Marcela del Rio Reyes, es una de las grandes mujeres de
nuestras letras contemporáneas.
Martha Chapa
Nace en el seno de una de una Familia Regia, en el sentido más amplio de la palabra, pues su estirpe procede de Don Alfonso Reyes, nacido en Nuevo León, pero sobre todo por la obra que nos ha legado.
Empiezo por su dramaturgia que es intensa y profunda, como se advierte en “El pulpo, tragedia de los hermanos Kennedy”, donde revive el drama contemporáneo de esa familia norteamericana que escaló la cúspide del poder. Pieza teatral que le dio el Premio Nacional de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón. Y así otras obras memorables, bien sean “Fraude en la tierra”, “Miralina” y “La tercera cara de la luna”.
Como olvidar su decisión de nutrir su vocación, con estudios de arte teatral, arte dramático y escénico, donde por cierto fue alumna de Seki Sano y prometía ser una actriz prominente, inclinándose definitivamente hacia la literatura.
La poesía no le fue ajena y mostró un talento precoz, pues ya desde la adolescencia recibía varios reconocimientos, especialmente pro el poemario “Trece cielos” o “Cuentos arcaicos para el año 3000”.
Igual, desde muy joven, se inició en el periodismo como crítica de teatro y ópera en la Revista Féminas, que dirigía su madre Aurelia Reyes, también periodista y escritora, y luego con colaboraciones tanto en Novedades como en Excelsior.
Años después, se esmeró por obtener una formación más sólida y concluyó su carrera en Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM, que le redituó un mayor asentamiento, madurez y brillo, más aún, cuando consigue el Doctorado en Filosofía por la Universidad de California, además de que llegó a combinarlo con la docencia lo mismo en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) que en la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM) y en la Universidad de Florida.
Fue también becaria del Centro de Escritores e incursiona en el género narrativo destacadamente con su novela “La Cripta del espejo”, sobre los estertores y cambios que experimentó la sociedad mexicana en el 68. Por cierto, Jorge Esma amigo de nosotros, de Alejandro mi compañero y también mío nos ha llegado a platicar las experiencias tan dramáticas que justo vivieron ambos en la Unidad Habitacional de Nonoalco Tlatelolco, ese 2 de octubre.
Y no puedo dejar de mencionar esa amorosa relación que sostuvieron por más de dos décadas Marcela del Río con Hermilo Novelo, un gran violinista mexicano que triunfó dentro y fuera de nuestras fronteras.
Como ven queridas lectoras y lectores, es difícil encontrar en la constelación de nuestras letras a mujeres tan talentosas y versátiles como Marcela del Río Reyes. Que sirvan entonces estas líneas para tenerla siempre presente, revalorarla, reconocer su gran herencia literaria y todo lo bueno que nos dejó.
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