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Ricardo Monreal*
México y su papel en la ONU

México ha tenido la oportunidad de formar parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en repetidas ocasiones: en 1946, 1980-1981, 2002-2003, 2009-2010 y, ahora en 2021, además de integrar este organismo estratégico, también lo presidirá.
Las características más importantes de nuestro país en el plano de la política internacional se encuentran delineadas por la aplicación y prevalencia de las doctrinas Carranza y Estrada. La libre autodeterminación de los pueblos y la no intervención han sido, desde hace varias décadas, principios doctrinales que, elevados a rango constitucional, representan premisas de observancia obligatoria para el Gobierno federal, independientemente de cuál sea el color o la ideología política a la que pertenecen las y los altos funcionarios que se encuentran al frente suyo. En este tenor, queda de manifiesto que México ha sido un abierto crítico del intervencionismo.
En tiempos recientes se pueden encontrar ejemplos claros de este contexto intervencionista, como el que ocurrió hace no mucho, cuando el Gobierno venezolano sufrió un intento de golpe de Estado; el resultado fue una progresiva escalada de violencia e inestabilidad política que, con todo, no consiguió su objetivo, aunque a la nación sudamericana le fueron impuestas una serie de sanciones económicas promovidas desde el exterior.
Ante tales circunstancias, el Gobierno mexicano aceptó que nuestro país fuera sede de los encuentros para alcanzar una vía pacífica de solución al conflicto interno venezolano, procurando el establecimiento de puentes o canales de diálogo entre las partes disidentes, que condujeran a la estabilidad y la distensión en el seno de ese país. Así, durante el pasado agosto se dieron los primeros acercamientos entre los involucrados en pugna.
México es un país que busca privilegiar el diálogo como el principal medio para tratar de arribar a la solución pacífica de conflictos entre países o al interior de éstos. Ha quedado el registro indeleble de sus múltiples gestiones a través de la historia para lograr la divulgación de la paz internacional y el respeto a la libre autodeterminación de los pueblos.
Para nuestro país, la verdadera esencia de los principios democráticos inmersos en el ejercicio de la política exterior proviene de la capacidad probada para generar los acercamientos pacíficos necesarios entre las partes en conflicto, y propiciar el diálogo para la solución de las desavenencias.
En este sentido, observamos un hecho coyuntural de gran relevancia: la llegada de nuestro país a la presidencia rotativa del Consejo de Seguridad de la ONU, organismo internacional formado por 15 integrantes. Países caracterizados por una alta capacidad económica y militar, como China, Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia, y Francia, cuentan con poder de veto y, además, detentan el carácter de miembros permanentes al interior del Consejo. Las otras diez naciones participantes ocupan puestos no permanentes, y su rotación tiene lugar de manera regular cada dos años.
Nuestro país asumirá la presidencia rotativa de mérito durante todo el mes de noviembre; la participación de la representación diplomática mexicana, a tres años de haberse iniciado el gobierno de la Cuarta Transformación, representa una oportunidad histórica para delinear la discusión al interior del organismo internacional con un carácter trascendental, poniendo énfasis en lo que en México se ha identificado como uno de los problemas nucleares, no sólo del Gobierno y la sociedad nacionales, sino de los países de todo el mundo: el lastre de la corrupción.
Durante su paso al frente del Consejo de Seguridad, el jefe del Estado mexicano encabezará tres importantes actividades. La primera de ellas será un debate sobre corrupción, desigualdad, inclusión y conflictos armados, el cual será conducido por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador. Las otras dos actividades versarán sobre temas relacionados con el tráfico y el desvío de armas pequeñas y ligeras, así como su impacto en la seguridad internacional, y la colaboración y coordinación entre los principales órganos de la ONU, para hacer más efectiva su labor preventiva en la agenda de paz y seguridad internacionales.
Sin duda, será interesante observar la realización de estas actividades desde una línea de política internacional que privilegie la paz y la seguridad del mundo, la cooperación, el respeto a los derechos humanos y a la libre autodeterminación de los pueblos, así como el principio de no intervención, premisas consagradas en nuestra Carta Magna y que se han llevado a cabalidad por el Gobierno mexicano en las relaciones exteriores sostenidas con las demás naciones.
La congruencia con los principios rectores de nuestra política exterior seguramente estará dotando de legitimidad a la posición de privilegio que ocupará durante el presente mes el Gobierno de México, ampliando las posibilidades de conducir con éxito la agenda de la presidencia rotativa del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de llegar a los consensos necesarios en el seno de este organismo, con una perspectiva de combate a la corrupción y como un asunto de seguridad nacional que debe ser evaluado y atendido por todos los países miembros de la comunidad internacional.

*Senador de la República
ricardomonreala@yahoo.com.mx<br /> Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA