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Nuestro cuerpo, nuestra decisión…
Dra. Verónica Arredondo
En nuestra historia, la nacional, y universal, nos encontramos con datos que nos parecen
hasta anecdóticos; datos que narran una realidad que sentimos muy alejada del presente y
que a pesar de que la entendemos, o tratamos de comprenderla, no sabemos por qué
ocurría de tal modo. Para ejemplificar lo que estoy diciendo, me voy a remontar a 1953, año
en que las mujeres adquirieron el derecho a votar y ser votadas. Hoy en día nos parece
inconcebible que ese derecho tuviera que ser peleado y ganado ante la sociedad de
mediados del siglo XX. Pero tuvieron que ocurrir distintos hechos para que por fin se nos
reconociera como ciudadanas. Otros datos que ponemos recoger a través de consultar los
libros de historia, y que nos puede dar una idea de cómo pensaba la humanidad de distintos
siglos, es cuando se daba por hecho que la Tierra era plana, o se discutía si los habitantes
del continente americano podían ser considerados humanos. A nosotros nos parece absurdo
que se creyera en el terraplanismo, aún hay quienes creen en ello; pero así, como a nosotros
nos parece una tontería, estoy segura que en el futuro, la humanidad de siglos venideros,
nos observará con incredulidad y no entenderá que en nuestro tiempo, las mujeres no
pudieran decidir por sí mismas, ni sobre su cuerpo.
El mes pasado la Suprema Corte de Justicia de la Nación despenalizó el aborto, una decisión
histórica que fue avalada por una votación por unanimidad de los ministros en pleno. De
ahora en adelante ninguna mujer podrá ser detenida y procesada por abortar, y cualquier
mujer que se encuentre presa por este motivo deberá ser liberada. Pero vamos por partes,
porque no es que todas las mujeres correremos a abortar, ahora que no será considerado
delito.
La cuestión es mucho más compleja de lo que parece. Según estadísticas y fuentes oficiales,
en el país se practican hasta un millón de abortos anuales, un tercio resulta con
complicaciones y requiere atención médica urgente o inmediata hospitalización. Miles de
mujeres pierden la vida por prácticas insalubres y poco profesionales. El aborto, más que un
tema moral, es un problema de salud pública, y como tal debería de ser tratado. En el país,
de acuerdo con asociaciones feministas, hay alrededor de 200 mujeres presas por abortar,
aunque no están acusadas de aborto, sino de delitos como infanticidio, filicidio, etcétera.
Zaldívar, uno de los ministros de la Suprema Corte, ha declarado: “El Tribunal demuestra así,
con hechos y sentencias, que su único compromiso es con la Constitución y con los
Derechos Humanos”. Y precisamente, que toda mujere pueda decidir sobre su cuerpo, es un
derecho humano e inalienable. Pero tampoco es tan sencillo, no todo va a ser fácil.
Se supone que ahora cada estado deberá reformar sus códigos penales para no continuar
criminalizando a las mujeres que decidan abortar, se supone, en papel, en la práctica no
sabemos qué va a resultar de esto.
Vivimos en un país sumamente conservador, que mantiene celebraciones religiosas como
fechas importantes en el calendario. Una sociedad que ha sido moldeada por la TV y por
decenas de años de vivir bajo la dictadura de un solo partido político. Que se haya
despenalizado el aborto es un gran avance, pero que existan las condiciones para hacer de
esta práctica una opción viable todavía falta un largo camino.

Hace unos meses, Argentina fue más allá de la despenalización, y legalizó el aborto a nivel
nacional. En la Ciudad de México interrumpir el embarazo es legal desde 2007 y se cuenta
con la infraestructura para hacer frente del fenómeno. Sin embargo…
En este país conservador, abortar, es un tema delicado. Para empezar la familia de una
mujer que aborta difícilmente la apoyará, tampoco encontrará acompañamiento psicológico y
quizá ni pueda acudir a las clínicas donde tendría que ser atendida porque estas
sencillamente todavía no existen. Recuerdo que hace unos días leí una noticia de un diario
español donde se relataba lo difícil que era abortar en clínicas públicas en España. Primero
porque no había el personal preparado y segundo porque muchos de los médicos eran
objetores de conciencia (aunque estos mismos médicos en sus clínicas privadas practicaban
los abortos que se negaban a llevar a cabo en las clínicas públicas). Pero esos son dos
problemas reales: la falta de infraestructura y que carecemos de acompañamiento
profesional para las mujeres que decidan abortar.
La despenalización del aborto significa que a las mujeres se nos reconoce nuestro derecho a
decidir sobre nosotras mismas, un tema que ni debería ponerse a discusión, porque
imaginemos por un momento, tú, hombre, que yo como mujer tuviera la potestad de decidir
sobre ti, cómo te vistes, cómo hablas, como te comportas, cómo practicas tu sexualidad. Eso
es lo que nos ha ocurrido a las mujeres durante toda la historia humana, y no me estoy
quejando, sino que me parece una observación relevante.
Ahora bien, tenemos que construir los elementos necesarios para que el derecho a decidir
sobre nosotras mismas, el derecho a abortar, sea llevado a cabo bajo las mejores
condiciones. Requerimos clínicas, médicos, enfermeras, psicólogas, requerimos una labora
de sensibilización para con nuestras familias. Requerimos conocer todos los métodos
anticonceptivos, requerimos que en nuestros centros escolares, laborales, sociales, exista la
apertura necesaria para no ser señaladas, requerimos ejercer nuestra libertad en toda su
amplitud y consecuencias.
En 1826 surge la primera revista feminista en el estado de Zacatecas, El Abanico,
probablemente la primera publicación de su tipo en el resto del país, un México apenas
independiente. Todavía no hemos dejado de luchar porque se nos reconozca y podamos
ejercer nuestros derechos. Saludo y me enorgullezco de que podamos decidir sobre nuestros
cuerpos, sobre nuestras vidas. Me hermano con todas las mujeres sin importar color, raza,
credo, o posición política. Quiero un mundo libre de cinismo, de machismo, de patriarcado.
Un mundo donde tengamos acceso a los servicios de salud, de cultura, educación, trabajo
digno. Yo sé que alcanzaremos nuestras metas organizadas y trabajando codo con codo. Yo
sé que le estamos preparando un mejor futuro a nuestras hijas y nuestras hermanas.
Quisiera terminar con un comentario más personal aún.
De repente puede saltar que mi posición sea a favor de interrumpir la vida de una persona, y
no es así, pero podemos plantear el caso de otra forma. La gente, las mujeres, los hombres,
deben tener derecho a decidir sobre sí mismo, claro, a menos que alguna especie de
diagnóstico les impida autodeterminarse, en ese sentido, incluso, un tema como la eutanasia
cabría ser llevado a discusión. Lo que quiero dejar en claro es que cada mujer debe de
decidir sobre sí misma, y eso ni está a discusión ni es un tema público. Nadie puede decirnos
ni como vestirnos ni cuando ser madres o si está bien serlo.

De acuerdo con datos de Alianza por la Solidaridad, 44 millones de mujeres alrededor del
mundo, deciden, cada año, interrumpir sus embarazos; de estas, 47mil mujeres mueren por
complicaciones, atendidas en clínicas que no cuentan con las condiciones adecuadas para
socorrerlas; otras cinco millones sufrirán lesiones graves y requerirán hospitalización. Quizá
haya otros problemas más complicados de resolver, pero este, garantizar la atención de un
aborto, me parece que no debería ser el más complicado.
Y a quien entienda que el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos no se encuentra a
discusión, se lo agradecemos.