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El verdadero “striptease”: Una nueva ciudadanía
La ciudadanía ya habló. Probó y saboreó su poder. Ahora toca a los partidos políticos entender lo que ahí ocurrió. La exigencia social es clara
Beatriz Pagés

Señores de la 4T anoten la fecha para que no se les olvide: el 13 de noviembre de 2022 nació una nueva ciudadanía y empezó el cambio en el país.
El éxito de la marcha para defender al INE fue el verdadero “striptease”. Si se trata de “quitarse los calzones”, señor presidente, vamos a ponerlos sobre la mesa para que todos sepan de qué se trata.
El régimen lleva cuatro años utilizando la coerción, la amenaza y el insulto para paralizar y reprimir la inconformidad.
La movilización de miles de miles en el país demostró que el miedo se acabó. Que hay valor y un sereno heroísmo ciudadano decidido a impedir la instalación de un autoritarismo autocrático y caudillista que cancele las libertades en México.
Quienes quedaron “en cueros” fueron el presidente y sus voceros. El pánico los llevó a tratar de sabotear la marcha. El presidente llamó rateros y racistas a simples ciudadanos para que se abstuvieran de participar. Luego hicieron correr la versión de que la concentración sería “reventada”, más tarde aplicaron el “No Circula” para impedir que la gente llegara y al final bloquearon internet para evitar que se contagiara la euforia.
En la “mañanera” del día siguiente López Obrador salió a evadir la realidad y a engañar a sus seguidores: “No participó mucha gente”. La negación como recurso para no escuchar el crujir del régimen.
Pese a todo los intentos de boicot la ciudadanía decidió tomar en sus manos la defensa de la democracia. En la Ciudad de México y en más de 50 ciudades del país hombres, mujeres y jóvenes ?de todas las condiciones sociales? tenían clara conciencia de que es necesario parar una reforma electoral que tiene un solo objetivo: borrar a la oposición e imponer el triunfo de Morena en el 24.
Aunque en las arengas se defendía la autonomía del INE, en el fondo se buscaba exorcizar el fantasma de la dictadura. Nadie o pocos se atrevían a pronunciar la palabra, ?tal vez para no invocarla? pero ahí estaba, con su manto negro amenazante y ciudadanos dispuestos a impedir su consolidación.
El 13-N es un parteaguas. Es el despertar de una sociedad otrora indiferente y apática. La ciudadanía ya habló. Probó y saboreó su poder. Ahora toca a los partidos políticos entender lo que ahí ocurrió. La exigencia social es clara: votar en contra de una reforma electoral que ataca los fundamentos de los derechos políticos y la democracia.
El verdadero “striptease” radica en que esa iniciativa es una manzana envenenada y que una marcha inédita obliga a los diputados y senadores a votar como el país lo necesita. Sin componendas, ni traiciones.