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UN PRESIDENTE TOMA PELO

Beatriz Pagés

México tiene un presidente que utiliza su salud para tomarle el pelo a los mexicanos. Sí se desvaneció, sí tiene COVID, pero de manera alevosa y premeditada dejó que corrieran versiones y rumores sobre su gravedad sin preocuparse por tranquilizar a la nación.

Ordenó que el silencio, el hermetismo y la contradicción metieran al país en un estado de incertidumbre. Gozó y se rio de las conjeturas que se hicieron sobre el origen y consecuencias de su desmayo.

En síntesis, López Obrador, se burló , una vez más, de los mexicanos. Muy malo el tirano para gobernar, pero brillante para engañar. Y es que no solo se pitorreó de sus adversarios, también engañó a esos pobres ingenuos que están dispuestos a dar la vida por él.

Hay que aclararle algunas cosas al presidente toma pelo. La desinformación no la provocaron los medios. Un falso twit, redactado por sus torpes colaboradores fue el que disparó todo tipo de conjeturas. El mensaje subido a redes decía: “Ni modo, amigas y amigos: salí positivo a COVID-19….” Todo México advirtió que esa no era la forma de expresarse del presidente.

AMLO no tiene amigos, tiene súbditos o cómplices obedientes. En su retórica y en su delirio de persecución no hay camaradas, hay adversarios, enemigos, traidores y culpables de sus desgracias.

El video en el que reapareció es muy revelador. Lo utilizó para compararse con Francisco I Madero. Dio a entender que él también es víctima de los “zopilotes” que desean su muerte. De esa prensa que lo calumnia y de esos traidores que como Huerta pretenden asesinarlo.

El video también confirma que actuó perversamente. Dejó a propósito un vacío de información de 48 horas para dejar que unas versiones alimentaran a otras. ¿Por qué si estuvo en condiciones de redactar dos discursos- como él afirma- no salió a contrarrestar especulaciones que hablaban de su muerte o incapacidad total?

A México no le importa la enfermedad o fallecimiento del ciudadano López Obrador, a México le interesa el estado de salud del Presidente de la República por todo lo que económica y políticamente eso significa para la república.

En Palacio Nacional si hay un enfermo, pero un enfermo de egolatría. Alguien que está más preocupado por lo que se dice o deja de decir acerca de él, que por lo que conviene a la nación.

Las múltiples historias en redes y columnas sobre un posible infarto cerebral demuestra que ya nadie confía en este gobierno. Que las explicaciones dadas por el Secretario de Gobernación y el Secretario de Salud para aclarar que solo tenía COVID, no las creyó nadie.

Para un importante sector de la población hay un Presidente mentiroso y un régimen dedicado a solapar sus falsedades.
Esa falta de credibilidad y confianza en su administración es lo que debería preocuparle a López Obrador.

Sin embargo, sigue alimentando su demagogia con las intrigas que le pasa Jesús Ramírez Cuevas y los morenistas más radicales. No importa si con ellas pone en riesgo la división de poderes. “Que no le contesten el teléfono a los ministros”.

México vive una tragedia. El presidente utiliza la falsedad y las medidas verdades para gobernar, pero no sabíamos que era un toma pelo, y ahora… ya lo sabemos.