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Manifestación de la desesperación.

Por: Jenny González Arenas

En Zacatecas impera un clima de inseguridad generalizado, al igual que en muchas regiones del país y eso ha llevado a la sociedad a buscar mecanismos para defenderse y exigir justicia.
Tal es el caso de las familias de las y los desaparecidos que se juntan para tejer y manifestarse pacíficamente por la inactividad de las autoridades en la búsqueda de sus familiares, pero otras muestras de desesperación lo son la toma de carreteras, las marchas, las pancartas, los gritos de frustración y desesperación ante la falta de respuesta favorable de quien debería protegerlos.
Si es un llamo urgente a las autoridades, pero ¿qué estamos haciendo como sociedad? Esas manifestaciones, que pueden ser interpretadas como el ejercicio de un derecho consagrado en la Constitución, también son llamados de atención a la sociedad a la empatía y la solidaridad, porque como sociedad nos estamos alejando de causas humanas y justas, dejamos de compartir sentimientos y luchas y nos volteamos de lado o seguimos caminando sin voltear a ver a aquellos a quienes canalizan su desesperación a través de distintas formas.
Muchos nos hemos quejado por una manifestación, porque desde nuestra perspectiva vemos como se afectan nuestros derechos como la libertad de tránsito, vemos afectado nuestro tiempo, nuestra agenda, nuestras propias necesidades y no nos ponemos en los zapatos del manifestante, no compartimos su dolor, minimizamos su causa y procuramos no acercarnos para no tener conflicto, para que no nos asocien o nos vean con personas que pueden ser incomodas por estarse manifestando.
Pero donde queda la solidaridad humana, donde queda la empatía, a donde vamos conduciéndonos como sociedad si dejamos que nuestros problemas, grandes o pequeños, no nos permitan ver la desesperación de los demás, rogando muy en lo profundo de nuestro ser que a nosotros no nos suceda, porque si nos damos cuenta, pero no lo queremos ver.
Una sociedad indiferente no es justamente el tipo de sociedad que deberíamos ser, porque es la individualidad la que permite que la inseguridad permee entre nosotros. La desarticulación social, la falta de convivencia, incluso el no conocernos o el no saludar es el tipo de actitudes que generan la posibilidad de fragmentar a las comunidades. Nadie se da cuenta, nadie sabe que pasó, al final del día nadie extraña a nadie.
La cohesión social inicia con la empatía, con sacrificar un poco de nuestro tiempo para entender que cuando las personas salen a las calles a manifestar su dolor es porque los canales de comunicación con las autoridades no permiten solucionar el conflicto y si la comunicación con la sociedad no fluye, pero tampoco lo hace la comunicación con la sociedad, con los vecinos, con los amigos, con los familiares, con las personas que nos rodean, con aquellos que transitan por la misma calle que nosotros pero que, al verla detenida lo único que provocan es enojo en lugar de solidaridad, entonces ahí, como sociedad, estamos perdidos, porque la indiferencia ha ganado.
Manifestaciones como las que se han visto en Zacatecas donde familiares y amigos de personas desaparecidas salen a la calle a gritar su dolor, a exigir el accionar de las autoridades a pedir, no solo la ayuda de las autoridades, sino la solidaridad de la sociedad, esas manifestaciones no deberían de suceder, porque todos como ciudadanos deberíamos estar unidos y exigir en una sola voz que las autoridades hagan su trabajo, esas manifestaciones no deberían pasar, no porque la gente no deba manifestarse, eso es necesario, pero no habría necesidad de llegar a ese extremo si tuviéramos cohesión social y si exigiéramos todos, de manera conjunta, que las autoridades hagan lo que tengan que hacer para que la gente deje de desaparecer y si, como sociedad, hiciéramos lo que nos corresponde para coadyuvar. Manifestarse el legítimo derecho, cohesionarnos como sociedad es nuestra responsabilidad.

Secretaria General del SPAUAZ