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El sentido de la muerte

Mayela Pulido

El tema de la vida y de la muerte no se trata todos los días, nunca andamos platicando del día que vamos a morir, o de cómo va nuestra el día de hoy, simplemente vivimos y morimos.
Es posible pues hablar de lo último, del futuro, de lo que nos espera después de esta vida, es posible hablar de esperanza?
Kant decía que la esperanza pertenece a la estructura de la persona, está presente en todas las acciones humanas, el hombre no podría vivir sin esperanza, por eso la esperanza es el elemento esencial de existencia humana, cuando la esperanza se acaba en el corazón del hombre entonces agoniza y comienza a morir.
La vida eterna no se experimenta sensiblemente, no es un objeto de ninguna ciencia, solo es objeto de esperanza. Una cosa es demostrar y otra cosa es mostrar la racionalidad de una afirmación.
La vida eterna no se puede demostrar de manera empírica, pues la vida eterna no es objeto de la ciencia; pero tampoco se puede probar la no existencia, por eso ante esta cuestión la ciencia debe guardar un respetuoso silencio, no debe hablar ni a favor ni en contra.
Que la muerte es una realidad no necesita demostración, es una realidad inevitable. San Agustín escribía: Todas las cosas son inciertas, lo único que es cierto es la muerte, la certeza de la muerte ha acompañado la historia de la humanidad.
La muerte es una realidad y el problema es la pregunta sobre el sentido de la vida, la pretensión de morir como si no existiera la muerte refleja la actitud ante la vida, conocer el sentido de la vida.
Nadie de nosotros tiene la experiencia de su propia muerte, sólo podemos hablar de ella desde la vida, de ahí que el saber de nuestra muerte es externo. Sin embargo existen en la vida momentos anticipados de la muerte, preludios de la muerte, como la muerte de un ser querido o de un amigo cercano, ahí sentimos la experiencia de la fragilidad y la contingencia.
Existen pues, actitudes ante la muerte como la del mártir, la del santo, la del suicida, la del enfermo, la del anciano etcétera.
Unas reflexiones teológicas:
La muerte no es el final de la vida.
Interpretar la muerte como el instante final de la vida sería mecanizarla, la muerte está presente en cada momento de nuestra vida, vamos muriendo durante toda nuestra vida, san Agustín decía: El hombre está muriendo mientras vive.
Si estamos muriendo cada momento de nuestra vida, podemos decidir ayudar a otro a continuar con otra oportunidad de seguir a través de la donación de órganos, sería una de las mejores formas de vivir y morir al mismo tiempo…
Piénsalo, decídelo y platícalo…

Yo ya lo hice y soy orgullosa donante de órganos.