Feliz Cumple Luis
Tu hermana Verónica Arredondo
Somos afortunados de tener en nuestras vidas personas generosas en todos los sentidos, que llevan a la práctica ejercicios de humanidad de los que no se ven mucho en la cotidianidad. Me gustaría pensar que mucha gente tiene la capacidad de la bondad, pero en realidad la gente así: desprendida, cooperativa, afable, solidaria, es muy poca. Yo tengo que agradecer que tengo a Luis, mi hermano, el hermano más pequeño de la familia. Nuestra familia se vio bendecida cuando él llegó a nuestras vidas.
Este texto lo escribo para agradecer a Luis Arredondo Luna, el privilegio de su compañía. Entiendo lo que es tener hermanos y hermanas, lo que es crecer en una tribu de infantes que hacen piña para todo y se acompañan para descubrir cómo funciona el mundo. Yo he aprendido tanto de mis hermanos y hermanas, que puedo decir, que han sido una parte trascendental en mi formación como mujer, profesionista, ciudadana, ser humano. Luis, definitivamente, conforma un fragmento de lo que yo soy, y por medio de estas palabras quiero que lo sepa.
Todos los recuerdos que se guardan de un hermano, en mi caso un hermano menor, se localizan en una especie de Cajón de Sastre al que se recurre para cuando la ocasión lo requiere o amerite. Yo recurro a ese mecanismo el día de hoy para contar sobre Luis, un hombre excepcional que ha sabido reproducir lo que aprendió y guarda en el corazón para hacernos la vida más amorosa a todos los que lo rodeamos y por ende, más ligera para él mismo. Porque todas y todos sabemos que la vida con la querencia, generosidad, alegría, amor, siempre, siempre, siempre, resulta una vida más completa y fecunda.
Recuerdo cuando Luis nació. Yo soy la hermana más grande y ese motivo me convirtió en una asistente de crianza y educación de mis hermanos y hermanas. Luis es el más pequeño, yo tenía alrededor de 11 años cuando vino al mundo y como la hermana mayor me di a la tarea de cocinar, lavar, cuidar de mi familia. Comprendí que la empresa de ser madre es una tarea difícil, complicada y desgastante; necesaria también, por supuesto reconfortante. No sé cómo explicarlo, cuando Luis terminó su licenciatura (en administración de empresas), tuvo a su familia, a su esposa, a sus dos hijos, sentí que yo había colaborado un poco en su felicidad, que también se convirtió en parte de la mía. Porque si de por sí resulta agradable ayudar a otros, máxime cuando se trata de un ser querido, un hermano.
Creo que obvié decir que estas palabras son además de un agradecimiento, un regalo. En las vísperas o días posteriores (porque puede ser que este texto se publique antes o después del festejo) del cumpleaños de Luis, yo quise que se supiera, que sobre todo él lo sepa, que sepa de primera mano que nos importa, que nos ha ayudado, enseñado, guiado, y que no podríamos explicarnos la vida sin su compañía. Es importante decirle a la gente que queremos y amamos, lo que significa y representa para nosotros, este medio me da esa oportunidad, por supuesto que voy a tomarla y hacerlo público porque Luis se lo merece. Merece que la gente sepa lo gran ser humano que es.
Luis trasciende en su comunidad, en su familia, en su familia extendida. Nos ha enseñado que la convivencia no se trata solo de reunirnos sino de escucharnos y colaborar para el bien del otro. Luis nos ha enseñado a querer que el mundo sea un lugar mejor por voluntad y acción. Yo creo que mi hermano ha entendido cuestiones extraordinarias porque en su proceder resulta extraordinario. Como lo he venido diciendo, queremos que Luis sepa todo lo que nos importa y representa, y queremos que continúe enseñándonos a sonreír y a vivir.
Este texto es una carta de hermana, de cariño, de querencia, es una carta que escribimos en familia para Luis. Yo sé que toda la gente que lo rodeamos, amigos, compañeros, familiares, queremos saludarlo todas las mañanas, charlar, encontrárnoslo y comentar una anécdota, un recuerdo, una vivencia, porque siempre tendrá, Luis, alguna palabra, que se adecue a la conversación y haga que el relato transcurra entre abrazos y risas.
Feliz Cumple, Luis, hermano, querido, que cumplas todos los años y más a través del tiempo y el espacio. Qué bueno que estés aquí, en este momento y en este lugar. Tenemos la oportunidad y el gozo de conocerte. Somos nosotros contigo y sabemos que vas a estar cuando te necesitemos. Estamos como siempre, como desde que te vi la primera vez y te supe real, familiar, conocido. Somos afortunados quienes estamos a tu lado.
Si hablo desde la nosotridad es porque sé que estas palabras las acompañamos tu familia, tus amigos. Tú nos conoces. Nos conoces como te conoces a ti mismo. Nos conoces de siempre, desde que viste la primera luz y emitiste tu primer llanto, o sea, desde que llegaste al mundo. Feliz Cumple, hermano querido. Quiero que sepas lo mucho que nos has bendecido.
Ojalá que todos celebren tu cumpleaños porque en ti yo celebro todos los cumpleaños del mundo. Ojalá que celebren tu cumpleaños porque, Luis, nuestro hermano querido, en ti sabemos que tenemos a quien nos acompaña en los peores momentos, en los momentos felices, y siempre con todo tu cariño.