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Divagaciones de la Manzana

Una vez más, tiempo perdido y oportunidades desaprovechadas

Martha Chapa

En tiempos recientes hemos atestiguado como los llamados encuentros o reuniones bilaterales México-Estados Unidos están repletos de buenas intenciones, una retórica endulzante y señuelos en cuanto a que se consoliden proyectos que por su magnitud trasciendan los periodos presidenciales de uno y otro lado.
Ahora, no fue la excepción pues bien puede decirse que la resultante más nítida a la vista es la de “un acuerdo sin acuerdos”.
Los intercambios que presenciamos entre el presidente Joe Biden y el presidente Andrés Manuel López Obrador, nos conducen a que todo quedó en un “veremos” o el “probable cumplimiento” de las ideas que sin mayor concreción vagaron por el Salón Oval. Así por ejemplo, la festinada inversión de 40 mil millones de dólares de empresas norteamericanas que se canalizarán en nuestro país, están por verse y en su caso no se darán en plazos automáticos sino a través de negociaciones que llevarán su tiempo y cuyos frutos en algunos casos no se verán antes del 2024, cuando ya inicie otro gobierno que a su vez tendrán sus prioridades y en una de esas hasta ocurrencias. Lo mismo pasa en el asunto de las visas para que trabajadores mexicanos crucen legalmente la frontera, trabajen el tiempo acordado por ambas partes y regresen a su lugar de origen, práctica que se registró acertadamente en tiempos de la presidencia de Adolfo Ruíz Cortines, y que hoy fue solamente recibida con una respuesta imprecisa del presidente norteamericano de que hay que tener paciencia. Y así otras de las pocas propuestas que intercambiaron, como la de la colaboración en común contra el tráfico de drogas y armas, que ha sido recurrente y que como lo hemos comprobado a través de los años ha sido imparable e infructuoso, frente a la acometida cada vez más agresiva y expansiva de los cárteles criminales. Y qué decir del desperdicio de tiempos y movimientos de un espacio privilegiado donde debieron presentarse otras propuestas viables y trascendentes y no el despropósito de ofrecer gasolina más barata a los norteamericanos al otro lado de la frontera, subsidiada por los impuestos que pagamos los mexicanos.
Pensamos entonces, muchos de nosotros, de acuerdo a una lógica simple y elemental del porque no se aprovechan estos encuentros, trabajando previamente los equipos de uno y otro país en diagnósticos de los problemas y retos que tenemos en común, así como posibles alternativas de solución, de tal manera que los presidentes en cuestión lo revisen por su parte, antes de celebrarse esas reuniones y perfilar previamente los acuerdos pertinentes que por su factibilidad real se suscriban ahí mismo, pues pareciera que cuando se entrevistan se genera un diálogo de sordos y hasta parecen sorprenderse de lo que recíprocamente se plantean.
En fin, una reunión más de las tantas que históricamente se han realizado, pero que ahora es más criticable porque no hay un aprendizaje de los errores o fallas en el pasado reciente, además de la falta de creatividad y una necedad obtusa de aplicar las mismas o similares estrategias fallidas, por lo que no puede decirse que haya sido una visita exitosa a falta de resultados y evidentes desvaríos en cuanto a su forma y contenido, incluidos los protocolos diplomáticos.

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