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Vivo en un lugar donde las metamorfosis son cotidianas, donde el amor es tan real que no le exigimos condiciones. Vengo de un sitio donde desayunamos, comemos y cenamos adrenalina, donde los corazones suspiran por más de unos ojos y la serenidad se manifiesta sólo en sueños. Del lugar de donde vengo aprendí el antídoto contra el miedo ajeno, ese que se mete por tus oídos haciéndote creer que te pertenece. Te invito a pasar una temporada entre mis raíces: en el jardín tengo un huerto virgen para que siembres tus historias