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Dr. José de Jesús Reyes
JUEVES DE CORPUS
MEXICO, 50 AÑOS DESPUES

Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

Siempre he sentido que he llegado un poco tarde a la historia, lo digo porque en el 68 año en que debí entrar a la UNAM esta estaba cerrada y provisionalmente inicié mis estudios en la Escuela de Medicina de la UAZ que admitía apenas su segunda generación.

La UAZ era una institución hasta ese momento en calma donde no se vivían ningún tipo de conflictos que estallarían años después según supe - ya estaría lejos de mi tierra - y en el 68 había conseguido boletos para diferentes escenarios de los Juegos Olímpicos que se iniciarían en octubre. Para comprarlos me traslade a la ciudad de México según recuerdo a mediados de año y también según vi la capital estaba en calma, al menos ante mis ojos, finalmente llegaron los tiempos, jamás me enteré de la tragedia que había sucedido en la PLAZA DE TLALTELOLCO el 2 de octubre. Yo llegue a la gran ciudad una semana después y de nuevo reinaba la calma, supongo que millones como yo ignoraban los sucesos que jóvenes en otras latitudes habían encabezado en contra de sus regímenes correspondientes. El mes de mayo en la SORBONA en PARIS FRANCIA una revuelta que buscaba mejorar las condiciones educativas y que fue reprimida con toda la fuerza del gobierno terminando por el desmembramiento de una de las universidades más importantes del mundo en diferentes escuelas siguiendo con el pensamiento de divide y vencerás.

Como olvidar LA PRIMAVERA DE PRAGA donde los jóvenes se enfrentaron a los tanques soviéticos que invadieron la entonces CHECOESLOVAQUIA que sentían como su propiedad privada, o su traspatio como nosotros siempre hemos sido con respecto a los ESTADOS UNIDOS, o los enfrentamientos de los jóvenes hippies norteamericanos de frente a las fuerzas policiacas supuestamente defensoras del orden, y tantas revueltas más en todo el mundo protagonizadas por una nueva generación de jóvenes que no querían aceptar el estatus quo y se manifestaban en consecuencia.

Yo era entonces joven también, un joven ridículamente ajeno a los tiempos en que vivía, encerrado en sí mismo sin entender que fuera de mi individualidad había toda una sociedad que luchaba para sobrevivir y para superarse, para ser más libre, en contra de todo tipo de represión, que vivía bajo la verdadera bota de un autoritarismo que tenía que ser combatido, y yo vergonzosamente gozando de los Juegos Olímpicos sin entender que ahí en esa la gran ciudad se había dado una matanza sin precedentes donde murieron más de 300 jóvenes cuya única culpa era manifestar sus deseos y su búsqueda de un México diferente.

En los albores del año siguiente, en el 69, fui aceptado y comencé mis estudios de medicina en la UNAM en Ciudad Universitaria, una facultad imponente donde predominaba el gran mural de Francisco Eppens realizado en cerámica vidriada obra de un creador potosino - del que poco o nada se sabe o se recuerda - intitulado “la vida y la muerte, el mestizaje y los cuatro elementos” donde una mujer indígena y un hombre español crean al mestizo que sobresale en el centro sobre una mazorca de maíz que significa la cultura precolombina. Cómo olvidar que unos metros tras el mural en el último piso pasaba las tardes profanando antiguos cadáveres que parecían de plástico de personas abandonadas no reconocidas que iban a parar dentro de nuestras aulas para permitirnos el aprendizaje de la anatomía.

Este mural fue realizado el año de mi nacimiento en 1952 ¿Coincidencias de la vida?

Lo único que recuerdo es el desagrado que me provocaba ver a la escuela pintarrajeada con un prematuro grafiti donde abundaban los pegotes de cartelones que incitaban a la revolución, una revuelta de la que yo desconocía prácticamente todo y que en mi estulticia burguesa me parecía que solo afeaban la maravillosa arquitectura de esa escuela que me había dado cobijo a mis apenas 16 – 17 años de edad.

La muy buena instrucción que había recibido en la UAZ de la clase de anatomía en preparatoria y en el semestre de medicina que cursé en mi tierra me permitió sobresalir en la UNAM y mi profesor el DR. LOPEZ CABAL Ginecólogo pero también anatomista, me invitó para que le auxiliara en su clase y en el curso de disecciones en cadáver, y un año después a realizar guardias nocturnas en uno de las tres maternidades que tenía en diferentes puntos de la ciudad de México por lo que me pagaba 600 pesos por las clases, 600 por las guardias además de los 600 que recibía de mi padre y que pronto decidí prescindir del cordón que aún me ataba a mi familia.

La historia que ahora cuento tiene que ver como lo veremos adelante con el JUEVES DE CORPUS que fue mi enfrentamiento con la realidad y que cambió mi vida. Yo cursaba ya en el 71 el tercer año de la carrera, y por las mañanas tenia mis clases en diferentes hospitales de la ciudad, por las tardes me iba a Ciudad Universitaria a dar mis clases y participar en el entrenamiento de los que llegaban apenas a cursar el primer año en los cadáveres, al terminar a las 7 PM tomaba el camión que por toda la avenida Insurgentes me llevaba por 50 centavos – de entonces antes de quitarle 3 ceros al peso – hacia la zona donde se encontraba en el norte el SANATORIO CONCEPCION donde realizaba mis guardias nocturnas; me bajaba en la zona poniente del Monumento a la Revolución y caminaba por SAN COSME para llegar al Sanatorio e iniciar la guardia. Ese día en particular, JUEVE DE CORPUS, día de mi santo que claro no celebraba, el camión fue detenido en la misma avenida unas cuadras al sur por lo que nos dijeron se trataba de una manifestación, bajé y caminé al lugar de mi destino unas 20 cuadras al norte hasta llegar a un edificio de 3 niveles localizado en una equina y que tenía en el centro de unas escaleras de caracol un elevador primitivo que servía para subir a las mujeres a punto de dar a luz, porque se trataba de una maternidad donde la mayoría – si no es que todas – eran derechohabientes del IMSS que subrogaba los servicios de sanatorios privados como al que hago referencia.

Durante mi caminar vi múltiples patrullas camiones de la policía e incluso tanquetas, pero el área estaba ya despejada.

A mi llegada me percaté que algo andaba mal, para empezar la puerta exterior estaba cerrada lo cual no era normal, tuve que tocar y alguien sin abrir me pregunto quién era, cuando me identifique me abrió el conserje que yo bien conocía y me conocía, estaba pálido, volteo para uno y otro lado y me urgió a entrar para cerrar la puerta, no entendí lo que sucedía y me informó que habían atacado una manifestación pacífica que se dirigía – o pretendía hacerlo – de la Escuela Normal localizada a unas cuadras al poniente del sanatorio y que intentaba llegar al Monumento a la Revolución ¿Y? pregunte, me dijo, tenemos a tres estudiantes heridos pero soldados han venido a preguntar y lo hemos negado, y te necesitan porque requieren atención de urgencia.

Un estudiante de tercer año ¿Qué podía hacer? Claro que fui a verlos los tres estaban heridos por proyectil de arma de fuego pero solo uno estaba grave, la bala había entrado por el abdomen y había salido en la región lumbar izquierda, las enfermeras estaban paralizadas pero los tres estaban ya canalizados con sondas a distintos niveles pero uno requería cirugía de urgencia y claro que no era yo quien podía realizarla ya que solo sabía de cesáreas y cosas así. Hable con el supervisor quien me informo que ya venía y que fuera preparando el quirófano, a nadie se le había ocurrido llamar a los familiares por lo que le pedí a la trabajadora social que lo hiciera.

Los soldados volvieron a tocar prácticamente derrumbando nuestra puerta en dos ocasiones más y en una entraron sin permiso al sanatorio, por fortuna a los estudiantes los teníamos en el quirófano a donde les impedimos la entrada, y al ver que solo teníamos mujeres parturientas se fueron sin insistir, pero advirtiéndonos que no podíamos abrirles la puerta a los jóvenes, estuvieran heridos o no.

Llegó el supervisor y comenzamos la cirugía – demasiado tarde – un joven de no más de 17 años – yo tenía 19 – falleció en el transcurso de la misma cuando apenas vaciábamos el sangrado de la cavidad abdominal en búsqueda del vaso sangrante, el anestesiólogo nos comunicó que no había presión y que su corazón se había detenido.

Es difícil de explicar en palabras la conmoción que ese hecho provoco en mí, cambio mi vida y mi visión de las cosas, me llevo a investigar que había pasado, me enteré que diez mil estudiantes protestaban en apoyo a una revuelta de la UNIVERSIDAD DE NUEVO LEON en MONTERREY que habían sido reprimidos y la manifestación desarticulada, supe de los HALCONES - jóvenes entrenados - fueron los primeros en llegar con varas de bambú a golpear a los manifestantes seguidos por la policía y los soldados que tenían las ordenes de disparar a lo que se les pusiera enfrente, me enteré que habían muerto no menos de 120 jóvenes de los manifestantes, y claro ni uno solo de los halcones ni de la policía ni de los soldados como se intentó comunicar después.

Echeverría, el entonces presidente y responsable de la matanza, cuando le preguntaron los medios respondió que se había tratado de una revuelta donde solo habían resultado raspones y nada más; décadas más tarde cuando la sociedad exigió una verdadera investigación, la JUEZ dictaminó que no se trataba de un GENOCIDIO – que es un acto cuyas penas no prescriben con el paso del tiempo - que el JUVES DE CORPUS se había tratado de muertes que fueron etiquetadas como homicidios culposos QUE SI PRESCRIBEN y por lo tanto no se podía juzgar al ex presidente que hasta la fecha - 50 años después - SIGUE IMPUNE, vivo y tan campante.

Cincuenta años han pasado desde entonces. El hecho cambio mi vida y me transformó en una persona interesada en saber tanto lo bueno como lo malo de mi entorno, me enseñó a interesarme más por los demás y menos por mí mismo, me mostró que el individualismo en un país como el nuestro debe dejar paso al interés comunitario, UN POCO MENOS YO. UN MUCHO MAS NOSOTROS.

EN MEMORIA DE AQUELLOS QUE CAYERON EL LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS DE TLALTELOLCO Y EN EL JUEVES DE CORPUS VICTIMAS DE LA MAS TERRIBLE Y VIOLENTA REPRESION GUBERNAMENTAL DE LOS VERDADEROS DICTADORES DE LA ERA PRIISTA.