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Código político

Desplazados, ignorados y olvidados

Por Juan Gómez

Indigna el trato que han recibido los comuneros de distintas comunidades de Jerez y Tepetongo en la Ciudad de México, a donde se trasladaron para demandarle en un grito de angustia y desesperación, ayuda al presidente de la república.
Desde las primeras horas de la mañana del jueves se apersonaron en las inmediaciones de Palacio Nacional con la esperanza de ser atendidos por el presidente, al no tener ayuda, apoyo, vamos ni siquiera comprensión del gobierno de Zacatecas.
El trato inicial que recibieron fue el que se le da a cualquier grupo o persona que llega a “la mañanera” que encabeza el presidente López Obrador en Palacio Nacional, o sea, el desdén, el bloqueo a sus demandas. La frialdad del poder.
No. Ellos y ellas no son denunciantes políticos. No le hacen el juego a nadie. Son familias desesperadas que salieron con lo que tenían puesto para salvar sus vidas y las de sus seres queridos, en medio del terror que se vive en por lo menos 18 comunidades jerezanas y otras de Tepetongo, en donde está acantonada una guarnición de la Guardia Nacional.
Algunas familias se fueron a la cabecera municipal de Jerez en donde recibieron la solidaridad de amigos, conocidos y familiares, pero otros se marcharon a otras entidades, a la frontera, a Estados Unidos, a donde puedan seguir sobreviviendo y ponerse a salvo de la violencia.
En este escenario lo único que hicieron las fuerzas armadas fue el “acompañamiento” para que fueran a ver sus casas, sus tierras, sus pertenencias, pero lo que encontraron fue la desolación, el abandono, el saqueo, la podredumbre que dejan los integrantes de las células criminales en la región.
Las escenas que vimos la semana pasada es lo más kafkiano que he visto en los últimos años: un grupo de militares acompañan a familias que han sido expulsadas de sus comunidades para ir a ver lo que quedó del saqueo y a sacar las miserias que aún quedan.
Es lamentable que la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano hagan eso cuando su función es otra pero además, se derrumba la imagen que los mexicanos tenemos de quienes portan un uniforme militar que inspiraba respeto, orden, eficacia, solidaridad y fuerza.
La llamada fuerza del estado es incapaz de protegernos, de garantizar la seguridad y el orden ante el rebasamiento de las fuerzas estatales. ¿A quién vamos a recurrir? No tengo la respuesta.
Pero esto no es lo peor.
El Estado no los atiende, no comprende el dolor que tienen y la desesperanza que cada día crece.
Las familias que han sido expulsadas de sus comunidades en Jerez, Tepetongo, Montescobedo, Valparaíso por la violencia ejercida en su contra, en medio de las disputas del control de las rutas del narcotráfico, no reciben la protección de las autoridades municipales o estatales, rebasadas por la capacidad numérica y la fuerza de fuego de los cárteles de la violencia.
Pero lejos de tener la solidaridad de las autoridades estatales, el gobernador David Monreal Ávila, le da un sesgo político a la situación, al organizar una reunión con delegados estatales, quienes están más controlados por la política y la influencia municipal.
Asesorado de una forma pésima el mandatario estatal realizó una reunión con los delegados municipales, para simular atención a la problemática de grave inseguridad que se vive en 18 comunidades de Jerez y en otras de Tepetongo.
De esa manera el gobernador mostró que no le importa la seguridad de las familias expulsadas, sino simular que atiende una situación que ha impactado y conmovido no solamente a la sociedad zacatecana, sino al país.
Es impresionante la mala jugarreta a la que empujaron al gobernador. Al siguiente día de que no fueron atendidos en Palacio Nacional, le dicen que haga una reunión con los delegados municipales, quienes por cierto reciben un sueldo de los ayuntamientos.
Y después el olvido.
En contraparte se endereza una denuncia en contra del ex coordinador de la Feria Nacional de Zacatecas en 2019 por presunto desvío de 60 millones de pesos, cantidad que forma parte de la fallida organización de un concierto del artista puertoriqueño, Ricky Martin en Zacatecas, para desviar la atención y simular un combate a la corrupción del pasado.
Por cierto, se generan contradicciones en el asunto. El ex coordinador de la Fenaza 2019 informa en un video sobre la posibilidad de la actuación de Ricky Martín este mes, luego de sostener una conversación con la presidenta honoraria del Sedif, Sara Hernández de Monreal, lo que es confirmado por el boricua en un programa de espectáculos de la televisión abierta en México.
Pero el domingo 13 de marzo se interpone una denuncia penal por presuntos desvíos millonarios en contra del ex coordinador.
¿Y qué va a pasar con los cientos de familias que abandonaron sus hogares con lo que traían puesto, que no tienen un futuro seguro y que se sienten rolando sin destino?
¿Cómo atenderán a las familias que por la violencia y las agresiones armadas se quedaron en el desamparo, sin dinero, sin cobijo, sin casas o propiedades que fueron destruidas y saqueadas por los maleantes y asesinos?
¿Por qué ellos no merecen la atención y protección de la federación y del gobierno que con sus impuestos gobierna al estado?
El primer respondiente en garantizar la protección y seguridad de las familias, de su integridad personal y patrimonial, es el gobierno que encabeza David Monreal Ávila.
Con la simulación y una pésima pretensión de manipulación mediática y política no resolverá el problema que en este momento, es el más importante desde cualquier punto de vista.
Ya es momento de gobernar y no simular.
Al tiempo.

@juangomezac