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La cabeza de Monte Escobedo

Por: Claudia Anaya Mota

Hace unos días, nuestro municipio de Monte Escobedo fue nota nacional. La referencia de un video que captó a un perro con la cabeza de un hombre entre sus dientes, caminando entre las sombras de la noche, se volvió viral, no solo por lo inédito, sino porque esta imagen es muestra del horror que se vive en Zacatecas.
Diferentes medios de comunicación locales, refirieron que el cuerpo desmembrado fue dejado en un cajero autómatico ubicado en el centro, muy cerquita del Palacio Municipal con mensaje emitido por un grupo delincuencial. Más tarde, autoridades locales informaron que la cabeza del hombre ejecutado había sido recuperada.
A pesar de las cifras optimistas que nos presentan desde el Palacio Nacional, Zacatecas sigue siendo el marco de asesinatos bestiales que se dan entre los dos cárteles que se disputan este territorio. Hace un mes, en Fresnillo, fue encontrado un cuerpo envuelto en plástico transparente. Los restos del hombre estaban molidos por las balas de lo que suponen, era una metralleta.
Lo cierto es que si revisamos los registros de cómo vamos en la tasa nacional de homicidios, Zacatecas destaca porque tiene 109 homicidios por cada cien mil habitantes, muy por encima de la media nacional que son 88. No olvidemos que a causa de la violencia extrema, cientos de familias de Jerez, Valparaíso y Guadalupe, han tenido que emigrar para salvar su vida, porque dejan atrás sus hogares, sus pertenencias, sus parcelas, sus animales, absolutamente todo, a cambio de seguir vivos.
Azoro, indignación y un terrible miedo, son los sentimientos que nos invaden. ¿Cómo es posible que en Zacatecas, un estado donde las personas tenemos raíces morales fuertes y profundas, sucedan estas cosas? ¿Cómo es posible que gente ajena a nuestro origen estén traspasando todos los límites legales? Estas acciones solo pueden llevarla a cabo personas que no tienen el menor respeto por la vida humana, ni tampoco tienen ningún temor terrenal ni espiritual.
No permitamos que la repetición de estos horribles hechos, nos lleven a normalizarlos, porque la moral, nuestra moral, es una constante construcción, es dinámica, cambia; lo que en una época algo pudo ser considerado reprobable, en otra puede ser perfectamente tolerable. No permitamos que nuestra esencia, nuestra bondad, nuestra construcción colectiva de lo que es bueno para nuestro desarrollo como comunidad, cambie. No dejemos de sorprendernos, de reprobar, de descalificar y sobre todo, protejamos a nuestros pequeños, a los más jóvenes. Ellos no pueden crecer atestiguando, normalizando y aceptando estas imágenes.
A nuestras autoridades, no dejemos de exigir resultados. No debemos tolerar que ellos sean quienes exhorten a las familias a abandonar su tierra, debemos reclamar garantías de seguridad y protección para quienes denuncian, para quienes hacen lo correcto, para quienes creen en esta administración y en nuestro sistema de justicia.

*Senadora de la República.