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Beatriz Pagés

CLAUDIA Y LA DICTADURA JUDICIAL

Una pregunta recorre el país:

¿Quién es Claudia Sheinbaum?

Más importante que sus carácterísticas personales lo importante es saber para qué fue catapultada al poder.

Su candidatura fue construida para convertirla en una superpresidenta con el poder necesario para cambiar radicalmente las reglas del juego. Ella es es sólo la pieza de una maquinaria que buscará consolidar el proyecto político de López Obrador.

Por encima de Claudia está la Cuarta Transformación. No es ella la que obtuvo 35 millones de votos en las urnas. Los ganó un movimiento del que no puede desviarse y al que le debe total fidelidad.

Ella permanecerá en la presidencia sí y solo sí es leal a las causas, principios e intereses de un régimen que busca terminar de desmantelar las instituciones democráticas para apoderarse de todo e instalar una nueva nación.

Por eso Morena y sus aliados operan como asaltantes de curules. Hacen trampa a la ley para tener más diputados y senadores de los que ganaron en las urnas. Quieren y necesitan todo. De tener el control absoluto del Congreso depende borrar el México actual y sustituirtlo por el México de Morena.

La reforma al Poder Judicial es la pieza clave de ese cambio. Por eso es ingenuo pensar que Sheinbaum la modificará. El llamado al diálogo y a las consultas son meros placebos. La captura de jueces, ministros y magistrados es indispensable para un gobierno que necesita alinear la Constitución a sus intereses.

López Obrador pide no tener miedo a que sean electos por voto popular. Quiere que la misma estructura electoral que hizo ganar a Sheinbaum opere para imponer en la Corte y en los triubunales a quienes puedan ser dóciles al futuro gobierno.

No importa si esos ministros, jueces o magistrados fueron impuestos en las urnas por el crimen organizado. Con esta reforma AMLO abre las puertas de par en par a los narcos para que impongan a quienes puedan concederles amparos y los defiendan en triubunales.

Lo de menos es que tengan experiencia y méritos. Lo único que interesa al proyecto obradorista es acabar con ministros autónomos como Norma Piña o jueces indepedientes como Juan Pablo Gómez Fierro.

Una vez capturado el Poder Judicial, Sheinbaum podrá llevar a cabo el resto de las reformas: la reforma electoral, la eliminación de los órganos autónomos, la militarizción de la Guardia Nacional y otras que afiancen la concentración de poder.

¿Quién es Claudia? No sabemos quien sea. Lo único cierto es que su sobrevivencia política dependerá de su lealtad a López Obrador y a un proyecto populista de nación donde la reforma al Poder Judicial apunta en una sola dirección: a tener una dictadura.