Beatriz Pagés
AMLO A “EL MAYO”: “YO NO FUI”
Después de la detención del narcotraficante “El Mayo” Zambada en Estados Unidos López Obrador se ha esmerado en decirle al crimen organizado: “Yo no fui”.
En esta ocasión no ha utilizado las mañaneras para manipular al “pueblo bueno” o para informar a los mexicanos que, poco le importan, sino para dejar en claro que su gobierno nada tuvo que ver y que la delincuencia no se enoje con él.
La secretaria de Seguridad, Rosa Isela Rodríguez, ha acatado la orden presidencial al pie de la letra. Ha informado meras generalidades, cayendo en evidentes vacíos y contradicciones. Y solo interesada en precisar: “Nosotros, no fuimos.”
Un presidente que presume ser todo poderoso, que ha soltado frases como “Un presidente lo sabe todo”, en esta ocasión poco le ha importado aparecer como un mandatario desinformado, sin servicio de inteligencia y ninguneado por Estados Unidos.
Tampoco se ha atrevido a cacarear su manido respeto a la soberanía nacional y menos a aplicar el artículo 47 de la Ley de Seguridad Nacional que él mismo mando ha hacer para darse aires de patriota.
Ese artículo dice que cuando se compruebe que un gobierno extranjero por conducto de sus agentes promueva la sustracción de habitantes para ser llevados a juicio ante otro Estado, suspenderá los convenios internacionales.
Es verdad que no está confirmada la sustracción de “El Mayo” Zambada de territorio nacional, pero lo que sí es cierto es que su traslado a Estados Unidos y entrega a las autoridades norteamericanas se hizo a espaldas del gobierno de México.
Mientras el fiscal General, Merrick Garland, el secretario de seguridad interior Alejandro Mayorkas y la directora de Administración y Control de Drogas en Estados Unidos, Anne Milgran, han considerado la aprehensión del “Mayo” como una operación exitosa en México ha dominado el silencio.
Vamos, ni siquiera el gobierno mexicano se ha atrevido a decir que, -como parte de la cooperación binacional contra el narcotráfico-, aplaude la aprehensión de uno de los traficantes de droga y asesinos más poderosos y sanguinarios.
Ese vacío de información y la falta de una posición oficial clara ha dejado ver a López Obrador como el que se “lava las manos” o como el que confirma los vínculos, acuerdos y pactos de su administración con la delincuencia organizada.
El gobierno del tabasqueño ha quedado al final del sexenio atrapado en medio de la guerra intestina que libran los líderes del Cártel de Sinaloa. Todo México conoce la cercanía de AMLO con la familia del Chapo, la pregunta es qué pensará de esto “El Mayo” Zambada quien -según su abogado- fue engañado, secuestrado y traicionado por el junior Joaquín Guzmán López para entregarlo a Estados Unidos.
México puede estar ante una sangrienta disputa entre las distintas fracciones del cártel de Sinaloa. La macabra profanación de la tumba del padre y hermano de Dámaso López, narco al que El Chapo heredó el liderazgo del Cartel de Sinaloa después de su detención, es una señal ominosa de lo que puede venir.
Un gobierno al que no le ha interesado ser institucional, que ha expresado públicamente su simpatía por una parte de esa familia, que ha dado la mano a la madre del Chapo, que ha utilizado al narco para ganar elecciones y que ha tolerado y consentido la expansión del crimen organizado por todo el país, ha colocado a los mexicanos en medio de una guerra inminente.
El sexenio de López Obrador podría terminar en medio de una lucha entre cárteles por el poder. De ahí su silencio ante la detención de “EL Mayo” y su interés en decir: “Yo no fui”.