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10 DE MAYO: El fenómeno de la maternidad

Por la Dra. Verónica Arredondo

La maternidad es un fenómeno que no es comprendido en toda su extensión, nunca se habla de lo que realmente implica. En el ideario religioso, social, cultural, ser madre significa una bendición, la realización de la mujer, cumplir con el imperativo biológico del ser humano, etcétera. ¿Pero, qué conlleva realmente convertirse en mamá? Parir es para nada solo la consecución del amor ni la cresta de la vida como pareja. Tener un hijo es un trabajo que requiere mucho esfuerzo, más allá de los cambios biológicos y físicos que experimentará la mujer (que son muy grandes), esta tendrá que estar dispuesta a redefinir varios aspectos de su vida: la forma de organizarse, la vida laboral o el desarrollo académico, la vida en pareja, el tiempo de ocio, la salud mental, la relación con la familia y amigos. Además, tendrá que estar consciente de que hay una persona a su cargo que dependerá exclusivamente de ella durante al menos 15 años. ¿Qué presión se siente, no?

Seamos honestas, la mayoría de las mujeres mamás se convierten en mamás casi por inercia, porque así lo estipula la mecánica social. Si eres mujer creces, te casas y tienes hijos. Tenemos que comprender que la maternidad, es un fenómeno que cruza la vida de todas las mujeres, tengamos hijos o no, porque la sociedad y sus familias exigirán de uno y otro modo que la mujer se convierta en madre.

Ser madre además, deviene de factores emocionales, psicológicos, académicos, económicos, no es un deseo o esperanza exclusiva de la decisión o indecisión de una mujer. Si atendemos a las estadísticas, que nos pueden decir mucho del panorama mexicano, podemos comprender un poco más el fenómeno de la maternidad. De acuerdo con los datos arrojados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE 2017), de las 48 millones de mujeres mayores de 15 años, en ese momento, 35.2 millones habían sido madres. Siete de cada diez madres estaban casadas o vivían en unión libre; las tres restantes de dividían entre solteras, separadas, divorciadas y viudas. El 41% de las madres mayores de 15 años, no contaban con educación básica terminada. Estas cifras de alguna manera relacionan que el acceso a la educación es una variable relevante para la maternidad. El promedio de hijos de una madre sin instrucción escolar era de 3.3 hijos por mujer, y de 1.7 hijos para las mujeres que tenían instrucción media superior y superior.

La ENOE también indica que: “La proporción de embarazos no planeados o no deseados aumentó de 33.4% en 2009, a 36.5% en 2014, incremento que es mayor entre los grupos de edad más jóvenes: entre las adolescentes de 15 a 19 años de edad que se encontraban embarazadas al momento de la encuesta, aumentó de 40.4% a 48.5% en el lapso mencionado; mientras que entre las mujeres de 20 a 24 años pasó de 32.6% a 38.3%.” Las cifras nos muestran una realidad que no es posible ignorar: que no todas las mamás son porque así lo eligieron, y que la maternidad sí debe ser una elección y no una imposición.

Derecho a no ejercer la maternidad

Creo que ningún ser humano puede tomar una decisión cuando no es consciente de que puede elegir entre una opción y otra, muchas mujeres han decidido no ejercer la maternidad, pero muchas otras que son madres nunca supieron que podían haber tomado esa decisión.

La decisión de no ser madre está condicionada por causas como la salud, el dinero, el desarrollo profesional, otras prioridades, o por ninguna de estas. La no maternidad, concepto académico que se usa para describir a quienes no quisieron ser mamás (conocidas como mujeres NoMo, Not Mothers, en inglés), es un ejercicio que va en aumento. De acuerdo con datos del INEGI y la Encuesta Nacional sobre la Discriminación, la tasa de fecundidad, de 1960 a la actualidad, continúa a la baja, pasando de 7 hijos en promedio a 2. En un artículo publicado en la Gaceta de la UNAM se indica que: “Las mujeres que optan por no ser madres, toman esta determinación desde su propia historia y el deseo de no ser madres, en algunos casos porque no quieren repetir la vida de aquellas que les antecedieron como abuelas o madres, porque no les atrae el hecho de dedicar su vida al cuidado y la crianza de un hijo o porque dan prioridad a su desarrollo personal y profesional”.

Nadie puede juzgar la decisión de la no maternidad. Las mujeres que han optado por ello no deberían de ser estigmatizadas ni ser consideradas incompletas. La presión social que se ejerce sobre ellas consiste en considerarlas frías, egoístas, inmaduras. Dice el mismo artículo de la Gaceta: “Sea como sea, es fundamental echar por tierra la idea de que las mujeres NoMo tienen algún problema psicológico, sufrieron algún trauma en la infancia o son lesbianas, aspecto que no interfiere con el deseo y la posibilidad de que sean madres”.

La no maternidad es un hecho que debe ser respetado y comprendido, las mujeres que han tomado esta decisión son mujeres sin hijos, no son ni menos ni más, no incompletas, ni extraordinarias.

El papel del Estado y la sociedad en la maternidad

El Estado está obligado a contar con la estructura para atender de alguna manera la maternidad en sus ciudadanas y está obligado a contar con la estructura para prevenir los embarazos no deseados; está obligado a contar con los canales educativos para informar a la ciudadanía de los métodos anticonceptivos que existen y a proporcionarlos de manera gratuita y sencilla, está obligado a contar con un sistema de salud eficiente para que las mujeres tengamos la opción de interrumpir el embarazo; el Estado está obligado a salvaguardar la seguridad de las mujeres, fomentando la igualdad entre los géneros sin estereotipos de por medio; está obligado a salvaguardar la seguridad de las mujeres teniendo un aparato jurídico eficaz que las ampare y las proteja. El Estado debe de asegurar fuentes de empleo y posibilidades de acceder a la educación para las madres. El Estado y la sociedad deben asegurar que todas las mujeres puedan desarrollarse con libertad plena de derechos, de esparcimiento, de albedrío. Todas las mujeres, todas las madres, deberían de salir a la calle sin miedo y volver a casa sin temor a ser agredidas. Entonces, si una mujer elige ser madre, sin imposiciones machistas ni patriarcales, podrá sentirse realizada, siempre y cuando todas las condiciones descritas le sean favorables. Creo que podemos condicionar la maternidad y su celebración, sin negociar nada a cambio.

Los derechos de la mujer a ser madre y a no ser madre, debes estar garantizados por el Estado. Las condiciones sociales, económicas, culturales, deben estar planteadas en los programas de desarrollo. La mujer tiene un papel transcendental en la sociedad. Actualmente la despenalización del aborto, el derecho al embarazo interrumpido, es un tema que está siendo tratado de diferentes formas por diversos actores sociales. Queremos un sistema de salud seguro, pero también queremos que las mujeres que decidan interrumpir sus embarazos se sientan seguras, protegidas, salvaguardadas. Queremos que cuando una mujer decida ser madre, lo haga con toda la seguridad para hacerlo, y que cuando una mujer opte por no ejercer la maternidad, se sienta segura para no ejercerla.

El 10 de mayo es una oportunidad para reflexionar sobre cómo hemos tratado la maternidad y lo que pensamos del fenómeno. Y sí, también podemos celebrarlo. Espero que un día podamos celebrar la libertad de su elección y su práctica y su no práctica. Las mujeres no solo gestan hijos, gestan sueños, proyectos, empresas, se construyen a sí mismas. Hagamos los que hagamos, sociedad y gobierno ahora mismo está en deuda con nosotras.