Skip to main content

Un acto de ternura y amor en México:
El Día de Muertos

Dra. Verónica Arredondo

Quizá no es muy preciso aseverar que para las mexicanas y los mexicanos, El Día de Muertos es su celebración más representativa, pero a mi parecer sí que lo es. Todos los países tienen sus celebraciones de independencia o alguna fecha nacional importante. Diversas culturas festejan el fin de un año y el inicio del siguiente. Muchas naciones tienen un día dedicado a la madre, tal vez al padre, a su niñez. Vivimos en un mundo más o menos uniforme en cuanto a desarrollo sociocultural se refiere. Estamos globalizados y los países casa vez se parecen más entre sí. Costumbres, arraigos, deseos, sueños, encuentran similitudes entre un habitante de la India y otro de Brasil, a pesar de las distancias. Pero, recordar a los muertos de la manera en que se hace en nuestro territorio, la verdad es que es difícil encontrar una fiesta parecida.

Sí las hay. En otros países existen festividades que aluden a los fallecidos. El Halloween, o Noche de Brujas es la que más conocemos, porque el epicentro de esta fiesta se encuentra en nuestro país vecino; y además Halloween y Día de Muertos se han sincretizado de una forma extraordinaria. Todos los Santos en Guatemala, es una tradición que involucra la creación de altares, visitas a los cementerios, aventar barriles desde una colina hacia los camposantos. Todos los Santos en Guatemala, quizá sea un coletazo del Día de Muertos, ya que nuestras culturas han caminado de la mano desde tiempos prehispánicos. El Festival de los Fantasmas Hambrientos en China conmemora a la muerte y el encuentro de las almas de los difuntos con los vivos. La celebración se llena de rituales y acontece durante 15 días. La Famadihana en Madagascar honra a los difuntos daca siete años. Los muertos, de hecho, son sacados de sus tumbas, para convivir con sus parientes vivos. El Día de los cráneos en Bolivia, también incluye ofrendas y festejos. Como vemos, hay pocas celebraciones alrededor del mundo que aludan a la muerte.

Supongo que la celebración del Día de Muertos es una fiesta, no un ritual, no una conmemoración, es una fiesta que de algún modo se empapa de un tipo de alegría y felicidad. Recordamos a nuestros muertos, sí, de hecho los tenemos presentes durante todo el año. Recordamos a nuestros muertos, les ofrendamos lo que más les gustaba en vida. Traemos colores a nuestros hogares, para que las y los difuntos recuerden el camino de vuelta a casa. Pero también tengo claro que celebramos el Día de Muertos porque nos recuerda que seguimos vivos, un día más, una semana más, un año más.

Celebrar y recordar a nuestros familiares que han fenecido me parece un acto de ternura y de amor; un ejercicio de la memoria que es necesario para conservar nuestra cordura. Ahora bien, también es necesario que reconozcamos el contexto de la nación: vivimos inmersos en la violencia, en donde la gente muere por montones de las maneras más horrorosas. Nuestro culto a la muerte no puede significar que dejemos pasar por alto las injusticias cotidianas.

Tengo la muerte muy presente desde que mi hermano Carlos fue asesinado hace un par años. Ya he escrito sobre ello. Fue asesinado a mansalva y arteramente. Quisiera no tener presente en el Día de Muertos su partida. Pero lo llevo en el corazón, mi altar estará dedicado a él. El crimen no ha sido esclarecido, las autoridades no han hecho nada por resolverlo. Familia y amigos seguimos con la incertidumbre a cuestas. Mi hermano no debería de estar muerto. Miles de mexicanas y mexicanos no deberían estar muertos, no deberían de figurar en los altares ni las ofrendas, porque en realidad, las y los queremos vivos.

Resulta triste reconocer que hay gente que no debió haberse ido, que es absurdo la forma en que se han perdido miles de vidas. Nos tratamos de desarrollar en un contexto de violencia e injusticia. Tenemos la muerte presente en el día a día. Respiramos junto con, ella, desayunamos junto con ella y nos vamos a dormir con ella. Esa es una realidad de la mayoría de mexicanas y mexicanos. Casi todos tenemos un familiar asesinado. Casi todos hemos sufrido la injusta pérdida de alguien.

Nuestras tradiciones dicen mucho de lo que buscamos y pensamos, hay algunas que nos ayudarán a progresar y transformar la realidad. Vamos caminado hacia el futuro y no sabemos lo que nos depara. El Día de Muertos no tiene parangón en el mundo y la pequeña diáspora mexicana se ha encargado de llevar la celebración a otros países y darla a conocer a diversas culturas. Del contacto con otra gente y pensamiento, cambiará un gesto, una palabra, un guiño. Así evolucionan las tradiciones. Desde este lugar donde escribo, pienso que nuestro Día de Muertos ha sido directamente influenciado por el Halloween, como el Halloween ha sido influenciado por el Día de Muertos, se han retroalimentado porque forman parte de dos culturas vecinas, dos países vecinos, y en el contacto ha estado emergiendo una cultura binacional. Y esto es un ejemplo de lo que pasa en muchos aspectos de nuestra vida, cambiamos, crecemos. Una parte de mi familia migró a los EEUU, celebran el Día de Muertos, con sus diferencias, con características propias.

Espero que hayan puesto un altar y sus muertos hayan gozado de la ofrenda. No hay que olvidar, sin embargo, que queremos vivos a todas y todos, que exigimos justicia y paz. Como nación, nos merecemos un gobierno a la altura de las circunstancias.