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Construcción de paz.

Por: Jenny González Arenas*

Zacatecas enfrenta una crisis severa en materia de seguridad pública, de ser la segunda entidad más segura en el país, nos hemos convertido en una de las más inseguras. Dicha situación se ve claramente reflejada en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, cuya medición establece que el 86.1 % de la población de Zacatecas mayor de 18 años se siente insegura en su ciudad y, lamentablemente Fresnillo ocupa un penoso primer lugar a nivel nacional en donde el 94.3 % de su población se siente insegura en su ciudad.
Esta situación no solo es preocupante, sino que impacta directamente en el derecho al desarrollo de los Zacatecanos.
En el Estado de Zacatecas, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2021, la cifra negra de delitos denunciados señala que se denunció solo el 8.3% de los delitos, de los cuales solo el 60.1% inició una carpeta de investigación, lo que en términos generales significa que del 100 % de los delitos cometidos en el Estado solo el 5 % iniciaron una carpeta de investigación. Mientras que la media nacional es del 10.1%
En esa misma encuesta, los Zacatecanos de 18 años en adelante consideran como el problema más urgente de atender es el de Inseguridad, seguido por la salud, el desempleo y la pobreza. Temas todos relacionados con los derechos humanos y con el diseño de políticas públicas adecuadas para que la percepción de la sociedad cambie.
DESCRIPCIÓN DE LA PROPUESTA DE SOLUCIÓN O ACCIÓN NECESARIA.
La paz es un elemento sine qua non para el ejercicio pleno de los derechos humanos; no implica solamente la ausencia de guerra, sino un escenario propicio para que todas las personas se desarrollen de forma armónica, en pleno ejercicios de sus derechos y libertades, así como en cumplimiento de sus obligaciones.
Podemos identificar, en las estrategias de promoción de la paz, diversos elementos que son torales en la elaboración de políticas públicas encaminadas a la promoción de la cultura de paz en estados donde, si bien hay ausencia de conflicto armado, la sensación de inseguridad de la población es generalizada.
Para poder implementar una política pública adecuada de construcción de paz es necesario que se generen primero las condiciones óptimas que sirvan como base o cimientos sobre los cuales se edificará la cultura de paz. En esos cimientos encontramos los valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilo de vida, todos vinculados a respetar, promover y proteger los derechos humanos.
Se debe partir del respeto a la vida, respeto a la soberanía, respeto y promoción de los derechos y libertades fundamentales, compromiso con el arreglo pacífico de conflictos, esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente, respeto al derecho al desarrollo, respeto al fomento de la igualdad de derechos de oportunidades entre hombres y mujeres, respeto a la libertad de expresión, opinión e información así como la adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, dialogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad.
Como podemos observar, para la construcción de la cultura de paz, es necesario, no solo la participación del Estado, sino de la población en su conjunto, pero, así como se trata del ejercicio pleno de los derechos humanos, también se trata del cumplimiento pleno de las obligaciones, tanto de los agentes del Estado como de la población en su conjunto.
Con base en todo lo anterior, la propuesta que ahora se presenta esta relacionada con la EDUCACIÓN PARA LA PAZ.
Educar para la paz en, al menos, tres niveles: a) Sistema de educación obligatorio; b) Fomento de actividades complementarias no ligadas al sistema educativo; c) Capacitación permanente de los servidores públicos en todos los niveles.
En este sentido, el primer nivel implica va encaminado a incorporar a los programas de estudio, desde nivel pre – escolar hasta el nivel preparatoria, a través de programas que fomenten la solución de conflictos de forma pacífica, el respeto, la tolerancia, la cooperación, el pluralismo y que de alguna forma permeen no sólo en el entorno escolar, sino que esas estrategias se lleven al hogar y que, a través de la infancia, vaya poco a poco incorporándose al entorno familiar. En este punto, el sistema educativo se torna en factor decisivo, por lo que es de vital importancia incentivar al sector docente, no solo con capacitaciones, sino con un trato justo y respeto a sus derechos laborales, para que sean ellos el canal que conduzca a todo el sector de educación obligatoria por el camino de la cultura de paz.
En el segundo punto, es fundamental que a través del sistema DIF o de las Casas Municipales de Cultura, se implementen talleres y programas de difusión de la cultura de paz, destinados a todos los sectores de la población, pero que dichas convocatorias se hagan no solo voluntarias, sino que sea parte de un programa bien estructurado que permita a toda la población participar en dichos talleres ya sea sectorizado por ubicación geográfica o por grupo de edad o por sector productivo, pero que, en primer lugar no segmente a la población – no separar hombres y mujeres o personas de la comunidad LGTBI, porque eso no abona a la tolerancia ni a la solución pacífica de conflictos – y en segundo lugar que se lleve a cabo de forma permanente y que de los mismos participantes en los talleres se comiencen a formar nuevos capacitadores para que se abra cada vez más la difusión de la cultura de paz y se logre llegar a toda la población.
El tercer aspecto, involucra a los agentes del Estado que, como servidores públicos deben de desprenderse de la imagen de figura de autoridad y ser empáticos con la sociedad, porque no se debe perder de vista que un servidor público no siempre lo es, ya que en determinado momento se encuentra en los zapatos de los ciudadanos, en ese sentido, la constante capacitación y actualización de los servidores públicos permite que se desarrollen habilidades de solidaridad, cooperación, respeto, tolerancia, empatía, trabajo colaborativo, solución pacífica de conflictos, etc.
RESULTADOS ESPERADOS.
Como podemos observar, esta estrategia involucra un proyecto a largo plazo, cuyos resultados no serán medibles de forma inmediata, pero que logra abordar el problema desde el hogar, indirectamente a través de la escuela, en el centro escolar, así como en espacios de convivencia social como barrios, colonias y comunidades, así como en la relación de la ciudadanía con el Estado.
Los recursos humanos con los que cuentan el estado para implementar esta estrategia se encuentran en las Universidades públicas, que son quienes en su mayoría ya están siendo formados en la cultura de paz a través de diversos programas transversales y diplomados que se han implementado y se siguen implementando, solo hace falta la coordinación real entre el Ente Gubernamental y las Universidades Públicas que permitan que estos conocimientos bajen del nivel Universitario a los demás niveles de educación obligatoria y se organicen cursos de capacitación para talleristas y servidores públicos de manera constante y permanente, porque para cambiar la cultura se necesita de esos dos elementos, la constancia en la formación y la permanencia de la estrategia, que no se agote con cada cambio de gobierno.

*Docente Universitaria e Investigadora UAZ