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Crisis de Seguridad.
Por: Jenny González Arenas
Zacatecas vive tiempos convulsos, entre la pandemia, la crisis económica, el desatino político y la inseguridad, no sabemos de quien cuidarnos o a cuál de los problemas debemos poner más atención.
En lo particular, creo que uno de los mayores problemas que tenemos es la inseguridad, porque derivado de ello es que se agudizan los demás. Las comunidades desplazadas del Estado han tenido que abandonar el fruto de su trabajo de toda la vida a causa de la delincuencia y se han tenido que trasladar a otras comunidades o a las cabeceras municipales en donde demandan empleo, condiciones de vivienda digna, insumos, servicios, etc., agravando las condiciones de precariedad en las que ya se encontraban antes a causa de la crisis económica en la que nos encontramos por la desaceleración económica a causa de la pandemia.
El miedo de contagio se ha convertido en miedo a la delincuencia y, la sociedad no tiene más remedio que recluirse en sus hogares y salir el mínimo necesario para evitar ponerse en riesgo.
Casualmente, en medio de una severa crisis de inseguridad y la ola de miedo que se desató por los jóvenes encontrados muertos, el semáforo epidemiológico brinca de naranja a verde, para incentivar a la sociedad a que no se queden encerrados en su casa, pero los jóvenes tienen miedo, porque el Estado no es capaz de garantizarles seguridad.
Pero la juventud tiene necesidades de socialización que son fundamentales para su correcto desarrollo psico - emocional que está siendo limitado primero por la pandemia y ahora por el miedo a salir a la calle y convertirse en un número más de las estadísticas de violencia y delincuencia en nuestra entidad.
No es correcto, nunca lo será, que la gente tenga que abandonar su hogar porque la delincuencia los obliga; así como tampoco lo es que los jóvenes tengan que permanecer encerrados porque tienen miedo de salir a la calle.
En algún momento se hablaba de que la sociedad tenía que re apropiarse de los espacios públicos y usarlos, disfrutarlos, explotarlos, para que la delincuencia se fuera alejando de esos espacios, al ver a los niños jugando en la calle, acompañados de sus padres, o a las familias conviviendo eso motivaría que los espacios que pudieran representar un riesgo en materia de seguridad se convirtieran en espacios seguros, pero ¿cómo vamos a motivar ahora a las familias a que hagan eso cuando desaparecen familias completas?
No se trata de desarrollar políticas públicas aisladas, sino integrales, no se trata solo de encomendarnos a Dios, sino de que todos, sociedad y gobierno, hagamos lo que nos corresponde, pero que podemos esperar de una sociedad que vive con miedo, que no puede contar con su gobierno para que implemente acciones de seguridad, que le pide que rece y se encomiende a Dios.
Una sociedad que le dice al gobierno que si no es capaz de defenderlos entonces que les dejen armarse y defenderse solos, es una sociedad que además de vivir atemorizada ha dejado de confiar en sus autoridades.
Zacatecas no puede seguir así, porque la gente no estamos acostumbrados a vivir así y lo peor que puede pasar es que nos acostumbremos a vivir así.

*Docente- Investigadora UAZ