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La Marcha por la paz, 22 de enero 2023

Dra. Verónica Arredondo

Soy zacatecana, mi familia y amigos(as) vivimos en Zacatecas día con día con el riesgo de encontrarnos con un suceso violento en cualquier calle o plaza o avenida de los municipios y comunidades que conforman el estado. No tengo que ser alarmista ni amarillista, los encabezados de los medios de comunicación informan hora con hora lo que sucede en mi tierra. Se vive en un lugar sitiado, o en un cruce de fuegos. No deberíamos vivir así, pero es lo que tenemos.

Para cuando se publique este texto, ya habrá acontecido La Marcha por la Paz que convocó el rector de la UAZ, Rubén Ibarra Reyes y el Consejo Universitario, una acción que saludo y aplaudo porque estas acciones son necesarias y obligatorias, máxime cuando ocurren en un contexto de hartazgo. Bien por el Rector! Bien por el Consejo Universitario!

¿Qué sería de la educación sin la sensibilidad y la reflexión? Las y los ciudadanos de Zacatecas viven inmersos en un contexto terrible, día sí y día también, los servicios de emergencia y auxilio corren de un lado para el otro porque los disturbios, los actos de violencia se han hechos presentes en Zacatecas. La comunidad de la UAZ, conforma una parte esencial de las y los zacatecanos, maestros y estudiantes estamos expuestos a bloqueos, secuestros, desapariciones, asesinatos.

Las y los zacatecanos no estamos seguros en las calles, en los sitios de reunión como plazas públicas, parques; en los lugares de esparcimiento como bares y restaurantes, porque somos un blanco, somos patitos de feria en galería de tiro. Y es que no hay otra forma de decirlo, estamos a la buena de Dios, por nuestra cuenta, porque el tema de seguridad no existe en nuestro estado. Estamos abandonados y olvidados.

Hace pocos días William Humberto Ortiz, docente investigador de nuestra casa de estudios, desapareció así, como por acto de magia, su coche fue encontrado en una carretera. Afortunadamente el profesor fue localizado, otro acto de magia, al día siguiente. Las y los universitarios: académicos, alumnado, personal administrativo, reflexionamos a partir de este hecho; entendimos que nadie está seguro ante la presencia de la violencia que experimenta la población zacatecana. Entendimos que es necesario que presionemos a las autoridades competentes, a nivel estatal y federal, para que cumplan sus funciones y nos devuelvan la seguridad, que nos garanticen que podemos andar por la calle paso con paso, libres.

No me consta, y lo aclaro, pero no concibo que en un país que no haya guerra, la gente tenga que cuidarse al ejercer sus labores cotidianas. En Zacatecas hay desplazamientos, bloqueos, muertes; presumimos de gobernanza, de calidad de vida, buscamos la inversión nacional e internacional, y sin embargo, nos echamos un volado con tan solo ir a la tienda de la esquina.

Si las y los ciudadanos mexicanos, que han perdido un familiar, un amigo, un conocido, salieran a las calles a protestar, entonces tendríamos al país entero parado, detenido, gritando consignas en las explanadas, pidiendo que les regresaran a los suyos. Porque todos hemos perdido a alguien, mi familia, yo misma, perdimos a nuestro querido Carlos Arredondo.

Hace apenas una semana que hubo bloqueos o conatos de ellos en lugares colindantes con la capital zacatecana, ¿podemos vivir con eso?, ¿quién puede vivir con incertidumbre y terror?

Me parece relevante que la comunidad universitaria se organice y encabece una protesta que debería de replicarse en todo el estado. Me enorgullece que las autoridades de la UAZ accionen, y que los y las estudiantes, la sociedad se sumen a este acto directo.

Consternada y rabiosa, como ya dije en otra columna, estoy. Porque hemos invertido décadas en alcanzar la democracia y no es justo que unos cuantos vengan a quitarnos el sueño. Porque si hemos alcanzado la democracia, o en ese camino estamos, es necesario que las autoridades garanticen la seguridad y se empleen en las tareas para las que han sido designadas.

Es necesario que encontremos la paz para asegurar el desarrollo de las y los ciudadanos. No podemos estar a expensas de los acontecimientos violentos que todos los días asolan a nuestra tierra. La Marcha por la Paz que convoca la UAZ marca un antes y después porque la academia ya no puede parar no solo para exigir sino para cooperar a que la civilidad arribe a buen puerto. La teoría científica y social dentro de las aulas es una maravillosa hipótesis, pero algún día tendría que salir a las calles y la realidad. La teoría y la práctica a la vez se ha visto obligada a presentarse.

La violencia que impera en Zacatecas tiene que ser contrarrestada desde todos los frentes, desde la universidad, por ejemplo.