Zúñiga
Hace días celebramos una de las fechas preferidas de los mexicanos, en la que nos da por comprar lo que esté a la mano para decirle a la mujer que nos dio la vida, lo mucho que nos importa. Sin embargo, pocas veces tomamos el tiempo para preguntarnos ¿qué necesita realmente mamá?
Así que basta de faltos regalos, vayamos al grano: para empezar, ella necesita descansar. Es probable que a muy pocas personas se les pueda ocurrir esto, pero esa maravillosa mujer, es cuerpo, es mente, es vida que se agota con los días.
De modo que una lavadora nueva no es la opción, lo que le apremia es la corresponsabilidad de los padres, que le entren a la inacabable labor de cuidar y formar a otros seres humanos, trabajo por demás agotador, por cierto.
Además, necesita la coparticipación de todos los que viven en casa, para resolver las tareas que demanda habitar un espacio común. Que no se nos olvide: lo que hace mamá, es un trabajo, uno de horario extendido (sin fin), que además no recibe remuneración.
Quizá al desayuno “especial” del décimo día de mayo, debemos agregarle prácticas que le den la oportunidad de gozar de la tranquilidad que indiscutiblemente merece, de saber que no recae sólo en sus hombros el peso de satisfacer las necesidades de todos los integrantes de la familia.
A ella le urge olvidarse del mundo algunos días a la semana, tal como nosotros demandamos en los trabajos nuestros merecidos “días libres”
Mamá también requiere que la cuiden, que le sirvan el desayuno, la comida y la cena. Precisa del abrazo y la escucha cotidianos, del soporte emocional que ella otorga a montones.
Además de la serenata anual, mamá demanda tiempo y espacio vital para procurar sus sueños y objetivos personales, en la misma medida en que procura los de otros.
De modo que, todos los días del año deberían ser en su honor. Tenemos la obligación de procurar su derecho al disfrute de días de ocio, a salir de la rutina y si le apetece, a renunciar. Porque, aunque hagamos de oídos sordos, es urgente cuestionar la “incondicionalidad” construida culturalmente en torno a la maternidad, que —dicho sea de paso— nunca juega a favor del bienestar de mamá.
Ella es madre todos lo días de nuestras vidas, pero ¿acaso recordamos que antes que eso es humana?