Víspera de una elección.
Por: Jenny González Arenas.
Días antes de una elección presidencial, en un país convulsionado, asustado por la inseguridad, con una severa crisis social, la expectativa crece. Hoy, no sabemos quién va a ganar, las encuestas dicen muchas cosas, en casi todas hay una sola ganadora, sin embargo, algo que no podemos dejar de señalar es que el número de indecisos es cada elección mayor.
Ese gran índice de indecisos, de abstencionistas es lo que debe llamar la atención de quienes aspiran a ocupar un cargo de elección.
Sabemos ¿Quiénes son los que más se abstienen de votar en las elecciones? ¿en qué grupo de edad está el mayor sector de indecisos? ¿cuál es la razón por la que se abstienen? ¿la causa de la indecisión? No tenemos las respuestas, porque nadie se ha preocupado por saber las razones y mucho menos por abatir el problema.
Claro que es mucho más sencillo para cualquier candidato intentar convencer a una tercera parte del padrón que vota, que intentar convencer al 100 % del padrón. Disminuir el espectro de votantes es la mejor opción para las y los candidatos, pero no para la sociedad, porque las decisiones se centran no en la mayoría, sino en una minoría que no necesariamente tiene el sentir de esa gran mayoría que no vota.
Los jóvenes son indiferentes ante los procesos electorales, no se sienten identificados ni con la forma de hacer política ni con la forma de elegir a los representantes populares y eso si es algo que se tiene que atender de manera urgente, porque no son las mayorías quienes toman las decisiones.
Hay otros sectores que tampoco se sienten representados por los procesos electorales ni por los candidatos, mujeres, académicos, sectores productivos, más de la mitad del padrón decide, conscientemente, no acudir a votar y eso se tiene que valorar.
La proliferación de partidos políticos minoritarios no ha logrado fomentar la participación social, la reglamentación e implementación de candidaturas ciudadanas tampoco motivó la participación, el constante cambio de ideología de las y los aspirantes, el pragmatismo en los procesos electorales es uno de los factores que contribuyen a la falta de participación ciudadana.
Se pueden buscar candidatas y candidatos carismáticos, que traten de llamar la atención de aquellos que se han abstenido sistemáticamente, pero ¿esa será la solución? El carisma no resuelve problemas políticos, ni jurídicos, ni sociales, mucho menos económicos. Pero ¿Cómo lograr compensar la apatía con una estrategia política que garantice, no solo participación, sino la posibilidad de resolver problemas que la sociedad enfrenta y que urge solucionar?
No es una tarea fácil, y tendríamos que cuestionarnos si quienes ahora contienden en este proceso electoral tienen condiciones de enfrentar primero el problema de participación y segundo todos los problemas sociales.
Retomar, no sólo el rumbo económico del país, sino reconstruir el tejido social y recuperar el Estado de Derecho son las tareas principales de la clase política que pretende ocupar espacios de representación proporcional y, antes de emitir nuestro voto, debemos reflexionar si por quien vamos a votar tiene la capacidad de contribuir a esos puntos. No se trata tampoco de que la responsabilidad recaiga en una sola persona, por ello es importante hacer equipo, eso no significa votar todo por el mismo partido, sino que se vote por personas que tengan afinidad en el proyecto que están promoviendo y, si algo ha quedado claro con la diversidad de partidos, la diversidad de personas y la diversidad de puestos es que lo que menos importa es el partido que los llevó a estar en la boleta, sino el proyecto que promueven, y eso es algo que tenemos que revisar con responsabilidad como votantes que somos.
Es una gran responsabilidad la que tenemos en nuestras manos.
Secrretaria General del SPAUAZ