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Divagaciones de la Manzana
No más distracciones
Martha Chapa

Uno de los más graves y notorios incumplimientos de gobierno, sobre todo por la escalada de violencia y las masacres de los días recientes, es el de la seguridad pública en su conjunto.
En las llamadas conferencias mañaneras del propio presidente López Obrador, ha negado que durante su gobierno hubiera masacres, entendidas exclusivamente como aquellas cuyo origen fuera el mismo gobierno, lo cual no deja de ser una verdadera sutileza que llama a engaño o en sí un sofisma.
Bien sabemos, que ese tipo de criminalidad subsiste y hasta se multiplica, como lo hemos comprobado en Reynosa, Salvatierra o Zacatecas.
Peor aún, donde resalta tanta impunidad que su desembocadura se ubica ya en las inmediaciones de la sevicia.
Al igual, nos perturba la ineptitud e impotencia de las instancias responsables, sean del orden federal, estatal y municipal, frente a los carteles del narcotráfico, y su omisión paralizante que linda con la complicidad y como causante directo de una inseguridad rampante.
Se trata si, de la ineficacia de la Secretaría de Seguridad Pública, a cargo de una funcionaria que tildan de escaladora, oportunista y servil, además de inexperta y carente de liderazgo, de Rosa Isela Rodríguez, quien turbada prefiere hablar de otras cifras, estadísticas y datos, a imagen y semejanza de su jefe para tratar de distraernos una vez más.
También, de un evidente vacío y acciones erráticas que parten de la impreparación e insuficiencia de infraestructura y recursos de los equipos de trabajo, por lo que toca a las entidades federativas, ya no digamos de las municipales, que en algunos casos ni siquiera cuentan con policías.
Por si algo faltara, en el paisaje del cinismo, se afirma que “todo va bien y en paz”.
Se inicia el tercer año de gobierno y el panorama es grotesco, no sólo por la ausencia de resultados, sino por el incremento de delitos y homicidios, ahora hasta masacres, a tal grado que el futuro se oscurece todavía más y es aterrador. Espanta e indigna en verdad el abrumador catálogo de ineptitudes del Presidente y su gabinete.
Quedan entonces, ante nuestra vista, esas incompetencias y falsedades recurrentes que se inscriben socarronamente en el discurso y la retórica presidencial, como desgobierno flagrante
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