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Divagaciones de la Manzana
El gran distractor
Martha Chapa

Otra vez, López obrador se distancia de los grandes problemas y retos de la Nación. Ahora, de nueva cuenta se disfraza con la pedestre, maniquea e inoportuna discusión entre los buenos o malos protagonistas de nuestra historia patria.
He querido pensar que en términos generales habíamos zanjado ya la vieja polémica de nuestros orígenes, pues si bien estamos orgullosos del pasado prehispánico, de sus grandes aportaciones en arte y ciencia y de tantas de sus sabias enseñanzas, mitos y leyendas, también de la rica cultura proveniente de España, que se fusionó con la de América, en tanto que constituyen dos grandes árboles que entreveraron sus raíces hace ya más de 500 años. Provenimos sí de ambas culturas y tenemos elementos y herencias múltiples e invaluables que nos han convertido en un pueblo original, con identidad vigorosa y aportaciones importantes al mundo. Y tanto de una cultura como de la otra, bien lo sabemos, hay por igual luces y sombras, de tal manera que no podemos estacionarnos parcialmente y condenar o liberar a unos u otros de quienes nos antecedieron.
Sin embargo, hoy se usa el pasado para meter conflicto en el presente, como lo pretende el propio presidente López Obrador y algunos de sus colaborados que van desde la exigencia de que España, país hermano, nos pida una trasnochada disculpa en torno a ese pasado donde ni siquiera México como tal existía, así como lo que los historiadores unánimemente sostienen, en el sentido de que la llamada Etapa de La Conquista, fue una lucha entre diferentes grupos que ya existían en nuestra tierra, e incluso que algunos apoyaron a los españoles, ya sean como los tlaxcaltecas entre otros, para derrotar a sus crueles esclavizadores los Mexicas.
Pero el asunto llegó ya inclusive y ridículamente a los terrenos de la identidad urbana con la desaparición de Colón en su Glorieta, donde se enarbolará en lo sucesivo una cabeza Olmeca. No nos oponemos desde luego que así sea y que hasta se alienten profusamente símbolos, estatuas, o esculturas propias de nuestras comunidades indígenas, del pasado y del presente, aunque en este caso es evidente la politiquería, la demagogia, el populismo y los afanes de la polarización. Por cierto, pudo haber sido mucho mejor, imaginativa, estética y artística la cuestionada escultura que ahora se exhibirá en esa glorieta, y hasta convocarse a un certamen a nuestros escultores para honrar el mundo prehispánico, sin negar u obstruir neciamente la historia ni las vertientes de nuestra identidad, más allá de las barbaridades que cometieron tanto Colón como Los Mexicas u otros que también incurrieron en violencias y enfrentamientos, tan lejanos hoy de lo que concebimos como justicia, libertades y derechos humanos. Qué bien que al menos se tomó la decisión de reubicar el monumento que se hiciera para conmemorar el descubrimiento de estas nuestras tierras por parte del navegante Genovés, aunque la maquinación descarada la ha enturbiado.
En todo caso, todos y todas debemos comprometernos a aceptar nuestra historia, raíces mestizas e identidad cultural, y sobre todo la unidad nacional, materias en donde el gobierno actual resulta reprobado, más aún cuando una de sus prioridades es distraernos en lugar de resolver y enderezar tantos males que padecemos de malas administraciones del pasado reciente, al igual que los que se han acentuado u originado en el gobierno actual.

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