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MENTIRAS Y MENTADAS

Nota Espe_culera
By Syres

Son muchas las obras escritas por Octavio Paz. Y usted se preguntará querido lector, porque en vez de basar mi humilde comentario en la “Libertad bajo palabra”, “El laberinto de la soledad”, ¿Águila o Sol? o “El Arco y la Lira” centré mi atención en su ensayo “Los hijos de la Malinche”, la respuesta es simple, gratamente tropecé con los argumentos lógico y sociales que nos explican por qué a los mexicanos nos gusta tanto echar mentadas de madre y rechiflas.
Porque es justamente en dicha obra, donde nace el concepto del “hijo de la chingada”, que si mal no entendí, el apelativo es producto de la colonización del México antiguo y se fue adaptando del peyorativo “hijo de puta” usado en España, y que, como todo resabio cultural, conservamos y ha prevalecido en nuestro vocabulario desde la conquista. Para distinguir ambos conceptos es necesario analizar bajo la visión indígena y la castellana la idea de la paternidad. Para el indígena, el hijo de la chingada, es el producto de la violación cometida por los españoles en contra de sus mujeres indígenas, quienes llegaron a costas mexicanas con el objetivo de vencer a la población, y que mejor forma de hacerlo, que mancillando sus raíces mientras daban rienda suelta a sus instintos carnales con las indígenas de la zona, naciendo así nuestro pueblo mestizo. Los hijos de españoles e indígenas fueron rechazados por el padre, quienes obviamente no los reconocieron como propios, mientras su etnia a duras penas se hacía cargo de ellos.
El termino hijo de puta, se refieren al hijo que nace del vientre de la prostituta, de aquella que vende sus caricias al mejor postor para sobrevivir de la marginación social.
Conforme las generaciones de mestizos fueron llegando, se normalizó su presencia, quienes al irse ilustrando se organizaron para protegerse unos a otros y formar una raza bravía, pendenciera, rencorosa y ladina conocida como los “hijos de la chingada” o los “hijos de la violación”.
Por esta razón, los hijos de la chingada aprendimos a defender nuestros intereses en bola, en turba y en los tumultos, siendo el linchamiento social la reina de las formas en las que acariciamos el poder público y nos damos el lujo de –simbólicamente claro- ejecutar a nuestra clase política, al fin y al cabo, nadie mejor que nosotros –los chingados- sabemos de sus abusos, y gustamos de acabarlos a rechiflas y a mentadas de madre para que todos escuchen nuestro repudio y descontento.
Alguna vez dijo Carlos Marín a Ricardo Anaya, que las mentadas de madre en público, no se pueden resolver en lo privado. Y esta frase le quedó como anillo al dedo al Senador Ricardo Monreal, de quien sabemos es mentirosillo, pero ahora rayo en el cinismo al tratar de arreglar en lo privado de su opinión, el rechazo que provoca su hermano David en su propia entidad, burlándose de nuestra inteligencia la publicar lo “sorprendido” que esta de los logros de su hermano David Monreal en Zacatecas, de todo lo que ha avanzado en seguridad y finanzas públicas –leyó Usted bien-y lo satisfecho que está de ver que su hermano salvó a nuestra Entidad de la bancarrota. Mientras que, en lo público, David Monreal lidero los decibeles del “abuchometro”, pues durante la inauguración de la temporada de la Liga Nacional de Baloncesto Profesional en el Gimnasio Marcelino González, su sola presencia, bueno, la del Gobernador y el Presidente Municipal Jorge Miranda, bastaron para ocasionar una ola de rechiflas, abucheos y mentadas de madre de parte de los asistentes.
Mentadas que nosotros “los hijos de la chingada” bajo la visión de Don Octavio Paz, solemos hacerles a nuestros mandatarios durante su último informe de su gobierno, cuando hacemos recuento de los años y de los daños que nos heredan. Y aunque el trabajo del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (SEDIF) no ha sido el mejor, -mejor dicho, nomás ha hecho una kermes- la única que se llevó algunos aplausos fue la Sra. Sara Hernández, y esto, me atrevo a especular, porque ha sabido comportarse como toda una señora en lo privado pese a los rumores de intromisión en su vida de su ex cuñada, y como toda una dama en lo público, al desvincularse de su marido dejando que su fracaso político no la arrastre ni a ella ni a sus hijos.